En su primera obra de teatro, El origen del mundo, Jorge Volpi planteaba una exploración por la influencia de la economía en la vida cotidiana a partir de un encuentro imaginario entre dos maneras de entender su manejo: la mano derecha del secretario del Tesoro de Estados Unidos durante la presidencia de Roosevelt y John Maynard Keynes, el economista británico.
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Ahora vuelve al mundo de las tablas a través de una historia mucho más poética, aunque al mismo tiempo cercana a los tiempos que vivimos: Las agujas dementes, que surgió tras conocer la historia de Sylvia Plath y Ted Hughes.
“Es muy conocida, pero me permitió darme cuenta cómo se había dado esta terrible especie de repetición de la tragedia con Assia y David Wevill”, señala.
“A partir de ahí me puse a darle vueltas a la novela y me pareció que el formato para contar la historia era el del teatro, a fin de que las voces de los cuatro personajes fueran las que contaran su historia: empecé a escribirla antes de la pandemia y la terminé en esta condición extraña de publicar o de escribir una obra de teatro en una época en la que no se puede montar teatro y que, por tanto, está ahí, en ese mismo limbo en el que están los personajes”, cuenta Jorge Volpi, a propósito de la aparición de formato impreso de Las agujas dementes (Almadía 2020).
Aun cuando se trata de su segunda obra de teatro, el actual coordinador de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México reconoció en entrevista las dificultades de acercarse al género: el lenguaje del teatro es completamente distinto al de la narrativa, se transforma en un desafío para el narrador cambiar de lengua, “es como si uno tuviera que aprender otro idioma, porque las condiciones son muy distintas para escribir teatro que para escribir narrativa y para mí fue todo un proceso fascinante.
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“El proceso es todavía más fascinante al desentrañar la historia terrible de este mundo de poetas, pero de poetas con vidas cada vez más turbulentas, sometidas a una época de una enorme violencia machista; una época previa a la revolución feminista de los años 60 y 70, en donde los protagonistas están todo el tiempo pensando y viviendo poéticamente, en donde iban expresando lo que les pasaba a través de la poesía”.
UN DIÁLOGO COLECTIVO
Las vidas de los creadores marcan su obra: la vida y la poesía de Sylvia y de Ted son, en muchos momentos, autobiográficas, y reflejan las tensiones, los temores, la violencia, la soledad, el horror y el arrepentimiento que van sintiendo cada uno de ellos y eso va quedando en sus poemas.
“La locura, el suicidio, la muerte o la violencia machista son algunos de los temas que más me preocupaban. No deja de ser un texto que nos habla de los problemas que tenemos en nuestra época: la enorme violencia de Ted Hughes hacia Sylvia, primero, hacia Assia después, pero incluso ese otro tipo de violencia cuando quiere ser quien preserve la obra de Sylvia, alterando los textos o borrando poemas que a él no le convenían de lo que se contaba en ellos”.
Las agujas dementes es precisamente una exploración, en cada acto, de los caminos de la vida, la poesía y el suicidio. La trama le abrió a Jorge Volpi un mundo distinto y sentía la necesidad de usar recursos y una manera de contar completamente distinta, porque lo más importante es que sean los conflictos de los personajes y las voces de los personajes las que estén permanentes ahí, en escena, sea en escena virtual, en la real o la que aparece en la mente de quienes lo leen.
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“Lo fascinante del teatro es que se vuelve performativo y el creador del texto no es el único creador; se completa con el trabajo del director, los actores y todo el equipo técnico”, sostiene el escritor.
Y ADEMÁS
HISTORIA PARA LEER Y SER REPRESENTADA
La obra fue presentada en la pasada Feria Internacional del Libro de Oaxaca a través de una lectura dramatizada a cargo de la Compañía de Teatro Independiente de CdMx, bajo la dirección de Angélica Rogel. “Esta condición peculiar de la pandemia propició que yo haya imaginado este texto tanto para ser representado –esperemos que se pueda hacer cuando las condiciones sean mejores–, como para ser leído”, dice el autor.