Guillermo Arriaga debía estar en Madrid en estos días, en la presentación de Salvar el fuego y en lo que sería el punto de arranque para una larga gira de promoción de la novela ganadora de la edición 2020 del Premio Alfaguara, pero el Covid-19 lo impidió. Entonces, debió sentarse frente a su tableta, conectarse a Twitter y contar aspectos de la historia, pero también de su forma de entender la literatura.
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“Quisiera quitarme algunos clichés que me parecen espantosos: no sufro escribiendo, para qué lo hago si voy a sufrir. Esto de los escritores que exorcizan sus demonios me parece un lugar común: no tengo ningún demonio que exorcizar, soy bastante optimista, quienes me conocen saben que soy lo menos oscuro del planeta”, contaba el narrador en una presentación que no dejaba de ser extraña.
Porque, por contraste, en el ejercicio contó la anécdota de la madrugada en que recibió la noticia del Premio Internacional Alfaguara: se encontraba en un rancho en Coahuila, muy cerca de la frontera, con muy poca tecnología, “como no tenía esperanza, ni siquiera me preocupé por acercarme a un lugar con más comunicación.
“Ya había entrado antes al premio y no gané; por lo tanto, sé lo difícil que es ganar el Alfaguara. Estaba en un rancho, en medio de la nada, y me desperté a tomar agua a eso de las tres de la mañana y, de ocioso, me puse a jugar con el teléfono y entró la llamada de Pilar Reyes, quien me comunicó con Juan Villoro; Juan me echó un rollo, no entendí nada y al final me preguntó si había oído. La verdad, me sentí muy honrado por la selección”.
Escrita durante cuatro años y medio, Salvar el fuego fue elegida de manera unánime por ser una obra “polifónica que narra con intensidad y con excepcionalidad dinamismo, una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles”, de acuerdo con el jurado.
“Para mí sí es adictivo escribir. Lo que me divierte de la escritura es que, como no sé de qué se trata, qué va a pasar, la escribo como lector. Empiezo a descubrir cosas que ni siquiera imaginaba que existían: al principio pensé que sería una novela de 120 páginas, y no, llegó a ser de casi mil 400, le corté casi 800, para que vean el trabajo que hay ahí”.
UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA
En una charla por Twitter, al mediodía de Ciudad de México, que sirvió como presentación de la novela ante la cancelación del viaje a España para recibir el galardón, el también cineasta confesó que ganar el premio es un sueño que siempre tuvo.
“Borges dijo que la verdadera nación de alguien es su lenguaje y, por lo tanto, el español es mi nación y ser publicado en prácticamente todos los países de América Latina, en España y en Estados Unidos, me honra mucho.
“Vivimos tiempos oscuros; de hecho, ya me guardé en la casa. En estos tiempos oscuros hay un proverbio chino que dice: ‘No maldigas la oscuridad, mejor enciende una vela’. Espero que en esta cuarentena que tienen varios, los libros se conviertan en una vela, en algo que ilumine lo que están haciendo”.
Arriaga destacó que lo mejor que le puede suceder a un escritor es ser leído, mucho más el ser leído en las circunstancias en las que estamos ahora. “Me honraría mucho si alguien me lee en las condiciones en las que estamos ahora”.