Obra de Saramago, un remedio eficaz contra la añoranza

“Se le sigue leyendo como una corriente de aire fresco”, dice Pilar del Río.

Se cumplen 10 años de la muerte del Premio Nobel. (Omar Meneses)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Debía llamarse José Sousa, pero por un error, el funcionario del registro civil lo anotó como José Saramago, el apodo de la familia paterna de quien fue vendedor de seguros y periodista, antes de desembocar en la literatura, a la cual llegó cuando rondaba los 55 años de edad, si bien de joven había publicado Tierra de pecado (1947).

Consolidado como uno de los escritores portugueses más reconocidos de la segunda mitad del siglo XX, con títulos como Memorial del convento, El Evangelio según Jesucristo, Todos los nombres o El hombre duplicado, se conmemora la primera década de la muerte del Premio Nobel y así lo recuerda su viuda y traductora, Pilar del Río.

¿Cómo se lee a Saramago a una década de su muerte?

Diez años después se le sigue leyendo como una corriente de aire fresco. Los jóvenes, que siempre han sido los mejores lectores, siguen encontrando un cómplice, un sabio que está al lado y que nos ayuda a ser más inteligentes.

Sus ideas, incluso las iniciativas que defendió en su literatura y en su vida, parecen estar más vigentes que nunca…

Defendía una sociedad con valores donde los seres humanos fueran el centro de todas las cosas. Desgraciadamente no estamos más cerca de conseguir ese objetivo. Él era un novelista que en su trabajo no ignoraba su condición de ciudadano y de ser humano que pensaba. No era un ensayista, aunque escribió Ensayo sobre la ceguera y Ensayo sobre la lucidez, dos libros que describen el momento presente.

La honestidad, una de las virtudes que usted más ha defendido del escritor, pareciera más necesaria en nuestro tiempo… ¿Cuál sería la lucha del maestro actualmente?

Sé cuál era su lucha: hacer bien su trabajo, hacerlo sabiéndose parte de la humanidad que somos, esta humanidad capaz de lo mejor y de lo más abyecto, de componer la partitura más hermosa y de torturar por unos pesos, violar y matar. Como ciudadano se sentía en la obligación de procurar una sociedad más limpia, donde no tuviera lugar la violencia.

¿Qué es lo que más añora de Saramago?

Sus libros son un remedio eficaz contra la añoranza: abrir las páginas es oír una voz inteligente. Y oyendo esa voz todo el tiempo es presente.