La poesía sirve para inventar lenguajes nuevos: Yolanda Segura

A través del cuerpo, la identidad, el género y el lenguaje, la escritora se plantea una serie de interrogantes sobre la manera en que se aborda a la palabra en nuestro tiempo.

Desde la poesía, Yolanda Segura busca reflejar una perspectiva diferente sobre ser mujer en el siglo XXI. (Foto: Especial)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Más allá de que a Yolanda Segura le gusten los títulos largos, en el más reciente, Estancias que por ahora tienen luz y se abren hacia el paisaje (Editorial Palíndroma), hay un seguimiento a las búsquedas que la acompañan como poeta: el cuerpo, la identidad, el género, el lenguaje: elementos para plantearse una serie de interrogantes sobre la manera en que se aborda a la palabra en nuestro tiempo.

“Siento que la poesía siendo tan móvil y tan difusa, da chance de este tipo de licencias, combinaciones que en otro tipo de discursos serán más complicadas: unir elementos que parece no tienen nada que ver y es en el poema donde se juntan y adquieren sentido”.

Por eso, la poesía es uno de los géneros en los que se siente más cómoda en este momento, porque es ahí donde encuentra la oportunidad de hacer fisuras, de cuestionar la forma de significar: ¿qué pasa cuando una palabra aparece en un poema?, pues nos obliga a dimensionarla de una manera distinta.

“Cada palabra tiene un peso exacto y es ahí donde me interesaba jugar. Creo que la poesía está ahí para ayudarnos a inventar lenguajes nuevos, que pueden ser muchos generosos, mucho más críticos, mucho más inconformes”.

Publicado por vez primera en 2018, Estancias que por ahora tienen luz y se abren hacia el paisaje explora los complicados caminos de la feminidad a través de las voces de mujeres que han sabido escaparse de la norma; esa es una de las preocupaciones principales de Yolanda Segura: la manera en que la poesía puede reflejar una perspectiva diferente sobre ser mujer en el siglo XXI.

“Lo que más me interesaba era poner en el espacio público ciertas cosas que había platicado con mis amigas, con mis parejas, con mi comunidad. Otra cosa bien importante es considerar a las disidencias como este espacio desde el reclamo o del enojo, pero a partir de la posibilidad de encontrar luz, afecto y esperanza en este tipo de discursos y de posiciones”, a decir de Yolanda Segura.

El volumen surge de la necesidad de abrir preguntas, antes que entregar certezas, y que se puedan responder entre varios: hurgar en la identidad sexual, pero sin idealizar y, mucho menos, caer en un discurso victimista, un poco lacrimógeno, en palabras de la escritora.

“Para mí fue muy difícil encontrar el tono y referencias a las que debía anclar este tipo de ideas, por eso aparecen Miguel Bosé, Juan Gabriel, Sor Juana, Pizarnik… pensar en una tradición existente, aunque más o menos visibilizada o negada, o muy normalizada. Me interesaba recuperar la potencia política de las imágenes que aparecen en el libro”.

A su parecer, todo tiene que ver con la manera en que recibimos educación literaria y, en particular, las convenciones sobre lo que debe ser un poema, las características de la poesía. Y contra esa norma quiere ir con este poemario.

PCL

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