Los géneros de fantasía y ciencia ficción en la tradición latinoamericana han estado muy excluidos del canon y de los grandes espacios de lectura, asegura el escritor y editor Carlos González Muñiz, quien se propuso escribir una historia que hurgara en esas formas literarias, pero con una perspectiva latinoamericana.
“En este momento en que hay una gran explosión de literatura infantil y juvenil, se ha hecho visible que hay muchos escritores interesados en los géneros y muchos lectores para esos géneros, somos grandes consumidores de fantasía y de ciencia ficción como televidentes o en los cines: la verdad es que ya nos habíamos tardado en asumir que este es un género que es posible hacer nuestro, además para un público tan exigente como el juvenil”.
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Así fue como surgió la novela La reina de Sara, con la cual obtuvo el Premio Gran Angular de Novela Juvenil, donde refleja su interés por los temas del poder y de la cartografía: crea un mundo verosímil y con suficiente gravedad “para que el lector no pueda evitar sino querer quedarse ahí para siempre”.
“Por otro lado, quería hacer un ejercicio de apropiación del género y de la tradición, porque me parece que tenemos suficientes elementos para crear una fantasía propia de Latinoamérica y lo que es propio de nosotros es la política y la crisis, y toda la situación de los países que alguna vez fueron colonias, como las clases sociales, el deseo de tener una aristocracia, de aspirar a una realidad que nunca fue nuestra”.
De esta manera, el narrador se dio a la tarea de juntar la tradición de la fantasía anglosajona con los países latinoamericanos, a decir del co-director del proyecto editorial La Cifra, un convencido de que las buenas obras de fantasía y de ciencia ficción trascienden al público juvenil, hay mucha más gente interesada en leer este tipo de libros.
“Tradicionalmente ha sido un vehículo para hacer una crítica social muy fuerte, muy intensa, pero más o menos oculta en los entresijos de una historia imposible, de un argumento imposible; además, es el mejor vehículo para entablar conversación sobre los problemas urgentes porque, además, no hay una edad para empezar a tener un pensamiento crítico, y los jóvenes pueden encontrar en la ciencia ficción y en la fantasía muchos elementos que los van a hacer mirar el mundo de otra manera”.
Como lector de este tipo de obras, en La reina de Sara, Carlos González Muñiz se propuso escribir una novela en esta tradición, que tuviera elementos como el uso de mapas, la creación de un mundo completo y complejo, muchos personajes y, sobre todo, una historia épica.
PCL