El 5 de abril de 1933 marcó a la sociedad regiomontana. Cuatro hombres entraron a la casa de la calle de Aramberri 1026 para cometer un robo, pero terminaron por asesinar a las mujeres que ahí habitaban. A su regreso del trabajo, don Delfino Montemayor encontró los cuerpos de su esposa y su hija.
“El crimen de la calle Aramberri” es una novela basada en ese múltiple asesinato y sobre todo en las pistas que llevaron al detective Inés González a esclarecer los hechos.
Hugo Valdés es el autor de esta novela que se ha consolidado con el tiempo en un auténtico best seller de la literatura regiomontana y que le ha valido el reconocimiento y la reedición de esta obra a través de los años.
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Una novela que incluso es buscada con insistencia y que a través de sus distintas ediciones ha renovado esa curiosidad de los lectores locales, al ser considerada como pilar del género de novela policial, y que se puede encontrar en librerías locales.
La trama está cargada de los aires del Monterrey del ayer, cuyas calles, avenidas, son recurrentes en el desenvolvimiento de los personajes, quienes son sometidos a una pluma entretenida, provista de artilugios y malabares narrativos, necesarios para comprender la obra en todos sus contextos: desde policial, sociológico, psicológico, hemerográfico y político.
Todo se concatena y confluye en una obra que posee un ritmo envolvente, que juega al cronista de esos ayeres; que establece tesis y argumentos detectivescos con una narrativa que se desenvuelve en una voz que le habla al protagonista, que le sugiere, que le rumora, que le da las pautas en busca de los responsables.
Una obra cuyo narrador se va la psique social de los asesinos: los primos Fernando y Heliodoro Montemayor (familiares de las víctimas), los carniceros Gabriel y Emeterio (cuyo rastro de sangre los llevó hasta su negocio); que da su nivel de actuante a la vox populi, en los alrededores de una ciudad hasta esos momentos pacífica; y que se va a los embrollos de una sociedad que se estremeció con una noticia en los periódicos y que alcanzó las esferas del poder y cimbró aun el sistema penitenciario de esos tiempos.
El protagonista, cuyo rastro que sigue en las geografías y calles se puede apreciar de manera obsesiva, se asomaba más allá de unas pistas de sangre que llevaron a quienes por una bolsa de dinero mataron a las mujeres de la casa, Antonia Lozano y Florinda Montemayor, madre e hija.
Ese hecho establece un punto de referencia al Monterrey de ese abril de 1933, y que es retratado por Hugo Valdés con una narrativa abierta a todas las posibilidades que da la novela, con la intriga basada en hechos reales.
La edición a la que se hace referencia es la de “El crimen de la calle Aramberri”, coedición de la UANL-Jus, que salió en 2008.