Desde hace cuando menos 16 años, Elena Poniatowska ha seguido los pasos del actual presidente Andrés Manuel López Obrador, “desde que él tenía el cabello negro y yo lo tenía rubio”, y a pesar de manifestar su admiración por él, también plantea ciertas diferencias.
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“Lo admiro, me parece que ha sido un principio muy difícil. No hubiera hecho nunca la división entre fifís y no fifís, porque finalmente soy superfifí, fifisísima”, asegura la escritora, quien además asevera que la mañanera no la realizaría todos los días, si acaso “dos veces por semana, porque me parece que es demasiado para los periodistas y para el Presidente, pero tampoco soy la presidenta, ni soy politóloga. Me habla mi instinto”.
En entrevista con MILENIO, a propósito de la aparición del primer volumen de El amante polaco (Seix Barral, 2019), cuenta que una de sus principales tareas en México ha sido compartir lo que sucede dentro del país, a partir de sus personajes y de sus hechos históricos, prácticamente desde su llegada, cuando contaba con 10 años de edad.
“Nunca he vivido en otro país, nunca he querido vivir en otro país. Pude vivir en Estados Unidos, en Francia, pero siento que mi país es México: México es el que me duele, el que amo, el que me ha dado todo lo que tengo. El solo hecho de ver el cielo azul todo el año, cuando venía de un país en el que llovía, nevaba… me parecía que había llegado al paraíso, porque el sol siempre te da una sensación de júbilo interior”.
Sin embargo, uno de los desafíos que se había planteado era el contar la historia del otro lado de su familia, los Poniatowski, ese lado real polaco que lleva en la sangre, para lo cual escribió una novela en la que no solo comparte el origen de la parte paterna de su familia, sino en especial fundirla con todo lo que ha sucedido durante su propia estancia en México.
“La curiosidad de conocer, sobre todo, a una familia: durante toda mi vida en México me dediqué a conocer todo lo que era este país, a entrevistar a los grandes mexicanos, a hablar de acontecimientos sociales de mi país y, bueno, para mí era importante, antes de despedirme y morir, saber quién es esa familia que me dio este apellido del que me siento muy orgullosa: Poniatowska”.
PATRIA E IDENTIDAD
En los países eslavos, el apellido de las mujeres termina en “a” y el de los hombres en “i”, porque así saben si eres hombre o mujer, de ahí la diferencia que se encuentra en el protagonista de El amante polaco, donde se refleja a una serie de personajes que han sentido una especial vinculación con su identidad, con la patria.
“Me encontré a hombres que se habían dedicado a la guerra, porque era un gran honor ser soldado y defender a tu país, defender a Polonia o a Francia; me padre es un héroe de la Segunda Guerra Mundial. Todo eso fue muy aleccionador para mí; es un orgullo pertenecer a una familia que siempre ha defendido a su patria.
“Yo también tengo una idea muy desarrollada de lo que es la patria, siempre pienso en México como mi patria, puesto que mi madre se llama Paula Amor Iturbe Escandón, puros apellidos mexicanos o españoles, pero también porque es algo innato entre los polacos: son fanáticos de lo que se llama la patria, porque han sido siempre muy atacados, viven entre vecinos que se los quieren comer, como Rusia, Alemania y Austria; un país muy heroico, muy religioso, muy católico, entre vecinos muy poderosos”.
En la novela, no solo está la revisión histórica de una familia que ocupa el poder en Polonia, en una época bastante compleja, se entreteje el propio paso de la escritora en su llegada a México y su integración a un país en desarrollo, “el país de Paula Amor, su madre”.
“Pensé que era más honesto ponerme a mí, porque muchos se hubiesen preguntado a título de qué habla, por qué habla de México, quién es esta ‘cucaracha’ que escribe sobre polacos”, en palabras de Elena Poniatowska, “y después del primer librito que escribí hace años, en 1953, Lilus Kikus, El amante polaco sí puede considerarse como la más personal, porque me permite verme como dueña de una vida muy afortunada, muy rica, con tres hijos de Guillermo Haro, quienes han sido una compañía extraordinaria”.
Y ADEMÁS
CONJUNTO DE NACIONALIDADES
Elena Poniatowska tiene 88 años de edad y distintas nacionalidades: nació en Francia, pero su padre era francés de origen polaco; su madre mexicana, con una bisabuela rusa y “una abuela estadunidense con la que viví hasta los 10 años y amé muchísimo: por mí sería china. Puedo ser de la Patagonia, pero también de Alaska”, aun cuando reconoce su pertenencia a la identidad mexicana, más que andar en busca de sus orígenes, en El amante polaco solo buscaba conocer un poco más su lado próximo a la “realeza”.