María Perroni se luce en 'El cuerpo en que nací'

La joven actriz comparte escenario con Tamara Vallarta y Paulina Treviño en esta obra original de Guadalupe Nettel.

Paulina Treviño y María Perroni. (Foto: Especial)
Ciudad de México /

Benjamín Cann leyó El cuerpo en que nací (2011), la novela autorreferencial de Guadalupe Nettel sobre la infancia y adolescencia en los 70 y 80, que habla de una joven liberal afectada por una discapacidad visual. Se conmovió a tal grado que quiso llevarla a escena.

Encontró en Bárbara Perrín complicidad para adaptar el relato al teatro, en un monólogo a dos voces, en dos tiempos, con dos personajes que son uno: Lupita, la protagonista, y Guadalupe, el futuro de esta.

La pieza se presenta en el Foro Shakespeare hasta el 26 de marzo, en funciones de viernes a domingo, con María Perroni como niña y adolescente, acompañada de manera alterna por Tamara Vallarta y Paulina Treviño en el papel de la narradora, ya adulta, de la historia planteada en esta bildungsroman (novela de formación) de Nettel.

Sin duda, uno de los mayores atractivos de la puesta en escena es el desempeño actoral, especialmente de Perroni (México, 2008), hija de los actores, productores y empresarios teatrales Mariana Garza y Pablo Perroni, quien desde los cuatro años ha venido consolidando una exitosa carrera.

Ella establece una conexión empática inmediata con el público durante su interpretación por la fortaleza y humor negro con que asume el papel de la escritora en ciernes, en contraste con la madurez de su coprotagonista, Vallarta o Treviño, que son su espejo del futuro, conciencia que reescribe en la autoficción el recuerdo encarnado.

Dos mujeres

Con escenografía abrumada por zapatos femeninos en el suelo y lámparas de diversos estilos y épocas en el techo, El cuerpo en que nací se desarrolla de manera lineal en el tiempo con Lupita, ella crece y se enfrenta a su discapacidad visual, al abandono de la madre, la misteriosa ausencia del padre, el conservadurismo, la estigmatización, la sexualidad, la diversidad, los prejuicios sociales y raciales, así como a la historia azarosa de su país, tribulaciones que sortea al hallar la identidad en lo que la distingue, sus defectos, su cuerpo.

Su discapacidad propicia el acoso escolar y materno pero, paradójicamente, la fortalece pues ve con mayor claridad su mundo, el cual enfoca con los libros.

En cambio, la Guadalupe adulta ve en retrospectiva frente a sí misma ese crecimiento; sus recuerdos a veces confrontan desde su seguridad en el futuro de la realidad que cuenta la niña y la adolescente, a la manera de esa frase de Ramón del Valle-Inclán: “Las cosas no son como las vemos sino como las recordamos”, parafraseada a su vez por la sentencia biográfica de Gabriel García Márquez: “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla”.

La intimista puesta en escena de Cann lleva así por primera vez una obra de Nettel con gran profundidad en el desarrollo del personaje en ese espejo temporal entre la actrices.

Además del sólido elenco y la dirección, la producción de Magnífico Entertainment con Claudia Sodi y Mariana Calderón se enriquece visualmente con el diseño de escenografía e iluminación de Matías Gorlero, el vestuario de Estela Fagoaga y la música original de Federico Schmucler y Julio Cann.

PCL

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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