Lo afro, fuera de los grandes relatos nacionales

Lo cierto es que las narrativas han servido a los vencedores, como reza el lugar común

Marisol Castillo en la obra Yanga, de Mulato Teatro. Especial
Jaime Chabaud Magnus
Ciudad de México /

García Márquez hacía una broma que ahora parafraseo mal: hay que apurarse antes de que lleguen los historiadores a contar los sucesos. Lo cierto es que las narrativas han servido a los vencedores, como reza el lugar común, y se suele excluir de ellos no sólo a los vencidos sino también a muchos personajes colaterales que contribuyeron a que los acontecimientos se precipitaran como lo hicieron. Y los grandes relatos nacionales no sólo los han contado los historiadores sino también los novelistas a partir del auge del género desde finales del siglo XVIII y principios del XIX para dar paso a otros medios incluso más poderosos.

De manera menos potente y con menos permanencia en el tiempo, el teatro hizo lo suyo y demostró su inmensa utilidad desde que los franciscanos, dominicos y carmelitas lo utilizaron en la conquista espiritual de las Américas. Con el surgimiento del cinematógrafo y luego de la televisión, quién puede dudar que la storytelling les pertenece hoy a tales medios sobradamente. 

En México la presencia africana ha sido borrada pese a los cientos de miles de africanos que fueron traídos de manera forzada desde el otro lado del Atlántico en la época colonial. Recientes estudios del investigador Kouakou Laurent Lalekou, de Costa de Marfil, en su ensayo “El laberinto de la invisibilidad de los negros en México”, demuestran la masiva participación de los africanos o de los descendientes de estos en la gesta de Independencia de México. Ellos pusieron la sangre y el cuerpo. El propio Morelos ha sido blanqueado por la historia. Lalekou anota: “Se cuenta que Morelos, capturado, fue objeto de burla por sus rasgos físicos y su color de piel. En una especie de sarcasmo, la Junta Conciliar estipuló que, en el remoto caso de que no se le condenara a muerte, debía ser deportado a África” (Aguilar, 1988). Así, la pregunta es: ¿cuándo desde el teatro, la literatura, el cine y la televisión se va a incluir a los afromexicanos en los grandes relatos nacionales? 

Traspunte

Un pendiente en el tintero 

Al menos desde la cultura, todo lo que la gestión que está por concluir hizo fue, en todo caso, cosmético y folclórico, nada de fondo respecto a la visibilización de la raíz afromexicana. Sigue siendo un pendiente que queda en el tintero para el siguiente gobierno.


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