En una colaboración pasada di cuenta de una reunión entre la comunidad dancística para reflexionar sobre las condiciones en las que se encuentra la Compañía Nacional de Danza y las propuestas que presentará la nueva administración.
El diagnostico no ha sido alentador cuando pensamos en las condiciones del arte nacional y peor aún cuando revisamos con detenimiento la danza.
Las constantes y recientes críticas hacia las condiciones en que se desempeña la Compañía han sido solo una muestra de este diagnóstico.
El proceso de encuentro, discusión y reflexión desencadenado en días recientes ha podido posicionar la agenda de la comunidad dentro del propio gremio y conseguido interés y participación. Pensar de modo colectivo cuál es la política cultural que requiere este país había sido ignorado por las autoridades y las instituciones, y postergado por la propia comunidad artística. En el mejor de los casos, hubo intentos individuales o aislados por la reflexión que desafortunadamente no derivaron en acciones o resultados, sino en paliativos inmediatos que no se extendieron a la totalidad del gremio ni a todas las áreas de desarrollo dancístico: ejecución, creación, docencia, investigación y difusión.
El esfuerzo de días pasados escaló a la conformación de un colectivo agrupado en torno a los temas discutidos con periodicidad y del que emanaron propuestas temáticas concretas para presentar a la administración entrante.
El pasado 12 de noviembre el colectivo llevó su agenda de reflexión al Foro Nacional de Derechos Culturales Dancísticos realizado en San Lázaro, con un programa bastante amplio y del que reconocen que hace falta sumar voces y propuestas.
Las mesas temáticas y sus ponentes fueron Centro de la Danza, a cargo de Jesús Laredo; Educación Dancística, expuesta por Consuelo Sánchez y Rocío Guzmán. Producción y difusión fue planteada por Laura Rocha e Isabel Beteta.
Para hablar de la Red de Festivales tomaron la palabra José Palacios y Juan Carlos Rodríguez. El financiamiento de proyectos culturales lo expuso Carmen Bojórquez. Para hablar de danza para niños y danza para jóvenes tomaron la palabra Irene Martínez y Víctor Tepeyotl. Sobre el festival México, ciudad que baila, hablaron Omar Armella y Jesús Laredo. Finalmente, para el importantísimo tema de la seguridad social, tomó la palabra Tania Álvarez.
Cada ponente intervino durante tres minutos y, aunque es un tiempo limitado para exponer todas las necesidades y retos, ha sido un inicio positivo para dar continuidad a una necesaria y urgente discusión que abone a mejorar las condiciones en las que se desarrolla la danza nacional en todas sus dimensiones.
El éxito de estos encuentros y discusiones no se circunscribe al mero reconocimiento o membrete calificador de la Cámara de Diputados, pues en más de una ocasión hemos atestiguado que derivan en letra muerta y la clase política no suele interesarse por darles alientos de vida. La participación continua y creciente del gremio es la que de verdad garantizará resultados útiles, incluyentes y permanentes.
Este proceso arrancado por el colectivo de distintas visiones y ámbitos de la danza representa la oportunidad de trazar una política cultural emanada de un espacio de reflexión que se propone salir de la inmediatez y la falta de visión a largo plazo para aterrizar en propuestas en las que la comunidad dancística se involucre. No dejar en manos de la clase política este importante proceso de reflexión y, por el contrario, sumar las voces de quienes vivimos cotidianamente la danza porque la entendemos más allá de un modo de subsistencia, es la invitación y el reto de quienes hacemos del arte una reivindicación de la dignidad humana.