“La realidad nos está dejando de piedra”. Luis Jorge Boone suelta la frase mientras recuerda algunos de los momentos más complejos de la realidad nacional, esa contada en los medios de comunicación, cuando se conoce de desapariciones o de cadáveres abandonados en fosas clandestinas y hasta en tráileres.
“¿Para qué narramos otras cosas, entonces? Llegamos al punto de no retorno, porque después va a salir una cosa peor. Ya es inimaginable, pero viene la necesidad de contarlo, de darle una dimensión humana de nueva cuenta y ahí es donde opera la capacidad de la narrativa: después del desconcierto vamos a darle una fluidez discursiva para participar en el conocimiento de esta verdad tan brutal”.
El escritor reflexiona a propósito de la aparición de Toda la soledad del centro de la tierra (Alfaguara, 2019), la historia de los desaparecidos de un pueblo, asolados por la violencia, a través de la figura de un pequeño en busca de padres que lo abandonaron.
“Una de las cosas de las que hablan los personajes es ‘ya me voy a ir’ o ‘ya no los quiero ver’. Lo dicen los familiares, el pueblo entero… Desde que encontré el título me lo imaginé como una especie de juego que se sale de las manos: los niños se
esconden, pero luego hay un momento en que a los adultos ya no los encuentras, nunca regresaron de ese escondite, se fueron y ya no los podemos recuperar”, cuenta el narrador y poeta coahuilense (1977).
Para Luis Jorge Boone, uno de los problemas al contar este tipo de historias es que suele hablarse demasiado de los grandes capos, de figuras a las que se les mitifica o se les endiosa, hasta convertirse en personajes narrativos envidiables o admirables, pero hacía falta hablar de los despojados, de “los dolientes, los que sobreviven y cargan con esa culpa tan ambigua y tan contradictoria”.
Si la escritura no resulta sencilla para muchos, en el caso de Boone el proceso resultó complejo, pues no había contado nada que le doliera de la misma manera, “siempre había sido un dolor más callado, más personal, pero éste me dolía desde otro punto. Ese dolor que te comunica con tu realidad, con tu momento, con las cosas que has visto y con las que has escuchado: el libro sí me dejó bastante cansado, aunque después me sentí contento de haberlo hecho. Uno no está aquí para sacarle al parche”.
Formación
Poeta y narrador, ha colaborado en revistas y suplementos literarios como Cuaderno Salmón, Hoja por Hoja, Laberinto, Letras Libres, Luvina, Replicante y Tierra Adentro.
Galardonado
Ganador del Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos en 2004, desde entonces ha triunfado en diversos certámenes en los géneros de la poesía y ensayo.