Lydia Davis: el arte de narrar con las palabras justas

Literatura

La Editorial Almadía acaba de publicar la antología Ciento cincuenta cuentos cortos, la cual reúne relatos y textos inéditos.

“Cuando escojo los temas no estoy pensando en lo que quiero decir; me doy cuenta que todo viene de una forma indirecta”. Editorial Almadía
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

La escritora estadunidense Lydia Davis (1947) está convencida de que el gran reto de la escritura es contar una historia con el menor número de palabras posible. Sí cuenta con relatos un tanto largos, pero al final el microrrelato le resulta mucho más cercano. Una forma que también se puede aplicar en las entrevistas: la brevedad es el sino de quien es considerada una de las autoras más representativas de una época en la que lo breve también se ha convertido en un emblema.

La editorial oaxaqueña acaba de publicar una antología bajo el título Ciento cincuenta cuentos cortos —con la traducción de Mauricio Montiel Figueiras—, en la cual se reúnen relatos de Desglose, Casi nada de memoria, Samuel Johnson está indignado, Variedades de inquietud, Ni puedo ni quiero, además de una serie de cuentos inéditos.

¿Por qué quedarse en el cuento como género?

Nunca quise ser novelista, siempre quise escribir cuentos cortos, pero está esa novela —El final de la historia​—, que llegó tal cual, como una historia larga y así era como se tenía que hacer. Desde siempre me identifiqué con las historias breves; sin embargo, tengo muchos proyectos y no descarto para nada la escritura de otra novela.

“Para esta antología se eligieron los cuentos más cortos; he escrito historias más largas. Los relatos más cortos se dieron durante la traducción que hacía de una novela de Proust, Por el camino de Swan, y tenía muy poco tiempo para trabajar, y no quería dejar de hacer mi propia obra. Siempre me interesó la forma más breve de contar una historia, ya sea un chiste o un juego, incluso, ponerme el reto de escribir la historia lo más corta, lo más esencial posible”.

¿Se interesa más por la forma que por el fondo?

Eso es un poco confuso, porque tienen que ser compatibles el uno con el otro. El tema resulta muy importante para mí, son asuntos que me tocan, que me generan muchas emociones; muchos vienen de conversaciones que escucho o que me dice gente de mi propia comunidad, lo que termina por definir la forma de un texto.

¿Qué le interesa decir en sus cuentos?

Cuando escojo los temas no estoy pensando en lo que quiero decir. Me doy cuenta que todo viene de una forma indirecta. Hay un cuento que se llama “Las vacas”, que surgió de verlas, que estaban muy cerca de casa. Solo estaban allí, paradas, y me gustaba mucho verlas, y al escribir el cuento me di cuenta que hablaba sobre cómo tratamos a los animales, que debemos ser buenos con ellos. Eso es lo que quería decir, aunque no me hubiese dado cuenta: el material viene primero y luego te das cuenta de lo que quieres decir.

¿Le gusta la poesía?

Leo mucha poesía, tengo muchos amigos poetas. Sobre todo, me gusta mucho la cualidad de la poesía de hablar de la naturaleza y del paisaje, pero lo que más me gusta es la economía del lenguaje, que con muy poco puedas decir mucho.

La traducción también es muy importante en su trabajo…

Disfruto mucho traducir, entrar al estilo de otro escritor; por ejemplo, cuando estaba traduciendo a Proust, hacer esas oraciones largas, esa estructura rígida, esa forma impulsiva con algunos temas, lo opuesto a lo que yo misma hago. Disfruto todos los tipos de escritura, sobre todo cuando entro en otra cultura, en otra lengua, es una forma de viajar, de salir de tu casa, estar en otro lugar con diferentes sonidos y tradiciones.

¿Por qué decidió publicar Ciento cincuenta cuentos cortos en Almadía?

Estuve en Oaxaca, conocí a Guillermo hace unos tres años, y me preguntó si no me gustaría hacer algo con ellos, publicar un libro, y como siempre he estado abierta a estos proyectos, me gustó la idea: era mi segunda vez en México, pero mi primera vez en Oaxaca y me hicieron sentir muy bien, muy cómoda; la experiencia, que disfruté mucho, fue elegir los cuentos específicamente para los lectores mexicanos: me inquietaba saber cómo serían recibidos. 

Una vida llena de reconocimientos

Como hecho anecdótico, en la mayoría de sus biografías aparece que fue pareja de Paul Auster, pero también podría decirse lo contrario, que un escritor llamado Paul Auster fue esposo de Lydia Davis: la narradora estadunidense ha sido galardonada con los premios más importantes en lengua inglesa, como Whiting Writer’s Award 1998, Lannan Literary Award 1998, MacArthur Fellows Program 2003, y finalista del National Book Award Fictionen 2007, incluso en 2013 obtuvo el Man Booker International y hasta la han reconocido con la Orden de las Artes y las Letras, específicamente por las traducciones hechas del francés al inglés, de Marcel Proust y Gustave Flaubert.


LAS MÁS VISTAS