La compositora Marcela Rodríguez (Ciudad de México, 1951) vuelve al ballet con Ciudad Delirio (2024), su debut en el género con una obra tocada por una orquesta sinfónica, que le fue comisionado para cerrar la gala de la Compañía Nacional de Danza (CND) por los 90 años del Palacio de Bellas Artes.
“Ciudad Delirio está pensado para que sea interpretado por la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y por alrededor de 30 bailarines. La coreógrafa Sonia Jiménez tenía ya una estructura, eso me facilitó la música. Nos sentamos, me dio su idea de que fuera sobre la ciudad y cómo se la imaginaba escena por escena. Yo traduje la música como ella me la fue sugiriendo”, comenta Rodríguez, autora también del polémico Himno de la Ciudad de México, estrenado en junio pasado por el gobierno capitalino.
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En entrevista en su casa de Coyoacán, Rodríguez también refiere que en octubre próximo estrenará una obra inspirada en un libro de Ida Vitale, su huésped en la visita que realiza la poeta uruguaya a México.
La gala Celebrando el 90 aniversario del Palacio de Bellas Artes tendrá 4 funciones los días 1, 3, 5 y 8 de septiembre, con 9 piezas y 4 estrenos entre ellas, en las que participarán Elisa Carrillo, Benois de la Danse 2019 y codirectora de la compañía; Katia Carranza, Selene Guerrero, Anaís Bueno, Braulio Álvarez y José Pablo Cuevas, quienes alternarán con Mayuko Nihei, Yoalli Sousa, Valeria Mariaud, Argenis Montalvo, Alejandro Hidalgo y Alejandro Mendoza, por la CND.
Ciudad Delirio, un ballet de alrededor de media hora inspirado en el poemario Ciudad Fisura, (Ediciones La Cuadrilla de la Langosta, 2024), de la misma coreógrafa Sonia Jiménez, cierra la gala.
“Me invitaron, no sé por qué, la coreógrafa Sonia Jiménez, que también es poeta, y Julia Cruz, una directora valenciana excelente, de 27 años, que está teniendo una carrera internacional impresionante y brillantísima, con una fuerza para dirigir buenísima”, comenta la compositora Marcela Rodríguez.
La compositora describe que la pieza se enfoca en un hombre en cuya soledad irrumpen las multitudes.
“El comienzo de Ciudad Delirio es un hombre en soledad absoluta; está meditando. Y, en determinado momento, llegan las multitudes de la ciudad. Es como la locura de la ciudad y luego la soledad. A veces se puede uno sentir más solo rodeado de gente. Es una obra muy dramática sobre la soledad y las multitudes”, comenta la artista, hermana de la directora de escena, dramaturga y actriz Jesusa Rodríguez y de la titular de Consejo Nacional de Población, la antropóloga social Gabriela Rodríguez.
Reitera que la composición de su nuevo ballet se facilitó por la idea que le dio la poeta y coreógrafa.
“Cuando me dan una estructura se facilita más la composición, que si tuviera que empezar con un papel en blanco, sin idea, que es como una pintura. Te vas imaginando la textura de los instrumentos. En este caso, es más sencillo porque se me da la idea de un hombre solo al que de repente llegan multitudes; está como loco con los sonidos en la cabeza, los ruidos de la calle. Todo eso aparece.
“Incluso hay un poquito de mariachismo, que pasa por Garibaldi, haz de cuenta. Y, de repente, hago hablar a la orquesta, hay murmullos que son como gotitas de lo que es Ciudad de México. A veces es difícil con el ballet decir cosas concretas; entonces hice hablar a la orquesta con los murmullos de la ciudad, dónde está el metro, a cuántas cuadras. Y, luego, la orquesta sigue otra vez”, expone Rodríguez.
La compositora, con más de 40 años de trayectoria, recuerda en la conversación que es la primera vez que estrena un ballet con una orquesta sinfónica, aunque hace unos 15 años presentó en Chicago uno para flauta y dos chelos, con Horacio Franco y Jean Eckart & Dancers; y otro más con David Athie.
“La gran diferencia de Ciudad Delirio con los otros ballets es que éste es con la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, con una orquesta muy grande. Es la primera vez que trabajo uno con una orquesta tan grande. Yo trabajo con orquesta sinfónica, tengo como 11 conciertos para instrumento y orquesta y muchas obras para orquesta sola, de cámara. Para mí trabajar con la sinfónica es muy cómodo, porque estoy con bastante experiencia y me gusta mucho la orquesta”, expone la compositora de óperas como La Sunamita (1991), con libreto de su esposo el filósofo Carlos Pereda, o Las cartas de Frida (2011).
Adelantó, además, que en octubre va a estrenar un cuarteto de cuerdas, con el Cuarteto White, basado en el poemario de Ida Vitale Léxico de afinidades, dentro del Foro de Música Nueva Manuel Enríquez.
“Es un libro divertidísimo, como un diccionario en el que Ida define palabras. Yo tomo tres de ellas para hacer tres movimientos con el tema de cada una”, comenta la anfitriona de la poeta uruguaya.
Y para mediados de noviembre también estrenará en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes otra pieza que tituló Torbellino, inspirada en sus pequeños nietos Leonora y Silvestre, que será interpretada por Horacio Franco, en la flauta solista, y la Orquesta de Cámara de Bellas Artes.
Subrayó su emoción de componer para una orquesta sinfónica, como es el caso de su nuevo ballet.
“Es una emoción impresionante. Aparte de tener hijos, es de las cosas más emocionantes; una orquesta sinfónica es uno de los inventos más maravillosos del hombre”, comenta la compositora mexicana.
En Ciudad Fisura, el poemario de Sonia Jiménez, se basó Ciudad Delirio. Aquí un fragmento:
“Te has perdido entre la multitud. Quedas a flote sin norte o este, mientras susurran los cuerpos a tus costados. Todo parece ir con premura, una sinfonía de pulsos que convierte la existencia en tiempo. Y tú, naturaleza inmóvil, piedra respirante sobre el mármol del Palacio, ese en donde te has deslizado tantas veces y ahora no reconoces. La escena se ha vuelto insólita, habitantes con bocas clausuradas, máscaras de plástico: millones de caras engloban una sola cara. El planeta comienza a dar vueltas, decidió aumentar su velocidad de rotación, nadie lo distingue, te lanzas al suelo en búsqueda de estabilidad, nadie te mira, como si tu piel fuera límpida, nadie te ampara, humana herida, aúllas, las voces a tu alrededor provocan una ventisca, aúllas, nadie se acerca, delirante, no cabes en su mundo. El miedo es del color de esta tarde. Percibes el entorno en cámara lenta, se abre tu juicio, ahí, derramada a mitad de la aglomeración, estás sola, aunque a centímetros toques la vida”.
PCL