1968: La Universidad Autónoma de Puebla (UAP) levanta antes de diciembre la huelga que había iniciado previo a la masacre del 2 de octubre; para el último mes del año el ambiente, aparentemente en calma, se quedan en suspenso para el año siguiente, el de la campaña para la presidencia de la República, para la cual el único candidato, del único partido, Luis Echeverría Álvarez, inicia con un discurso de una aparente conciliación con las universidades, no sólo la UAP, sino también la UNAM, las del resto del país que habían estado en lucha hace 50 años, y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Y sí, la calma era aparente: los universitarios poblanos todavía hicieron dos manifestaciones en octubre, una para exigir castigo a los responsables de la masacre en Tlatelolco y otra para impedir la creación de una fundación que, en realidad pretendía que los alumnos pagaran el 50 por ciento del costo de su educación.
El 4 del mismo octubre inició la detención de líderes estudiantiles poblanos: ese día Joel Arriaga fue “desaparecido”; el 28 en pleno centro de la ciudad (Avenida 5 de Mayo, entre 8 y 10 Poniente) seis líderes fueron detenidos y, a principios de noviembre, fueron aprehendidos a una calle del Edificio Carolino José Luis Toscano y Federico López.
Cabe recordar que en el 68, el Frente Universitario Anticomunista (FUA) había intentado impedir la huelga desde la Escuela de Medicina, a través de su consejero alumno, lo cual no consiguió.
Así es que en Puebla la lucha universitaria, no había concluido; los alumnos y maestros, regidos por una junta administrativa de cuatro profesores, desde 1967 hasta 1971: Rolando Revilla Ibarra, Joaquín Sánchez McGregor, Amado Camarillo y Antonio Osorio García tenían, entre sus peticiones el aumento de subsidio federal, el cual había sido prometido y no llegó a las arcas universitarias, ni en el 68 ni en el 69, lo cual provocó la nueva salida de los alumnos de la UAP a las calles para exigir su entrega.
Hace medio siglo se había incumplido también la promesa de terminar la construcción de la Ciudad Universitaria (CU) y su entrega en el sur de la capital poblana, pues los gobiernos estatal y federal, quienes iban a aportar los fondos, declararon no tenerlos.
Con la intervención de la Fundación Jenkins, es precisamente un año después de la masacre de la Plaza de las Tres Culturas, y también con un ánimo de congraciarse con los universitarios poblanos, que inicia la entrega de la Ciudad Universitaria.
Mas las luchas internas en la UAP continuarían todavía durante algunos años, al menos hasta 1975, cuando el entonces rector Luis Rivera Terrazas, el gobernador en funciones, Alfredo Toxqui Fernández de Lara, y el nuevo arzobispo poblano, Ernesto Corripio Ahumada, logran desarmar, literalmente, a los grupos en pugna dentro y fuera de la universidad.
Escisiones sesenteras
Cabe recordar que, dos años antes de la estabilidad lograda en 1975, se había dado la escisión que se había anunciado desde los inicios de la década de los años sesenta: en 1973 se funda la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), impulsada por el FUA y El Yunque, ambos organismos de la derecha poblana y nacional, que durante los años sesenta había estado en pugna con los “Carolinos”, o democráticos, quienes finalmente continúan, en la década siguiente, con la exigencia de las demandas estudiantiles ante los gobiernos estatal y federal.
El FUA se había creado en la UAP esencialmente con estudiantes provenientes de escuelas confesionales, originalmente apoyado y promovido por los jesuitas, después por los lassallistas y sus consignas en las manifestaciones eran "¡Viva Cristo Rey!" y "¡Cristianismo sí, comunismo no!".
Uno de sus fundadores, y por ende fundador de la Upaep, fue el recientemente fallecido Manuel Díaz Cid, quien estudiaba contaduría pública en la UAP.
Como lo afirma el investigador Nicolás Dávila Peralta, el FUA era una organización "fachada" que servía para reclutar gente para El Yunque, cuyo fundador, Ramón Plata, fue asesinado en Puebla sin que hasta hoy se haya aclarado el homicidio.
En ese contexto, después del 2 de octubre del 68, mientras los “liberales, anticlericales y nacionalistas” “Carolinos” buscaban establecer un rector que sustituyera a la junta de cuatro notables, exigía mayor subsidio y la terminación y entrega de la Ciudad Universitaria, los Fúas trabajan en sentido contrario hasta que cinco años después lograron escindirse, refugiados inicialmente en una escuela confesional.
Años construidos
La construcción de la Ciudad Universitaria había iniciado el 4 de junio de 1965 y fue inaugurada, simbólicamente el 25 de enero de 1969 en el Salón de Cabildos del Ayuntamiento, cuando fue “entregada” a la ciudad por el representante de la fundación Jenkins, Manuel Espinosa Yglesias. Es decir, no hubo un acto oficial dentro de la propia universidad, ante la junta que la gobernaba ni ante el Consejo Universitario.
Para el investigador Nicolás Dávila Peralta (especialmente en “50 años de autonomía universitaria. 1956—2006”), la década de los sesenta dejó el beneficio de la Ciudad Universitaria que significó amplitud de diversas escuelas y el reacomodo de otras, pero si bien tenía eficiencia terminal (como se le llamaría después) en las carreras tradicionales “carecía de investigación científica y extensión universitaria” lo cual, como se sabe, es lo que distingue a una verdadera universidad.
El anterior es el caso de la gran mayoría de las instituciones que hoy, en Puebla, son llamadas universidades: carecen de investigación científica y extensión universitaria, independientemente de sus planes de estudio y plantas de profesores.
Porros de porra
Si bien don Pedro Ángel Palou Pérez consideró siempre, y con base en el apoyo recibido, que el gobernador interino Aarón Merino Fernández entre 1964 y 1969 fue el mecenas de la Puebla cultural moderna, el investigador Nicolás Dávila considera, con base en documentos y testimonios, que durante su mandato se inició el porrismo en la universidad: grupos de choque, originalmente miembros de porras o grupos de apoyo deportivo, utilizados a conveniencia de grupos políticos.
Lo anterior provocó, asegura Dávila Peralta, el enfrentamiento entre porros “oficiales” es decir, liderados y pagados por funcionarios públicos estatales que, apoyados por integrantes de Juventud Nueva y el Movimiento Cristianismo Sí, creado y apoyado por el FUA y El Yunque, enfrentaron a los fortalecidos miembros del Partido Comunista al interior de la UAP.
Una nueva crisis llegó a la universidad: Rafael Moreno Valle, militar enviado por Gustavo Díaz Ordaz llegó a la gubernatura (pero no concluyó su gobierno), y la renuncia de Sánchez McGregor a la Junta de gobierno universitaria.
Era 1969 y la derecha y grupos apoyados por el gobierno estatal pretendieron desaparecer la figura del rector para hacer institucional la junta, lo cual, a pesar de haber sido aprobado dentro de la UAP no llegó al Congreso del Estado, donde debería aprobarse y hacerse cumplir.
La falta de recursos, por lo cual habían luchado los estudiante y maestros de la UAP, hizo que ese año de 1969 se limitara el acceso a la Escuela de Medicina y a la prepa Benito Juárez (en sus versiones diurna y nocturna), lo cual empujó aún más la vieja demanda de una prestataria "Popular". Así nació la” Emiliano Zapata”.
Pero eso ya fue en otro año, en otra década.
Lo que siguió en 1969 y por lo menos hasta 1975 no fue la continuación del Movimiento Estudiantil del 2 de octubre de 1968 de la Ciudad de México, al cual apoyaron los universitarios poblanos, sino la continuación de por lo menos 15 años de lucha que se sintetizaron en el viejo lema de la “Universidad crítica, democrática y popular”: “Pensar bien para vivir mejor”.