Sin saber si existirán en un futuro más presentaciones, en contexto del Festival Internacional Cervantino se presentó MERCAN. Anunciada como una obra de teatro, no necesariamente es eso, pues a decir de la actriz Sophie Alexander-Katz, en el papel de Carmen Aldama, se puede considerar algo más cercano a una “experiencia”.
La pieza es una coproducción de la Compañía Puño de Tierra y tiene su origen en la película Perdidos en la noche, de Amat Escalante. Es un relato biográfico basado en la vida de Rigoberto Duplás y Carmen Aldama, dos personajes y, al mismo tiempo, conceptos generados por su autor y director, Fernando Bonilla.
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La puesta en escena abrió una interrogante indescifrable de principio a fin, mediante la problematización de temas como la censura, la cancelación y el morbo en el medio artístico.
“Aprovecho para problematizar temas bastantes delicados y espinosos como es la cultura de la cancelación, y particularmente con su relación con el arte, además de explorar los distintos rostros que puede tener la violencia dentro de los procesos creativos. Hay una dosis importante de narrativa audiovisual, además de escenas con un sentido más dramático y hay una interacción importante con la audiencia”, explicó Bonilla.
Se realizaron dos presentaciones en el Teatro Cervantes de Guanajuato, pero el equipo confesó que no saben si este proyecto llegue a otros escenarios, tal vez por el proceso que exige para ser realizado.
Además de Sophie Alexander-Katz, Fernando Bonilla y Antonio Vega, en el escenario estuvieron Zaira Campirano y Andrés Mota: “Ella es diseñadora gráfica visual y él diseñador sonoro, y ellos crearon piezas en tiempo real”.
“En cuanto a Tony y Sophie, se integraron en la parte final porque esto lleva dos años de escritura y de gestación, y lo que nos interesaba que hubiera en el tema de los actores es una sensación como de media cocción: ellos están en el escenario partiendo de sí mismes y acatando lo que yo les iba pidiendo que hicieran desde la dirección. Es decir, hay escenas que hemos trabajado, que tienen bien estudiadas, pero que no sabían en qué orden se contaban o sucedían, porque la idea es crear esta pieza, que es como una ameba que va mutando y cambiando y que se va contaminando de lo que sucedía en cada función”, comentó su director.
Sophie Alexander acepta que le dio emoción estas presentaciones porque es la primera vez que se enfrenta a una pieza con este formato. “Es la primera vez que enfrento un proyecto en donde me paro en el escenario junto a mi compañero Antonio Vega y hay partes de la obra que no teníamos claras y que en ese momento nos indicaban qué hacer: sí les confieso que esto me generó un vértigo impresionante, pero por lo mismo estoy ahí”.
En MERCAN hay escenas que estuvieron marcadas, agrega la actriz, “y donde sabíamos a dónde teníamos que llegar, pero hay grandes partes de la obra donde estuvimos expuestos a todos los estímulos visuales, sonoros y guiados a través de Fernando Bonilla. Es un proyecto bastante particular. No sabemos si estas serán las únicas dos presentaciones que vamos a tener, porque llamarla una obra de teatro, ni siquiera estoy segura que lo que presentamos abarque el título de una obra de teatro formal, creo que más bien es una experiencia junto al público”.
Esta pieza habla del juicio o prejuicio que se tiene sobre cómo juzgar ética y moralmente el arte, pero el cuestionamiento fue: ¿se puede? Entonces, ¿cómo se juzga si una obra de arte o una pieza teatral es válida o no, o debe ser cancelada o no? Además, en el proyecto también se tocó otro tema: la utilización de la mujer como objeto.
Finalmente, Antonio Vega dijo que en este proyecto una de las bases es “confiar en el director y estar atentos durante la función y confiar en lo que se trabajó durante los ensayos”.
PCL