En el vestíbulo del Museo Soumaya de Plaza Carso, los visitantes se sorprenden con el Biombo de la Conquista de México (1683-1687), uno de los ocho que existen en América y en Europa.
Con esa obra, en el museo se realizó un montaje para hacer memoria de cinco siglos de la Conquista, acaecida el 13 de agosto de 1521, y en consecuencia del nacimiento de la Ciudad de México. Esta joya de la época colonial consta de diez paneles que conducen al espectador hacia los pasajes de la historia que van del arribo de los españoles a las costas del Golfo de México, pasando por el encuentro con Moctecuhzoma hasta la caída de Tenochtitlan, dice Alfonso Miranda Márquez, director del Museo Soumaya.
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El biombo, que mide dos metros de altura por 5.6 centímetros de profundidad, perteneció a la familia Ginori-Lisci de Milán. Llegó a los fondos del Museo Soumaya tras haber sido adquirido en una subasta en 2019, y “es el más completo de los que existen en el país”.
“Por su riqueza artística fue declarado Monumento Histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. La pieza es parte sustancial de la historia. Por ello, hay museos, como el Prado, que exhiben una obra similar”.
Miranda Márquez señala que, de acuerdo con la doctora Elisa Vargaslugo, estas obras eran del tamaño de los llamados biombos para el estrado, y fueron promovidas por el trigésimo segundo virrey de la Nueva España, José Sarmiento Valladares, conde consorte de Moctecuhzoma Xocoyotzin y de Tula, quien gobernó entre 1696 y 1701.
En el mundo virreinal, los biombos se consideraban objetos suntuosos realizados por pintores imagineros y doradores y, aunque son escasos, los Museos Franz Mayer y Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec cuentan también con un Biombo de la Conquista con diez paneles, dentro de sus colecciones.
“A diferencia de este biombo, que es original y resguarda el Museo Franz Mayer, se completó, es decir, se recreó una parte, pues la última hoja se perdió. Eso fue posible gracias a una investigación en el siglo XX, enriquecida con la imagen del biombo que resguarda el Museo Nacional de Historia”, subraya el especialista.
La obra más cercana, el mejor ejemplo de cómo se utilizaron estas piezas en el siglo XVII, es el biombo del Museo Soumaya, el cual, con base en diversos estudios, podría adjudicarse a Pedro Villegas.
En el reverso de este biombo, y de los demás, está la imagen de “La muy noble Ciudad de México”, la cual, subraya Miranda Márquez, es parte de una obra del arquitecto Juan Gómez de Transmonte, y se conoce como “forma levantada de Ciudad de México”, una estampa de 1628 que incluye un total de 71 templos e iglesias, la Basílica de Guadalupe, la Catedral Metropolitana y el Bosque de Chapultepec.
En el castillo de Chapultepec
De acuerdo con la dirección del Museo Nacional de Historia, enclavado en el Castillo de Chapultepec, el Biombo con escenas de la conquista de México, que resguarda, es un óleo sobre tela montado en diez hojas, de 1.91 por 5.40 metros, cuya manufactura se debe quizá al taller de pintura de los hermanos González.
El biombo, del siglo XVII, fue adquirido en España por José Fernando Ramírez en 1859. Se sabe que perteneció a la familia de don José Sarmiento Valladares y Arines, conde de Moctecuhzoma, quien tal vez lo mandó confeccionar durante los años en que fue virrey de la Nueva España (1696 -1701).
En el Franz Mayer
El Biombo de La Conquista, del Museo Franz Mayer, en palabras de su directora Alejandra de la Paz, es una recreación imaginaria, sin una secuencia cronológica ni una representación realista de la caída de Tenochtitlan. Señala: “es muy interesante que en la cara del biombo donde se pinta la Conquista se mencionan a algunos de los héroes de Tenochtitlan, y no a los españoles que participaron en las batallas. Se alude así a Moctezuma, Cuauhtémoc, Ipaneca, Tzmalpopoca, Lamalitz y Zagualcoiol”.
nerc