Monumento, símbolo del colonialismo: López Luján

Cristóbal Colón

Para el arqueólogo, con su retiro de Reforma se busca “evitar que se cumplan las amenazas iconoclastas de los últimos días”.

Para Irma Pineda, este tipo de obras representa “el genocidio de los pueblos”. (Foto: Jesús Quintanar)
Jesús Alejo Santiago y
Ciudad de México /

La madrugada del sábado 10 de octubre, el gobierno de la Ciudad de México, con el apoyo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), retiró el conjunto escultórico dedicado a Cristóbal Colón, ubicado en la glorieta que lleva su nombre en Paseo de la Reforma, con el argumento de que sería restaurada.

Durante el transcurso de ese mismo día, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, llamó a reflexionar sobre la pertinencia de regresar la escultura, tomando en cuenta lo que significa Colón. En caso de que se resuelva, a través de una consulta, que la escultura no regrese, la pieza acabaría en uno de los patios de algún inmueble gubernamental, confirmó a MILENIO, Alfonso Suárez del Real, secretario de Gobierno de la Ciudad de México.

Suárez del Real precisó que la jefa de Gobierno: “nos invitó a hacer una profunda reflexión de cara al año 2021 sobre la pertinencia o no de que este monumento permanezca. Hay un cambio de actitud social que existe no solamente en México sino en el mundo, en relación a lo que en antaño se consideraban como héroes del colonialismo”.

“La historia no se pierde por reubicar los monumentos. Diría que, a pesar de haberse destruido estatuas de los colonizadores en diferentes partes de Estados Unidos y Europa, la historia no se ha borrado”.

De acuerdo con Suárez del Real, en caso de que se decida que la escultura no retorne a la glorieta, no se arrumbaría en una bodega: “se ubicaría en un espacio, donde esté bajo resguardo, por el valor del trabajo del escultor. Hay que recordar que, durante la Independencia, El Caballito, de Manuel Tolsá, estuvo guardado en lo que fue el Palacio de la Inquisición”.

El funcionario precisó que existen “algunos patios conventuales de edificios de las instituciones federales que pudiesen albergarlo, porque se trata de un conjunto escultórico de un valor estético notable”.

Ante el revisionismo histórico, reconoció que para evitar que puedan dañar a la escultura ecuestre de Carlos IV, ubicada en la explanada Manuel Tolsá, ya se han tomado las medidas pertinentes. “Estaremos poniendo una valla que resguarde tanto el pedestal como la estatua para velar por su integridad”.


Cuestionamientos

Para el arqueólogo Leonardo López Luján, parecería sospechosa la iniciativa de desmontar un monumento para restaurarlo, sobre todo cuando no ha sido la usanza entre los especialistas de la conservación, y dada la proximidad del 12 de octubre.

“Se vislumbran otros móviles, en particular, evitar que se cumplan las amenazas iconoclastas de los últimos días. Recordemos que recientemente, en países como Estados Unidos, Colombia, Inglaterra o Bélgica, numerosos monumentos que exaltan un pasado colonialista o esclavista han sido destruidos”.

El especialista recordó al historiador Alfredo Ávila, un convencido de que los monumentos no sólo hablan de los personajes y el momento histórico que representan, sino también de quienes los erigieron y su circunstancia: “aclaremos, en ese sentido, que el monumento a Colón fue una iniciativa del empresariado mexicano en los inicios del Porfiriato para legitimar una política neocolonial”.

“Aplaudiría la iniciativa de la doctora Sheinbaum para reflexionar sobre la pertinencia de que estos bronces sigan ocupando un lugar de privilegio en la avenida principal de nuestra ciudad, sobre todo porque —parafraseando a Ávila— los monumentos también nos hablan de quienes los conservan en pie. Ahora es cuando debemos cuestionar los símbolos de un pasado colonial, máxime cuando hoy se sigue tratando paternalistamente a los indígenas, se les mantiene en condiciones de pobreza extrema, y se les impone la construcción de un tren neocolonial que destruirá sus comunidades, sus selvas y su patrimonio arqueológico”.


Representa la opresión

La escritora Irma Pineda reconoció que entre los pueblos originarios existe la idea de quitar monumentos porque no representan a los pueblos indígenas, además de recordar el derramamiento de sangre. “El México que ahora conocemos se montó sobre la sangre de muchos indígenas. La invitación es que sí se retiren estos monumentos, que son símbolo del genocidio de los pueblos; incluso, replantear la nomenclatura de los sitios, calles y plazas que involucran a estos monumentos”.

“La reflexión histórica se puede dar a partir de la memoria, de contar los hechos como ocurrieron y darle la voz a los vencidos. La historia puede contarse de muchas maneras y no necesariamente a partir de un símbolo físico, que termina siendo negativo”.

Hubert Matiúwaa, escritor tlapaneco o me’phaa, de la Montaña Alta de Guerrero, aseguró que ese tipo de monumentos no son más que símbolos de opresión, reafirman el pensamiento colonizador; incluso, las masacres siguen ocurriendo, como sucede con la mayoría de los defensores indígenas de derechos humanos que son asesinados. “Justo en esta fecha se cumple un año de la desaparición y asesinato del defensor de los derechos humanos Arnulfo Cerón Soriano”.

“Quitar una estatua no resuelve estos problemas, pero sí es necesario conocer la historia de esos monumentos. En lugar de convocar a reflexionar sobre eso, se debe empezar por trabajar sobre los temas de violencia existentes, el racismo, el despojo de los territorios por empresas extractivas y gobierno, con la visión de progreso según las necesidades del mercado, un progreso que es privilegio de unos y muerte de otros”.

Alejandro Rosas, divulgador de la historia, remarcó que si se quitó la escultura para su restauración “me parece perfecto. Si nos quieren dar de nueva cuenta atole con el dedo, eso me parece terrible, porque seguiría siendo esta política de opacidad y esta idea de ir quitando y quitando monumentos, placas y demás que hablan de personajes que, quizá, son incómodos para la nueva historia oficial”.

“La peor estupidez que puede cometer el Gobierno, ya sea el de la Ciudad de México o el federal, es pensar que quitando monumentos o placas se difunde la historia. Si realmente quieren una reivindicación de lo que ha sido el pasado necesitarían abrir espacios para la divulgación, para la difusión. El hecho de quitar una estatua no ayuda en nada a la comprensión de la historia. Estamos exactamente en el mismo rumbo de la historia oficial, creada en el siglo XX, pero ahora en el XXI con este nuevo régimen”.


Discusión bizantina

El escritor Eugenio Aguirre aseveró que Cristóbal Colón debe merecer “todo nuestro respeto y admiración. Hizo, en una forma quizás no premeditada, un descubrimiento que marcó la historia del mundo y tampoco tiene que ver con alguna masacre. El encuentro se da en 1492 y la conquista se inicia en 1519, entonces no tiene nada que ver Colón con las masacres que se le adjudican en una forma arbitraria”.

Para la historiadora Isabel Revuelta, se trata de una idea que va en contra de la misma historia, porque la historia es eso: recordar, no necesariamente idolatrar: “Me parece hasta una discusión medio bizantina, porque nadie está diciendo que adoremos, ni que generemos homenajes: son hitos, son marcas, de sucesos que ocurrieron, procesos que sí ocurrieron. Se me hace un despropósito preguntar, no usar la historia para lo que es: recordar, romper el tejido del cual estamos hechos”.

La escritora y promotora Susana Bautista Cruz recuerda que hoy, 12 de octubre, se van a realizar diferentes movilizaciones de resistencia del movimiento indígena a nivel continental, “por lo cual es indispensable hacer una resignificación de este día, al revisar la historia y asumir que fue un genocidio en contra de los pueblos originarios. Es pertinente un cambio de denominación y, en lugar de ser el Día de la Raza, que sea de respeto a la diversidad cultural”.


Regresarla al pedestal

José Canseco, coordinador del Grupo El Caballito Conservación, que creó el cronista Guillermo Tovar de Teresa para denunciar la intervención que dañó la escultura ecuestre de Carlos IV, de Manuel Tolsá, afirmó que lucharán porque la estatua de Colón regrese a su pedestal en Paseo de la Reforma, donde ha permanecido durante los últimos 143 años.

“Esta revisión histórica, lamentablemente es una moda de odio al pasado. No se puede imponer esta visión y dañar el paisaje cultural y urbano, característico de una avenida como Paseo de la Reforma”, afirmó Canseco.

​PCL

  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

LAS MÁS VISTAS