El Museo Nacional de Antropología, recinto ubicado en Paseo de la Reforma dedicado a la conservación y difusión de colecciones arqueológicas y etnográficas, se fundó el 17 de septiembre de 1964 y desde entonces ha sido testigo de momentos históricos en la historia cultural del país.
Uno de ellos ocurrió en sus albores, con el traslado del monolito de Tláloc desde el poblado de Coatlinchán, en el Estado de México, hasta su sede actual. Pero la situación de este museo que mayor indignación y seguimiento mediático provocó, fue el robo que sufrió en 1985 a manos un par de jóvenes sin experiencia previa en hurtos: Carlos Perches y Ramón Sardina.
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Cómo fue el robo al Museo de Antropología
El 25 de diciembre de 1985, en plena navidad, fue la fecha que los dos estudiantes de veterinaria en la Universidad Nacional Autónoma de México eligieron para realizar el mayor robo de piezas arqueológicas en el país. Pero lograr este delito no fue fortuito para Perches y Sardina, pues llevaban varios meses frecuentando el museo con el fin de observar las rutinas del personal, el diseño de las instalaciones y lo que se llevarían.
“Se sabe que los ladrones saltaron la barda metálica del museo, ubicada sobre Paseo de la Reforma y luego de cruzar el jardín penetraron por una escalera hacia el sótano, se introdujeron por los ductos de aire acondicionado hasta llegar a las salas de exhibición y, una vez dentro, tardaron alrededor de tres horas – entre 1:00 y 4:00 de la mañana - en robar 140 piezas de las salas Maya, Oaxaca y Mexica”, recuerda el Museo en su página web.
La ausencia de vigilantes durante el hurto se debió a que, en lugar de seguir el protocolo de seguridad que les marcaba recorridos constantes por las instalaciones del sitio, se dedicaron a celebrar la Navidad. El crimen se descubrió hasta el cambio de guardia, a las 8 de la mañana.
Qué piezas hurtaron
“La casi totalidad de los objetos procedentes del Cenote Sagrado de Chichen Itzá; casi toda la ofrenda original de la tumba de Palenque; casi el total de los objetos de oro procedentes de la Sala Mixteca en exhibición; la famosa máscara Zapoteca del Dios Murciélago y la invaluable escultura azteca que representa a un mono, constituyen el conjunto del más grande despojo que se haya hecho al patrimonio arqueológico mexicano y el más grande e importante robo sufrido por ningún museo de nuestro país ”, informó el Boletín de prensa que emitió el INAH para dar a conocer el robo.
Reacción tras el robo
Miguel de la Madrid, presidente en ese entonces, de inmediato pidió procurador que comenzara la investigación. En esta pesquisa participaron la Dirección de Servicios Periciales de la Procuraduría General de la República, el Ministerio Público, la Policía Judicial Federal, la Secretaría de Relaciones Exteriores, las autoridades de la Secretaría de Educación Pública y del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Además, se contactó a la Secretaría General de la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) para notificar el robo; el aviso se dio a 158 países “junto con un expediente que incluía fotografías, huellas dactilares y pruebas periciales que pudieran contribuir en las investigaciones. Por su parte, la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Antropología reunió la cantidad de 50 millones de pesos para entregarla como recompensa a la persona que proporcionara datos que condujeran a la recuperación de las piezas”, indica la web del Museo.
Las autoridades comenzaron a indagar entre los coleccionistas privados del país, mientras los dos estudiantes mantenían el motín dentro del closet de uno de ellos. La llegada del mundial de 1986 relajó la tensión sobre el caso, aunque la investigación siguió su curso con diferentes hipótesis, siendo la más destacada que los ladrones eran parte de una banda profesional dedicada al robo de arte.
Detención de Carlos Perches
“Perches, convencido de que el gran valor de su botín era inamovible, se trasladó a Acapulco donde entabló relaciones amistosas y laborales con narcotraficantes. Y fueron precisamente estas relaciones las que condujeron a una pista que llevó a su captura”, señala el INAH.
Tras la captura de Salvador Gutiérrez El Cabo el 1 de enero de 1989, éste decidió colaborar con la policía en el caso del Museo para lograr reducir su condena, pues había trabajado con José Ramón Serrano, un importante capo de Acapulco a quien Perches le había ofrecido algunas piezas.
En junio de ese año, tras seguirle la pista y comprobar su responsabilidad en el delito, la policía detuvo al joven veterinario, quien sería asesinado en prisión años después. Además, Luis Perches Treviño (hermano de Carlos), Isabel Camila Masiero Princesa Yamal (quien tenía una relación con Ramón Serrano), Gary Nathan, Juan Castillo Carriles y Hugo Pérez Radilla también fueron puestos tras las rejas por encubrimiento. Mientras tanto, Ramón Sardina, que mantuvo un perfil bajo, logró escapar con 7 piezas; a la fecha sigue prófugo.
“El 12 de junio de 1989 las portadas de la prensa nacional anunciaron la recuperación de las piezas y en las emisiones subsecuentes se fueron narrando los detalles de la investigación y las claves que permitieron el esclarecimiento del robo. Dos días después, en un acto profundamente nacionalista, el presidente de la república realizó la entrega oficial de las piezas recuperadas”, recuerda el Museo Nacional de Antropología sobre el suceso que fue llevado recientemente a la pantalla grande a través de la película Museo (2018).
yhc