Necesito lucidez para poder trabajar: Contreras Nieto

Entrevista

El ex comisionado de los Derechos Humanos y ex Procurador relata su vida como escritor y lejos del servicio público.

Poco a poco la literatura desplazó en su biblioteca al derecho. (Claudia Aguilar)
Claudia Hidalgo
Toluca /

Contrario al camino que muchos han tomado, el ex procurador General de Justicia del Estado de México, ex titular de la Comisión de Derechos Humanos y ex secretario de Medio Ambiente, Miguel Ángel Contreras Nieto, cambió la política por los libros y en sólo unos dos años y medio ya va por su cuarto libro literario.

El haber escuchado sórdidas historias en los separos de la procuraduría, la lucha por los derechos humanos y el ambiente, pero sobre todo el amor que desde siempre ha profesado a la lectura lo llevo a inclinarse por escribir historias, algunas fantásticas; otras, una tenue combinación entre el realismo y la ficción.

La formación que tiene lo lleva a escribir de manera metódica, con una libreta de apuntes para cada libro, en un ambiente en completo orden, muy alejado a quienes imaginan a seres casi desquiciados, transformándose en decenas de personajes a la vez, con papeles y apuntes por todas partes, aislados de la realidad.

El crear no impide al escritor salir, pasear con su familia, acudir a restaurantes, cuidar su campo de futbol, tener colecciones, seguir enterado de lo que sucede fuera, ni leer otros cinco o seis libros al mismo tiempo y mucho menos observar, admirar, reflexionar y recrear lo que sus sentidos perciben.



¿Cuándo pensó en dedicarse a escribir? 


Hace aproximadamente 10 años, pero al mismo tiempo me inscribí en una escuela de escritores de Madrid para aprender técnica literaria. Todo ha tenido su técnica y su tiempo.

Cuando dejé el servicio público, cuando me jubilé, me dediqué de lleno a escribir. Tengo “Violetas para Luisa y otros cuentos” “Kalim y el Dragón” “La Casona” y este semestre está por salir “Valeria”, mi primera novela con una editorial comercial.

¿Extraña el servicio público?

La verdad no. Creo que hay etapas en la vida y si tú las agotas de la forma en que crees que es la adecuada no hay más que hacer.

Claro, que habrá opiniones; al final lo que importa es lo que creas, lo que pienses respecto a lo que tú mismo quisieras de ti. No lo extraño. En su momento di lo que creí que podría dar. Fueron más de 30 años.

Este proyecto es el proyecto de mi vida. Muchos suspicaces me decían “no, tú vas a regresar mañana, en el próximo sexenio, vas a estar en el gabinete…”

Para mí ya es una etapa agotada la del servicio público, ahora mi vida, mi etapa profesional es ésta.

¿Cuál es la rutina diaria?

Yo escribo mejor por la mañana, me siento más lúcido, con la mente tranquila; de las 6:00 a las 10:00. Luego desayuno, hago jardinería, ejercicio, siempre he hecho, creo que es fundamental para cualquier persona, para la mente y para el cuerpo, ya por la tarde leo un par de horas o un poco más. Convivo con mi señora y con mis hijos.

Como escritor no soy lo que se pudiera pensar: caótico, tampoco es lo mío el desorden, desde que estaba en el servicio público.

Es muy respetable, hay quien crea bajo el influjo de bebidas alcohólicas o de otras sustancias; yo no, yo necesito lucidez para poder trabajar, esa lucidez que da el pararte a las 6:00 de la mañana cuando todavía está oscuro, ver el amanecer desde tu ventana, es un estado de paz, eso me nutre.

¿Le nutrió el servicio público para escribir?

Si. Las experiencias nutren la vida de cualquier persona y en la vida de un escritor es fundamental que tenga episodios de ese tipo, aprendes a conocer gente de todo tipo. Yo recuerdo muchas experiencias, algunas gratas otras no tanto, pero lo más importante es que sepas buscar dentro de ti.

¿Tiene tiempo de bailar, cantar, escuchar música?

Me gusta escuchar música y la escucho, incluso, cuando trabajo, música clásica: Mozart, Beethoven, Vivaldi… Cuando no escribo reviso, me gusta escuchar música en francés, en inglés y sobre todo en español, como baladas de los 60, 70 y 80; música de tríos porque me recuerdan mi niñez, me remonto a los 5 o 6 años cuando iba pasado afuera de alguna cantina en el pueblo, a las 12 del día, y sonaba la sinfonola. Bailar no. Dios no me llamó por ese camino.

¿Viajes?

Viajes muy pocos y dentro del país, normalmente en fin de año vamos a Ixtapan de la Sal, cuando queremos irnos más lejos vamos a Acapulco o Yucatán.

He ido al extranjero, pero por motivos de trabajo. Un tiempo viaje bastante porque daba conferencias sobre derechos humanos: París, Toulouse, Barcelona, Sudáfrica y a muchos países del continente americano, excepto Estados Unidos, porque no me agrada esa cultura.

En alguna ocasión me invitaron y les dije que ya tenía el compromiso de estar en Guatemala y en el Salvador y quien me invitó puso una cara de disgusto. Pero si tuve que ir a Washington, cuando era procurador, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por Atenco, para que me sentaran en el banquillo de los acusados, aunque cuando ocurrió lo de Atenco yo no era servidor público.

¿Cuántos libros lee?

Un tiempo hice un ejercicio. Decidí leer todos los libros de cuento que tuviera y leí uno cada día, durante un mes y medio. Ese año quizá abre leído 60 o 70, pero eso fue algo extraordinario porque no hacia otra cosa sino leer, me levantaba y tomaba el libro del buró y si daban las 3:00 o 4:00 de la mañana no importaba porque no tenía que trabajar.

Pero mi ritmo normal es un libro a la semana, como 50 al año. Me gusta leer, novela, cuento, poesía, teatro, en ese orden; pero todavía me falta leer varios que tengo en esta biblioteca, son 3 mil volúmenes, donde la novela, el cuento, la poesía, el teatro, el ensayo y la biografía han desplazado poco a poco al Derecho y a la cultura general.

LC



LAS MÁS VISTAS