Si consideramos Arabia Saudita, son un aliado, y son un gran comprador no solo de equipo militar, sino de otras cosas. Cuando estuve ahí, se comprometieron a comprar 450 mil millones de dólares en productos, y 110 mil millones en equipo militar. Son las mayores órdenes en la historia de este país, probablemente en la historia del mundo”, declaró Donald Trump cuando se le cuestionó si dejarían de vender armas a Arabia Saudita por el más que espeluznante asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Pedro Sánchez, presidente español (de supuesto sino socialista), también justificó continuar la venta de armas porque no siempre se pueden “convertir los ideales en realidades” y a él le ocupa “la defensa de los intereses de España”. Para Emmanuel Macron, la petición es “demagógica” y pregunta: “¿Cuál es la relación entre la venta de armas y el asesinato de Khashoggi?”.
Estas tres viñetas ilustran de manera muy concreta la política, la ética y el demás universo de valores del neoliberalismo. Sí, qué mal que hayan enviado un equipo de sicarios a interrogarlo, torturarlo, asesinarlo, cortarlo con una sierra para serruchar huesos, desmembrarlo, desaparecer sus restos, mentir con que había salido con vida de la embajada, después cambiar la versión a que murió en una pelea, después admitir el asesinato, mientras sembraban un doble vestido con la ropa de Khashoggi para que paseara por Estambul, con la muy estúpida pretensión de encubrir el horror. Qué mal todo esto, y merece las más enérgicas condenas y tuits de indignación exigiendo justicia y demás pero, señores, seamos serios, no vamos a renunciar a un negocio millonario para las empresas armamentistas (la ironía se explica sola), tan solo porque ese gobierno al que se le venden esas armas sea capaz de ejecutar un acto que desborda a cualquier adjetivo que se utilice para describirlo.
Para eso existen foros como las Naciones Unidas, donde se pueden hacer apasionantes defensas de la importancia de una prensa libre y vigilante pues, en los hechos, cuando hay negocios millonarios de por medio, la enorme mayoría de los jefes de Estado hará lo que se requiera para postrarse a los pies y servir los intereses de los verdaderos amos de la política y de la sociedad. Y no son solo las compañías armamentistas, pues están más que documentados los daños ambientales, la explotación laboral, la discriminación de género, la elusión fiscal, la concentración de la riqueza y demás contribuciones a la devastación del tejido social que ocasionan corporaciones gigantescas como Google, Apple, Facebook y muchas más. Lo bueno es que sus dueños crean fundaciones para tomarse fotos con niños malnutridos, y lanzan también ellos proclamas alineándose con los valores adecuados, pues la doble moral y la hipocresía neoliberales son de tal magnitud, que en la práctica da lo mismo. Pronto nadie hablará del tema, hasta que una nueva atrocidad exhiba nuevamente la ingente hipocresía, pero la rueda de hámster seguirá girando, pues afortunadamente podremos seguir expresando nuestra más profunda indignación a través de nuestras redes sociales.
No desmembren los negocios
México /
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