Óleos, dibujos, acuarelas, gráfica, fotografías, carteles y obras de varios artistas ofrecen al espectador la historia que se deseaba esconder en Ciudad de México, la de las sombras de la prescripción social.
La exposición La noche nos pertenece muestra la vida nocturna de la gran metrópoli, con el ambiente del burlesque, las cantinas, las vedettes, las coristas, el cine, la homosexualidad y la prostitución; incluye obras de José Clemente Orozco, Gerardo Murillo Dr. Atl, Nacho López, Héctor García, Manuel Rodríguez Lozano y Rufino Tamayo.
Está dividida en siete núcleos temáticos: Entre luces y sombras, Luces de la ciudad, La ciudad que se ilumina, Al caer la noche, Los habitantes de la oscuridad, Bajos fondos y marginalidad, así como Cine y transgresión.
Son más 150 piezas, entre las que destaca el Registro de Mujeres Públicas (prostitutas) conforme al Reglamento expedido por “su majestad el emperador Maximiliano de Habsburgo, 1865, manuscrito del Instituto Nacional de Salud Pública”, explicó Mireida Velázquez, curadora de la exposición y directora del Museo Nacional de San Carlos.
Las sexoservidoras de antaño quedaron invisibilizadas y condenadas por la moral decimonónica por lo que ejercían en la “oscuridad”, aunque siempre se permitió que trabajaran.
Realidad paralela
El objetivo es mostrar la realidad que corrió paralela a los procesos económicos y sociales del país, desde el siglo XIX hasta la década de 1950, detalló Mireida Velázquez. Entre los escenarios principales están la colonia Tabacalera y barrios aledaños, como las colonia Guerrero y Tlatelolco, así como el Centro Histórico, sitios en los que se vivía la pasión y la aventura, que se intensificó con la llegada la luz eléctrica, la modernidad y el uso de los espacios públicos y privados también para la diversión.
“Queríamos establecer que la vida nocturna de esta colonia siguió adelante, el Museo Nacional de San Carlos (ubicado en la Tabacalera) siguió desarrollándose a la par, y a pesar de que la moral de la sociedad mexicana haya querido darle la espalda, ahí está presente y tenemos que reconocer al otro sin darle la espalda. En esta idea de la inclusión tenemos el sexoservicio aquí afuera y no nos toca juzgar ni voltearnos porque se cree que el museo debe tener esta visión prístina y no es así, somos parte de la sociedad y nos debemos a ella”, abundó Velázquez.
Esta exhibición iconográfica demuestra que el arte también se preocupó por señalar los “vicios” y los gustos de la sociedad mexicana, pues se consideraba “que la pobreza era el semillero del pecado”; lo que hace el museo es mostrar esas circunstancia con obras, datos e investigaciones realizadas por importantes historiadoras, como Gabriela Pulido y Susana Sosenski, sobre diferentes grupos sociales.
“Es un reconocimiento a esa otra vida que sucede y se desarrolla de manera paralela, después de que el Museo Nacional de San Carlos cierra sus puertas cada día”.
La exposición se organizó considerando el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (que se celebró el 17 de mayo) porque se quiere abrir la mirada a todas las comunidades.
En el recorrido, se encuentra un cuadro de Manuel Rodríguez Lozano, en la que pinta a Salvador Novo en bata, paseando en un auto por la calle San Juan de Letrán (hoy Eje Central), por el Palacio de Correos, ya que se decía que “salía todas las noches a buscar chicos”. Y es que la homosexualidad estaba proscrita ante los ojos de la sociedad de la época.
La muestra se puede visitar hasta el 3 de septiembre en el Museo Nacional de San Carlos, en la avenida México Tenochtitlan 50, en la colonia Tabacalera.
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