Nonaka, fotógrafo de la Revolución y de Tijuana

Letras

Daniel Salinas Basave recupera la vida de un japonés que participó en la Revolución mexicana.

El autor eligió una especie de crónica literaria o de periodismo narrativo . Jesús Alejo Santiago
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

La primera foto panorámica de Tijuana data de 1924. Se sabía que su autor era un japonés que había llegado a México a principios del siglo XX y que muchas de las imágenes de aquella incipiente ciudad habían sido tomadas por él, pero sin conocerse más datos al respecto.

Para el escritor Daniel Salinas Basave, todo cambió cuando hacia 2010 el entonces director del Archivo Histórico de Tijuana lo llevó ante Genaro Nonaka García, el hijo de aquel japonés, Kingo Nonaka, heredero de todo el archivo fotográfico de la ciudad fronteriza.

“Nada más para abrir boca me dijo: mi papá tiene muchas historias dentro de la Revolución mexicana, como haber sido él quien curó a Madero, sin saber quién era, en la batalla de Casas Grandes, en marzo de 1911; o ser el encargado de sacar el cuerpo de Rodolfo Fierro de la Laguna de Casas Grandes, donde se había ahogado, en 1915; el haber sido jefe de enfermeros de Pancho Villa, estar en 14 batallas de la División del Norte y, en su papel de enfermero, retirarse con el grado de capitán primero”.

Con todas esas historias se dio a la tarea de darle forma al libro El samurái de la graflex (FCE, 2019), un acercamiento a la vida de Kingo Nonaka —quien murió siendo José Genaro Kingo Nonaka— y, con ello, a diversos acontecimientos históricos de nuestro país: desde la Revolución mexicana hasta la Tijuana de las primeras décadas del siglo XX.

“Me llamó la atención su capacidad para torcer el destino, para dar giros intempestivos: todas nuestras vidas son un ciclón de aleatoriedades, son la música del azar, pero me gusta cuando una vida es el non plus ultra de lo improbable, cuando un camino de vida da un giro radical y va a la dirección menos pensada. Ese fue Nonaka”, cuenta Daniel Salinas Basave, quien aunque nacido en Monterrey, desde hace varias décadas hizo de Tijuana su escenario literario y de vida.

Y esa identidad compartida, ser la historia de un migrante, fue una de las razones que más llamó su atención: la vida de alguien que se atrevió a desafiar lo desconocido y la adversidad, dentro de su aparente lejanía, “quizá por eso es una historia muy tijuanense”.

“Esta es la historia de Nonaka, pero también la del inicio de las relaciones entre Japón y México, la de la fotografía en Tijuana, la del Hospital de la División del Norte… uno generalmente tiende a ver a Pancho Villa como un general bronco, improvisado, caótico, pero la realidad es que tuvo un hospital sofisticado para atender a los heridos de guerra. Y Nonaka era el jefe de enfermería”.

Uno de los retos que se planteó el escritor y periodista fue encontrar el tono para contar esa historia, para lo cual eligió una especie de crónica literaria o de periodismo narrativo, “un híbrido, un ajolote prosístico”, porque desde un principio se planteó que no sería netamente una novela ni mucho menos una biografía.

“Esto es una crónica periodística, está narrada en clave de periodismo narrativo: quise imaginar como si fuera un reportero que andaba detrás de Kingo Nonaka en las batallas de la Revolución mexicana, viéndolo curar heridos en su tren hospital. Y es una historia fascinante, porque era absolutamente improbable que sucediera”, asegura Daniel Salinas Basave. 

Pescador

Kingo Nonaka era un pescador de perlas de la isla de Fukuoka, Japón, antes de emigrar a México, cuando apenas contaba con 17 años de edad.

Viaje al norte

Sin hablar español, llegó a Oaxaca y desde allí hizo un recorrido a pie hasta el norte de México, donde transcurrió gran parte de su vida.

Confinado

Aunque condecorado, por presiones de Estados Unidos fue confinado durante la Segunda Guerra Mundial, por la posibilidad de que fuera espía.


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