Luis de Tavira y Fernanda Castillo enfocan sus actuaciones en la relación filial del drama del francés Florian Zeller El Padre (2012), en la necesidad urgente de las personas de aprender empatía en la vida.
“La empatía es una asignatura mayor de la vida. Sabemos que amamos a quienes amamos, pero no tenemos empatía; la empatía es algo que hay que aprender. Uno no duda de amar a los que ama, pero no se ha preguntado si los entiende; no sabemos escuchar, hablamos, pero no escuchamos.
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“La asignatura de la empatía nos pide aprender a escuchar y comprender que no comprendemos al otro; entonces, aparece, además del amor y la responsabilidad, la empatía, que es algo que nos urge a todos en la vida y que es algo que en esta obra se nos plantea como experiencia”, comenta en entrevista De Tavira, quien interpreta a Andrés, el padre, un hombre afectado por Alzheimer de frente a su hija Ana.
A su lado, Castillo subraya el aprendizaje que ha tenido al compartir el escenario con De Tavira y señala que su personaje vive un conflicto terrible entre mantener esta empatía y vivir su vida personal.
“Y es un conflicto terrible que va a estar tratando de averiguar este personaje, pero creo que es posible. Es un conflicto que cada persona, cada familia, tiene que aprender a digerir y a formar, porque no hay una fórmula para ello. Cada quien lo vive desde un lugar diferente, pero debe haber un balance para poder ser de verdad un apoyo real para la persona que está pasando el proceso de enfermedad y también ser tú”, expone la actriz que ya había planteado que el montaje sería un homenaje a De Tavira.
El Padre, bajo la dirección de Angélica Rogel y Roberto Pichardo, se estrena en México este viernes 17 de noviembre en el Teatro Fernando Soler del Centro Teatral Manolo Fábregas, en temporada de 10 semanas hasta el 21 de enero de 2024, en funciones viernes y domingo, con dos horarios los sábados.
El drama, que en 2021 el mismo Zeller adaptó y dirigió en cine con soberbias actuaciones de Anthony Hopkins y Olivia Colman, es la historia de Andrés, quien un día se encuentra a su hija y le dice que acaba de correr a una cuidadora, pero ignora por completo por qué había una cuidadora en su casa y por qué Ana está empeñada en que tenga una si él puede hacerse cargo de sí mismo. Y sí, puede hacerlo, eso ve el espectador. Pero, el padre está viviendo de recuerdos, porque padece Alzheimer y olvida todo.
Para De Tavira, trabajar por primera vez con Castillo como su hija en tal historia “es una experiencia profunda, honda y gozosa, de la que uno no se percata hasta que entra a escena y empieza a vivirla”.
—¿Qué le despierta Ana, maestro?
—El mundo: somos respectividad, más allá de que somos relaciones; que son buenas o malas, mejores, cambian, se acaban o nacen. La respectividad es que uno será siempre el hijo de sus padres, vivan o ya no vivan, o padre de sus hijos de la misma manera. El personaje siempre está en la escena y no tiene mucha idea de quién es, quién es de frente a quien está como nos pasa a todos. Yo ahora no sé quién soy, pero sí sé que estoy frente a usted. ¿Qué sucede cuando estoy frente a mi hija y de pronto ya no la reconozco? Ese vértigo descubre algo fundamental: somos la respectividad de lo que somos; El Padre es el padre de esa hija y ahí aparece toda la experiencia humana en la síntesis violenta de la escena.
La actriz de El señor de los cielos y No manches, Frida, interpretará en El Padre a Ana (hija de Andrés/De Tavira), quien a su juicio está en el dilema de saber si la persona que cuida sigue siendo su padre.
“Ana va dándose cuenta que su papá ya no es su papá, que es un hombre al que amó, fundamentalmente, que tenía muchas características, y que ahora ya no es él, ya no es lo que ella recuerda de él y tiene que aprender a amarlo y a cuidarlo desde quien es ahora, pero también aprender a cuidarse ella, porque a todos los cuidadores, a todos se nos ha enseñado que la idea es el sacrificio y no hay manera de cuidar a otros si no se cuida uno también, y en los últimos años se ha abierto está conciencia de que no hay manera de cuidar a otros si no te cuidas tú. Este personaje habla de esto desde un lugar muy cercano porque no solo es un hombre al que está cuidando sino el hombre que la construyó”.
Emma Dib, Ana Sofía Gatica, Alfredo Gatica y Pedro de Tavira Egurrola (hijo del protagonista) completan el reparto de esta obra producida por Óscar Uriel, Alejandro Gou y Guillermo Wrechers, con escenografía de Jorge Ballina, iluminación de Ingrid Sac y vestuario de Natalia Seligson.
Sobre su personaje, De Tavira indicó en entrevista que, para él, el padre que interpreta es una persona que resulta apasionante conocer, que vive intensamente, pero padece el proceso del desvanecimiento de su capacidad de estar en la vida, aunque tiene junto a quien lo ama o a quien generosamente lo atiende.
“Lo que le pasa a esta persona concreta no es exclusivo de ella; es algo que le sucede a muchos, algo que le atañe a todos, no hay alguno entre los espectadores que no pueda sentirse aludido por el drama. Es también una obra que plantea una serie de nuevas preguntas sobre respuestas históricas, como las respuestas que la ciencia ha dado para entender la enfermedad o el enigma de la vejez.
“Pero ¿qué es la vejez? ¿Cómo eso se puede vivir? ¿Cómo no va a eso a concernirnos? Por tanto, hay asuntos y cuestiones que son permanentes y constantes en todo el cuestionamiento que en todo momento de la Historia se ha hecho de lo humano”, dijo sobre la relación del personaje con la Historia.
—¿Vio la película, maestro? ¿Qué opinión le merece la interpretación de Anthony Hopkins? ¿Cuál es el sello que usted le quiere dar para distanciarse de ella?
—No, bueno. Sí vi la película, que está basada en un texto dramático escrito, dirigida por el mismo dramaturgo. Sin embargo, hay diferencias, que de alguna manera, aunque participen de la condición dramática, son artes distintas. El actor que encarna al personaje en la película es admirable, poderosísimo, luminoso. Uno sucumbe a la admiración más grande. En ningún momento habría yo pensado que la vida me iba a poner en un reto semejante al que él asumió. Pero un actor cometería un gravísimo error si se compara con otro actor; lo que tiene que hacer es compararse con el personaje.
“El actor no es el personaje. Ese actor ha sido capaz de hacer lo que solamente él es capaz de hacer, siendo quién es y abriéndose al personaje. A mí lo que me toca, más allá de admirar profundamente a ese prodigioso actor, es con mucha sencillez, enfrentarme y medirme con el personaje, no con el otro actor. Cualquier actor o actriz que se viera en el reto o invitación o en el privilegio de hacer Hamlet, tiene que enfrentarse con Hamlet no con quienes han hecho Hamlet bien o mal, admirable o lamentablemente. La aventura es ir al corazón del personaje. El personaje no existe, es una obra que está clamando por existir y que entonces me pide a mí todo lo que yo soy para alcanzar a existir”.
Emma Dib, quien interpreta a La Mujer, coincide con De Tavira en que se trata de una gran película con grandes actuaciones, pero que no es sano pensar en ellas como referencias, sino concentrarse cada quien en sus respectivos trabajos y personajes y lo que estos demandan y los actores pueden ofrecer.
“Mi personaje es un poco misterioso porque todo se cuenta desde el punto de vista de el padre: ella acompaña desde fuera lo que viven Ana y Andrés, y hasta el final nos enteramos quién es”, adelanta.
Al igual que los protagonistas del drama, la también directora destaca que las emociones que se ponen en juego en la puesta en escena de El Padre son la empatía y la compasión, poder ver el dolor del otro.
De Tavira Egurrola interpreta a Pedro, marido de Ana y yerno de Andrés, para quien su rol representa es el duelo de la familia para llegar a tomar una decisión por amor respecto a un paciente de Alzheimer.
“Pedro apoya a Ana, es el punto de vista de cómo la enfermedad permea a toda la familia. Él sigue con ella por amor, por empatía, eso implica una vida en pareja: estar en todo momento, triste o alegre, con el otro”, expone el actor, quien acaba de estrenar la película Recursos Humanos, con él de protagonista.
Los primos Ana Sofía (Laura, una enfermera) y Alfredo (Hombre) coinciden en que el leit motiv de la obra es la empatía, la compasión, pero que sus personajes buscan entender a Andrés sin infantilizarlo.
“Con Andrés Laura lleva una relación muy lúdica, pero al mismo tiempo de mucho cuidado y entendimiento hacia la enfermedad. Con Ana, el vínculo es de mucha compasión y empatía, de quitarle tanto peso. En mi personaje la compasión radica en conocer la enfermedad y lo que puede generar en un entorno familiar y a partir de eso ayudar a que esa familia lo viva de la mejor forma posible. La pasión que tiene Laura por su trabajo y de ser parte de estos últimos días de Andrés tiene que ver con cuidarlo con dignidad como persona, no como enfermo. Para mí lo más difícil fue no infantilizarlo ni menospreciarlo debido a su enfermedad”, comenta la actriz también del filme Atrapadas en familia.
PCL