La actriz y directora de escena Yuriria Fanjul se encontró en 2017 en Londres con su colega franco-brasileña Gaël LeCornec y le pidió un texto para traer a México; la dramaturga le entregó un monólogo que pocos años antes había estrenado en el Festival de Edimburgo sobre la escultora Camille Claudel.
Desde entonces, Fanjul ha montado durante cinco temporadas el monólogo Camille Claudel en la capital México y ha realizado giras nacionales, con dirección y colaboración del coreógrafo Diego Vázquez, quien acaba de dejar el Taller Coroegráfico de la UNAM (Tcunam) a Irina Marcano.
- Te recomendamos Tcunam revisará y mantendrá vigente legado de Gloria Contreras Cultura
“Hay una frase en la obra que dice que el tiempo va a repararlo todo. Muchos artistas nunca fueron reconocidos en su tiempo, en especial mujeres por el hecho de ser mujeres, pero el tiempo ha rescatado su historia, eso es muy potente. Ese fue el caso de Camille Claudel”, comenta Fanjul, quien encarna a la escultora en la corta temporada de la pieza, que se presenta en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque en funciones de jueves a domingo hasta el 21 de marzo.
“Estamos tratando de reparar la historia perdida de Camille Claudel con este monólogo, al hablar en voz alta de ella. Camille fue una artista revolucionaria e importante, más allá de la historia de su vida; y es relevante dar a conocer su obra y rescatar a este personaje silenciado”, dice la actriz y productora, quien conoció a Diego Vázquez cuando ella dirigía un festival de ópera de Difusión Cultural UNAM.
A 160 años de su nacimiento y ocho décadas de su muerte, Camille Claudel (1864-1943) sigue siendo una desconocida en México, a pesar de que según Fanjul 11 del centenar de sus esculturas que sobrevivieron se encuentran en el país, en la colección de la Fundación Soumaya de Carlos Slim.
Apenas se sabe de ella por su relación con el escultor August Rodin, su hermano el poeta Paul Claudel, la película de 1988 de Bruno Nuyten, con Isabel Adjani y Gérard Depardieu, y la biografía de Anne Delbée (Circe, 1989), escrita a partir de cartas de la artista, al igual que el monólogo de Gael LeCornec.
“La obra está escrita con base en las cartas que Camille Claudel escribió, así que hay partes literales. Relata de manera un poco lúdica la historia trágica de la escultora, cómo fue tratada como loca al grado que su madre la metió al psiquiátrico porque se salió de las normas que imponía la época a las mujeres”.
“Camille vivió la vida bohemia, en bares, con artistas; no pagaba rentas, su estudio era un desastre, agarraba bloques de mármol enormes, se expuso a un trabajo que no era considerado adecuado para una mujer, y su familia se escandalizó, además de que también por su alcoholismo con ajenjo, sí perdió un tiempo la cordura, aunque ya en el psiquiátrico los médicos la dieron de alta, porque no había signos de locura, pero su familia no la quiso sacar y ella murió”, comenta Yuriria Fanjul sobre la artista.
Pero quizás lo más importante fue la relación que sostuvo con August Rodin, que la invisibilizó.
“Es muy importante conocer su historia y su relación con Rodin; fue su amante, alumna, modelo, tuvieron una relación de muchos años, a pesar de la gran diferencia de edades entre ellos. Como asistente del escultor, Camille realizó muchas obras de Rodin, pero cuando quiso separarse de él y tener sus propias esculturas, no fue reconocida, no le dieron exposiciones, no tuvo dinero”, añade la actriz.
Fanjul tradujo la obra escrita en original en inglés y ahora también se la llevará de gira en su idioma original a comunidades con población importante de angloparlantes en México, como San Miguel de Allende, en Guanajuato, y Chapala, en Jalisco, después de su temporada en la Sala Xavier Villaurrutia.
La pieza, que se estrenó en 2018 en Ciudad de México, “le hace justicia a las esculturas de Claudel”, según Fanjul, porque el personaje esculpe en tela lo que la artista hizo en mármol, bronce y barro, con una danza como hilo conductor, a partir de su formación de teatro físico basada en el cuerpo y el gesto.
“Voy contando su historia y así vamos viendo aparecer sus obras en mi cuerpo. La puesta en escena de Diego Vázquez funciona muy bien, él tuvo una gran visión para escenificar la obra, a pesar de que él es bailarín y coreógrafo y es su primera obra de teatro, es estéticamente muy bonita, muy lúdica y juega mucho con el público. Estamos súper contento de volver al teatro”, dice la también directora escénica.
“El texto tiene una pieza de danza como hilo conductor. Hay una escultura que Camille le hizo a Rodin, El gran vals, es una danza de ellos dos bailando que sirvió a LeCornec para contar la historia de amor entre ambos; todo gira alrededor de que ella está aprendiendo a bailar con él, a esculpir bailando, ella tiene que decidir si la escultura son cuerpos desnudos o los va a tapar y todo esto es una metáfora de la relación de amor entre ellos dos, la danza era muy importante para mí en la obra”, expone Fanjul.
PCL