“En este mundo todo el tiempo vivimos en guerra”: Emma Dib

La actriz y directora de escena encontró en 'Sepulturas', del tijuanense Hugo Alfredo Hinojosa, un drama para abordar temáticas ignoradas, como la guerra y los migrantes.

La obra ocurre en un avión de guerra destrozado que se presenta como una suerte de hospital de retiro de veteranos. (Foto: Luis Quiroz)
Ciudad de México /

En esta pieza de corte existencialista, un veterano mexicano de la guerra de Vietnam, Robert, con heridas físicas y psicológicas profundas, se encuentra recluido en su vejez en un asilo donde es humillado y torturado por la enfermera Dolores y el médico Alonso, que experimentan con pacientes.

“Es importante hablar de otras realidades que también son del país. Sepulturas es una metáfora de la guerra. Todo el tiempo en este mundo vivimos en guerra, constantemente, guerras que involucran a diferentes países. Y en México, está la guerra contra el narcotráfico y, además, una interna. Sepulturas nos propone pensar en el sentido de la vida, qué hacemos con nuestra existencia en las condiciones adversas en las que vivimos constantemente, una guerra real y metafórica”, explica.

Dib estrenó esta obra ganadora del Premio Nacional de Bellas Artes en Literatura 2012 en el teatro Santa Catarina de la UNAM, un foro pequeño, en 2019; la repone ahora en el Julio Castillo, para una nueva temporada del 20 de julio al 13 de agosto, en funciones de jueves a domingo.

Para este montaje en el espacio del Centro Cultural del Bosque se va a subir al público al escenario, por lo que tendrá un aforo bastante limitado a no más de 120 personas, no obstante la dimensión del teatro.

“Es una obra compleja, complicada; el público en Santa Catarina respondió bien. A ver cómo nos va en el Julio Castillo. La obra es un espacio íntimo, ocurre en un espacio real: en el hospital, que es una casa de retiro de veteranos de guerra; mucho de lo que sucede en la obra pasa también en el espacio del personaje principal. Vamos a subir al público al escenario para que entre a este universo”, comparte Dib.

Aclara que la obra no es realista y el espacio escénico tampoco: ocurre en un avión de guerra destrozado que se presenta como una suerte de hospital de retiro de veteranos de guerra heridos.

“Incluí un personaje más, que es una alegoría de la vida, de Robert, Alonso y Dolores, y también de la vida en general. Es un personaje que observa todo el tiempo lo que está pasando con ellos. Hay intervenciones de ella, cantadas, comenta con el público, de manera brechtiana, digamos, y los está observando todo el tiempo, y ella cierra la obra”, apunta la directora de escena sobre el rol de Ricard.

—¿Por qué no mexicanizar el drama, por ejemplo, con la guerra contra el narco?

En México hay muchos méxicos. Esta es una realidad del norte del país, que en el centro nos es ajena. Pero es de la relación del norte con Estados Unidos, y la participación de mexicanos en la Guerra de Vietnam, que fue una realidad cotidiana para la gente que vive ahí. A Hugo (Hinojosa) le tocó de niño, él es de Tijuana, y mucha gente del norte está más ligada a la cultura chicana de allá que la del centro.

Emma Dib explica que la pandemia obligó a resignificar Sepulturas en la medida de revalorar la vida propia: “Claro que la pandemia no es una guerra provocada por el poder, es una situación que nos ha costado mucho sobrellevar. El significado que le damos nos permite reflexionar qué estamos haciendo con nosotros mismos, sobre todo con los tres personajes que habitan este mundo de Sepulturas. Ahí se habla de los padres, de las relaciones filiales, de pareja, con uno mismo. Y es un universo muy amargo que nos permite a nosotros como espectadores preguntarnos muchas cosas acerca de nosotros”, expone.

—Sepulturas es una pieza muy dolorosa. ¿Por qué decidiste reponerla?

El teatro habla para mí de la naturaleza humana, que tiene lo más generoso y luminoso, pero también lo más sombrío de nuestra condición. Es una manera de mirar la realidad y de mirarnos a nosotros mismos. El teatro es el terreno de la complejidad, y Sepulturas habla de personajes muy complejos. Es una obra de personajes, y yo siendo actriz es lo que más puedo aportar en el trabajo de dirección.

—¿Podrías soportar ese dolor?

Esa es una alerta que debemos tener como actores y como directores; es el espacio de la ficción y de la imaginación el que nos permite adentrarnos. He estado en contacto con estos universos existencialistas a partir de mi participación en Los justos, en el montaje de Ludwik Margules (2002), y de El malentenido, en el de Marta Verduzco (2015), dos obras de Albert Camus. Hugo Alfredo (Hinojosa) tiene mucha influencia del existencialismo. El trabajo en estas dos obras, que son muy dolorosas, ha tenido gran influencia en mi vida. Finalmente, el teatro habla de la condición humana y de las situaciones extremas que nos permiten hacernos preguntas sobre nuestra propia existencia. Pero siempre hay que estar alertas y que esto se quede en el espacio de la ficción y que esto nos permita a nosotros conectar con nosotros mismos, pero manejándolo, si no ya estaríamos en otro territorio.

—Quizás, como Robert, ya estamos en otro territorio y es el teatro el que nos libera.

Exacto. Sí, finalmente es esta doble consecuencia, este doble efecto del que hablaban los griegos: la toma de conciencia, la anagnórisis, y la catarsis, que es la liberación de la energía, de tensiones.

—Robert me recuerda al Ron Kovic (Tom Cruise) de Nacido el 4 de julio, el filme de Oliver Stone.

Sí, tiene mucho que ver con un montón de películas en Estados Unidos. La que más me recuerda es la que hicieron Jane Fonda y Jon Voight, Regreso sin gloria (Hal Ashby, 1978), por lo que pasaba con el personaje de Voight y su amigo. Claro, es la perspectiva de una vida mejor y del heroísmo de participar en una guerra, que es lo que venden los políticos y los poderosos, que nada tiene de heroico. Y luego viene el desencanto, pero ya tras una realidad que viven los que participan en ese universo de la guerra, con consecuencias físicas y emocionales. Bárbara Eibenschutz (Dolores) dice que regresan a una realidad que ya no es su realidad, que no tiene que ver con el heroísmo en las participaciones en las guerras, que son provocadas y que tienen una connotación política y de poder tremenda. Los que se van a pelear a la guerra son gente que es carne de cañón, no los políticos ni los gobernantes.

​PCL

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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