La Pasión de Cristo en Iztapalapa es una celebración que este 2020 cumple 177 años de realizarse al oriente de la Ciudad de México, por eso no hay capitalino que desconozca esta ceremonia religiosa que ocurre en Semana Santa.
Pero lo que pocos saben es que dicha conmemoración, que utiliza las calles y residentes de la popular alcaldía para recrear la muerte y resurrección de Jesús, comenzó por una cueva y una epidemia.
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El Señor de la Cuevita
Antes de conocer el origen de La Pasión, es necesario saber sobre el Señor de la Cuevita, el factor religioso que dio origen a toda la devoción por la crucifixión en la alcaldía.
Esta leyenda tiene varias versiones, pero una muy conocida cuenta que, cerca del año 1720, dos peregrinos procedentes de Etla, municipio ubicado en Oaxaca, se dirigían a la Ciudad de México para retocar una figura de Jesús de Nazaret en el sepulcro. Cuando pasaron por Iztapalapa decidieron acampar en el Cerro de la Estrella y pusieron la imagen debajo de un árbol.
Al despertar, los viajeros descubrieron que la imagen ya no estaba. Ambos decidieron pedir ayuda a los pobladores para encontrar el símbolo de devoción, pero sus esfuerzos fueron en vano. Meses después, un cura reveló que había encontrado la efigie en una cueva.
Los pobladores avisaron a los peregrinos para que fueran por ella, pero cuando trataron de sacarla, ésta fue imposible de mover. Todos asumieron que la figura religiosa debía quedarse ahí y se le construyó un santuario, que creció hasta convertirse en la Catedral de Iztapalapa.
Origen de La Pasión de Cristo en Iztapalapa
En 1833, según fuentes históricas, la capital del país atravesó una grave epidemia de cólera. Esta enfermedad, generalmente transmitida por el agua que provoca diarrea y deshidratación, dejó un saldo de 14 mil muertos en la ciudad.
Ante la gravedad de la plaga, los pobladores de Iztapalapa acudieron al santuario del Señor de la Cuevita para pedirle que acabara con el padecimiento. Pronto la infección dejó de propagarse y los habitantes de la demarcación, en señal de agradecimiento, realizaron misas anuales, hasta que en 1843 montaron una escenificación de la muerte y resurrección de Jesús en Semana Santa.
Para esta primera ‘puesta en escena’ se utilizaron imágenes pertenecientes a la Parroquia de San Lucas y el recorrido ocurrió por calles cercanas a dicho templo.
Sobre la incursión de personas en la representación, se desconoce la fecha exacta, pero algunos cálculos indican que empezó entre 1870 y 1880, cuando residentes San Lucas, San Pablo, San Pedro, San José, Asunción, Santa Bárbara, San Ignacio y San Miguel, los ocho barrios de la demarcación, interpretaron a los personajes bíblicos del Viernes Santo.
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