Óscar Chávez: el teatro, un amor que cambió por música

En esta entrevista, el Caifán Mayor recordaba su labor como actor y director teatral en una época en la que lo experimental era opción contra los sindicatos artísticos.

Los sesenta, década que vio crecer a Óscar Chávez (Especial).
Ciudad de México /

Fueron muchas las pláticas con Óscar Chávez a lo largo de muchos años y todas ellas se agolpan ahora que ya no está entre nosotros. Especial cariño guardo por una entrevista en la que habló sobre su debut en el teatro en 1957. Es una lástima que, al dedicarse a la música, haya abandonado las tablas. El teatro perdió un actor, pero la música ganó un cantante y compositor, que finalmente fue su vocación inicial.

En aquella ocasión, al comentarle que tuvo la fortuna de trabajar en el teatro con grandes directores, como Juan Ibáñez, Ludwig Margules, Héctor Mendoza, Luis Alcoriza y Juan José Gurrola, Óscar sonrió y comentó: “Aunque parezca lugar común esto de decir que todo tiempo pasado fue mejor, empiezo a pensar que sí. Creo que a todos nos pasa, pero, bueno…”.

Chávez no solo actuó, sino que incluso dirigió algunas obras, como Ventura allende, de Elena Garro, y Coloquio nocturno, de Friedrich Durrematt. Dirigió y actuó en más de 200 radioteatros en Radio UNAM y grabó tres discos de la serie Voz Viva de México, donde recita poemas de sor Juana Inés de la Cruz, Gilberto Owen y Amado Nervo, además de participar en la farsa teatral Cuento de Navidad de Emilio Carballido.

¿Cómo fue tu debut teatral?

Pues fue en una comedia musical. Éramos actores aficionados y cantábamos en una obra dirigida por Enrique Lizalde. Entre los actores que puedas reconocer estaba Rogelio Guerra: ahí andábamos los dos haciendo nuestros pininos. Al poco tiempo estudié un par de años en la Academia de Teatro de Seki Sano y luego en la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes.

¿Qué representa para ti el teatro?

Siempre he dicho que el teatro es un viejo amor que no olvidas nunca. Además, hablando de ser actor, la preparación que te da el teatro no te la da nada, es lo más sólido que puede haber. Trabajé en muchas obras, pero por recordar algunas hicimos varias de Emilio Carballido, como Yo también hablo de la rosa, El relojero de Córdoba y Silencio pollos pelones, ya les van a echar su maiz, una farsa política que tuvo mucho impacto en aquel entonces, en 1963 o 1964.

¿Pero antes ya te habías dedicado a la música?

Sí, intenté hacer algo, pero me fue como en feria. Nadie te pelaba, como se dice, y entonces me metí a estudiar teatro. Me desengañé un poco del medio del disco, que era tremendo, y sigue siendo tremendo para quien empieza. Entonces hice mucho teatro experimental. Pero el que fuera experimental no quiere decir que no fuera bueno, al contrario, era de bastante calidad. Lo que pasa es que se le llamaba experimental porque entrar a nivel profesional y en los sindicatos también era tremendo. Y estaba haciendo teatro cuando surgió la posibilidad de grabar discos. Hubo un contacto que surgió para grabar en una compañía que se llamaba Discos Universales, que después resultó Polydor. Hice un primer disco con guitarra y voz con Pepe González Márquez, que todavía anda por ahí. Poco a poco se fue dando la consecuencia de haber grabado...

​vmb

  • Xavier Quirarte
  • xavierquirartenuevo@gmail.com
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras

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