Palacio de Bellas Artes: más de 85 años de historia

En el 85 aniversario de la apertura del recinto cultural más importante de México, te compartimos parte de la historia de su construcción.

El Palacio de Bellas Artes fue inaugurado el 29 de septiembre de 1934. (Shutterstock)
Emily Paulín
Ciudad de México /

Concebido como un teatro, el Palacio de Bellas Artes celebra este domingo 29 de septiembre 85 años de haber abierto sus puertas, para más tarde convertirse en el recinto cultural más importante de México.

Aunque fue inaugurado en 1934 por el entonces presidente Abelardo L. Rodríguez, los orígenes del recinto se remontan muchos años atrás, cuando en 1842 Antonio López de Santa Anna, en conjunto con el empresario teatral de la época Francisco Arbeu, ordenó la construcción del Teatro Nacional, el antecedente de Bellas Artes, cuya construcción fue encargada por Porfirio Díaz. 

El Teatro Nacional: origen del Palacio de Bellas Artes

De acuerdo con la historiadora de arte por la Universidad Iberoamericana Claudia Nájera Rivas, al Palacio de Bellas Artes le precede el Teatro Nacional. Ubicado al final de la calle 5 de Mayo hacia la Alameda Central, el recinto fue construido por instrucciones del entonces presidente Santa Anna, en conjunto con el empresario teatral de la época Francisco Arbeu.

El inmueble, que modificaba su nombre según cambios políticos por Teatro de Santa Anna o Gran Teatro Nacional, “recibía constantes remodelaciones y estaba a la altura de los teatros europeos”, compartió la historiadora.

Ya durante el Porfiriato, para celebrar el Centenario de la Independencia de México en 1910, se contrató al arquitecto italiano Adamo Boari para modernizarlo.

De acuerdo con la historiadora de arte, con las obras ya iniciadas, el ministro de Hacienda José Yves Limantour convenció al presidente Porfirio Díaz de que el nuevo Teatro Nacional debía estar rodeado de avenidas anchas y no “callejuelas colonias”.

“Los nuevos terrenos marcarían una frontera entre la ciudad colonia y la ciudad moderna, por lo que las avenidas iban a conectar a la Roma, a la Guerrero, a la Tabacalera, a la Santa María, todo ese crecimiento urbano que se debía al Porfiriato; entonces es cuando deciden que ese terreno, donde hoy se ubica el Palacio de Bellas Artes, les quedaba perfecto”.

Ante el inicio de la Revolución Mexicana, la obra de Adamo Boari se ve afectada, ya que sólo construye los exteriores con las excepciones del sistema copular, destaca el libro Palacio de Bellas Artes: desde su concepción hasta nuestros días (2012).

Los cimientos del Palacio de Bellas Artes

En la década de 1930 se retomó el proyecto, aunque según Nájera Rivas años atrás se pensó en demoler el “elefante blanco”, conocido así porque no estaba terminado y no se utilizaba. También porque ya existían otros teatros como el Teatro Lírico y el Teatro Esperanza Iris.

Por la inversión y el trabajo realizado, Federico E. Mariscal le pidió al presidente Abelardo L. Rodríguez no destruir el monumento, por lo que el gobierno le contestó que diera una propuesta para rescatar el inmueble.

Fue así que, junto a su equipo, se tomó la decisión de que “el teatro, como la parte básica, no sólo se va a dedicar a una sala de teatro sino a los conciertos y la ópera”.

La historiadora compartió que la amistad de Federico E. Mariscal con artistas como Juan O’Gorman, Diego Rivera, Siqueiros, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo, influyó para replantear el concepto del Palacio de Bellas Artes, al sugerirle que debía "hacer algo para las artes, porque hoy el arte es para el pueblo”.

La arquitectura y el nacionalismo en Bellas Artes

Federico E. Mariscal, quien estudió en Europa y regresó a expediciones como dibujante en la zona maya, quedó tan encantado con lo que vio en el Viejo Continente, que conservó el art-noveau manejado por Boari para las fachadas de mármol blanco en el Palacio de Bellas Artes. 

Sin embargo, en el interior empleó toda la gama de los colores de mármoles mexicanos y detalles basados en el art-deco e inspirados en la cultura prehispánica.

Para Nájera Rivas, “toda la orfebrería, entiéndase como las rejas, son un arte y está en la lectura nacionalista de ese momento porque lo que hay que fortalecer es el espíritu nacional. Porque al final lo que te quieren dar simbólicamente es que, dentro de ese espacio, está el alma de México, siempre festivo y siempre alegre”.

Lo que había detrás del Palacio de Bellas Artes

La historiadora de arte dio también otros detalles en torno a la construcción de Bellas Artes. Por ejemplo, que la distribución amplia de la Sala Manuel M. Ponce se tenía contemplada como el área de cine.

Asimismo, destaca que cuando demolieron el Teatro Nacional se vendieron las columnas, el mobiliario, los espejos, las manijas y todo lo posible para pagar la construcción del nuevo Palacio de Bellas Artes.

Además, indica, la fachada original no estaría orientada hacia avenida Juárez, sino por 5 de Mayo; sin embargo, “cuando empiezan a trabajar la cimentación se les empieza a hundir, por eso deciden cambiar la entrada”.

epc

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