El confinamiento por la pandemia de covid-19 ha ocasionado que se valore más el arte, pero además ha generado que las personas descubran sus potenciales en esta materia, por lo que en la época post covid habrá más artistas o creadores.
Jesús Rojas García, reconocido muralista originario de Atotonilco de Tula, considera lo anterior, pues está convencido de que la pandemia del nuevo coronavirus abrió la puerta al arte y sus creadores para conectarse nuevamente con la humanidad, como no lo hacían desde hace mucho tiempo.
Los artistas, dice, estaban subvalorados hasta antes de que apareciera la pandemia, la cual se convirtió “sin pretenderlo” en una coyuntura que le recordó al mundo la importancia del arte en todas sus expresiones.
El confinamiento domiciliario aplicado a nivel mundial tras el brote causó que la humanidad se volcara hacia el arte, en cualquiera de sus formas, para sobrellevar la crisis en la intimidad de sus hogares.
Así desde cualquier lugar del mundo en este momento se está consumiendo contenido artístico, vía online, mientras las personas se resguardan de un virus que tiene, considera, el poder de quitarte la vida o hacerte renacer.
Precisamente en este sentido, el joven creador de 28 años de edad refiere que durante la pandemia muchas personas se han acercado al arte, pero no sólo para apreciarlo, sino también para crearlo, para generar contenidos de cualquiera de las disciplinas artísticas.
Jesús “Verdhe”, como es más conocido en la zona, admite que personas de todas las edades están descubriendo durante esta pandemia su potencial artístico, y buscan aprovecharlo al máximo.
A principios de año, confiesa, jamás imaginó que casi al término del mismo estaría dado un curso online sobre “pintura en aerosol” para un grupo de 15 personas de todas las edades interesadas en desarrollar sus capacidades en esta disciplina.
La pandemia ha despertado muchas emociones, muchas sensaciones, y esto es un espacio idóneo para que los artistas surjan o renazcan, dice, y hace una fuerte crítica: En épocas recientes no disminuyó la calidad del arte o de los artistas, fue la calidad humana la que decayó.
Pero la pandemia está abriendo una nueva oportunidad, una nueva brecha para el arte, pues a pesar de lo que se pensó al principio del brote, las medidas sanitarias contra el covid-19 obligaron a que el arte físico se convirtiera en virtual, o al menos se expusiera a través de lo que él llama “la gran galería de la web”.
Es un escenario que ya se preveía, pero la pandemia precipitó el salto, pues las nuevas generaciones son enteramente visuales, conectadas todo el tiempo a un teléfono inteligente, que es la ventana al mundo, señala mientras muestra su dispositivo móvil.
Humanidad desempolva pinceles, instrumentos…
Jesús “Verdhe” insiste en que la pandemia sensibilizó a la humanidad la hizo valorar cosas que a las que se les había perdido el reconocimiento. “La pandemia nos puso en lugares donde no hubiéramos pensado estar y en escenarios distintos, con sensaciones que jamás hubiéramos pensado que tendríamos, y ahí precisamente es en donde las artes se convierten en un refugio”.
Cuenta que mucha gente “desempolvó” los pinceles, la guitarra, los instrumentos o cualquier herramienta para hacer arte, y está sobrellevando la pandemia acercándose al arte y a su interior, en un encuentro muy profundo consigo mismo, lo que derivará en que surjan más artistas o creadores, y ese será uno de los efectos secundarios de esta pandemia.
Él está convencido que hacer arte, compartir arte, es la mejor forma de afrontar la situación en este momento, de buscar la fuerza para enfrentar este virus tan ambiguo que, reitera, te puede matar o hacerte renacer como una persona con una nueva visión del mundo y el valor de la vida.
Le gusta compartir lo que hace, es parte de su proceso creativo pues al revelar su pensamiento involucra a la sociedad en la obra, la convierte en parte de ella, y por eso para él es fundamental transmitir emociones en sus creaciones, que el espectador complete el arte al interpretarlo a su modo muy particular.
Pero también le gusta compartir su conocimiento, sus procesos, y así, en plena pandemia está instruyendo a través del Museo Comunitario Atotonilli (MCA) a un pequeño “ejército” de 15 artistas del aerosol, quienes justamente descubrieron su interés por esta disciplina mientras viven, como todos en el mundo, un momento histórico particular que obliga a la humanidad a dos cosas: morir o renacer.