El Patio de los Azulejos es un inmueble histórico de la ciudad de Puebla que data del siglo XVII. Asimismo, este espacio formó parte del Templo de Nuestra Señora de la Concordia y es un tesoro barroco que da muestra del estilo arquitectónico que imperaba en el siglo XVIII.
Su legado va más allá de una tendencia artística, ya que en su interior se estableció la imprenta que reprodujo el Plan de Iguala proclamado por Agustín de Iturbide en 1821, que ninguna rotativa había querido reproducir para su difusión.
Tras la firma del citado plan, el 24 de febrero de 1821, al siguiente mes, el 2 de marzo, se imprimió en serie el documento y se repartió a otras ciudades del virreinato. En dicho pliego se estableció que la Nueva España se emancipaba de la Corona Hispánica, por lo que se establecieron las bases para un México soberano e independiente.
Federico Adán Hernández Juárez, responsable del citado edificio, narró que “tras la fundación de la ciudad, en 1531, el Templo de la Vera Cruz, que actualmente conocemos como La Concordia, hace 371 años se establece el Oratorio o Casa de Ejercicios Espirituales de San Felipe Neri, que se establece en Puebla en el año de 1651”.
Explicó que la arquitectura del Patio de los Azulejos se construyó en el año de 1793 por iniciativa del padre Cayetano Medina, que era el prepósito o principal de este grupo: “Él manda a remozar estos muros con azulejos de talavera, que le determina su nombre”.
Informó que el patio alude al hortus conclusus (huerto o jardín cerrado) y al hortus deliciarum (huerto o jardín de las delicias): “Hablamos de un espacio que para la época, finales del siglo XVII y XVIII estaba a la orilla de la ciudad y eso hacía que no hubiera ruido y pudieran realizarse los ejercicios espirituales”.
Respecto a los ornamentos, Federico Adán Hernández Juárez dio a conocer que en los azulejos se van a encontrar “estrellas de ocho picos que representa a la stella maris, es decir, a la Virgen María, que van a encontrar en la parte poniente; mientras que en el oriente, van a descubrir que tenemos un eclecticismo entre neoclasicismo y el barroco”.
Por lo anterior, explicó, se encuentran unas pilastras de estilo dórico en el primer piso y en el segundo, de estilo jónico: “Destacan flores de cuatro pétalos en alto relieve en estas pilastras, que también están aludiendo a la virgen María. El color amarillo y verde asociado a San José”, dijo.
El responsable del sitio agregó que en la parte norte hay contrafuertes con guirnaldas o guías vegetales, “que nuevamente enfatiza de esta presencia que nos encontramos en un jardín místico, en un espacio donde tenemos una comunicación con la divinidad”.
Reportó que en 1820 se estableció en la antigua casa de Ejercicios Espirituales la imprenta del padre Juan Nepomuceno Troncoso Bueno. Este taller fue conocido como Imprenta Liberal. Ahí nació el periódico “La Abeja Poblana”, el primero que se imprimió en la ciudad de Puebla. Fue editado por el citado sacerdote veracruzano.
De igual forma, y para hacerse de recursos, en esa misma imprenta se editaron varios tirajes de la Lotería Nacional. Hernández Juárez señaló que tras la desmortización de los bienes eclesiásticos, el Oratorio fue fraccionado para diferentes usos, conservándose el Patio de los Azulejos y, posteriormente, se le asignó un uso habitacional, transformándose en vecindad.
“En donde se ingresaba, que es la parte de la 3 Norte, se transformó en la escuela Gabino Barreda y la parte del Patio de los Azulejos afortunadamente se salvó tras los cañonazos, tras los enfrentamientos de 1857 y 1863, que se dieron enfrente del antiguo del convento de Santa Inés”, contó.
Añadió que hay fotografías que dan cuenta de cómo era la vecindad: “lleno de plantas, de animalitos, como gallinas y me ha tocado atender, como experiencia, a gente que 70 a 80 años, que me relatan cómo fue vivir aquí”.
Además, recordó que en esa etapa nació la leyenda del Patio de los Azulejos, que cuenta la aparición de un sacerdote que ya había fallecido y pese a lo cual interactuaba con uno de los inquilinos.
Mencionó que en 1995 se estableció una escuela-taller de talavera que estuvo en funciones hasta 1999, año en que un terremoto azotó a la ciudad provocándole algunos estragos al inmueble.
Por último, apuntó que por varios años estuvo cerrado hasta que la Secretaría de Cultura estatal reabrió el recinto en diciembre de 2002 con motivo del primer aniversario de la declaración por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a los procesos de la talavera.
CHM