Beatriz 'Pawa', el arte de bordar sentimientos

Día Internacional de la Mujer

El bordado ha sido una forma de expresión en la lucha femenina, creando arte y formando redes entre mujeres.

Pawa, artista y modelo mexicana, imparte talleres de bordado sustentados en el poder femenino.│Ariel Ojeda
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Ciudad de México /

En el bordado, Beatriz Pawa encontró, además de un trabajo, una forma de expresar sus sentimientos y compartir sus saberes.

A sus 35 años, la también modelo es una de las exponentes más destacadas de esta disciplina en México; ejerciendo esta actividad con formalidad lleva “unos 8 o 10 años”, pero su primer acercamiento con las agujas y los bastidores ocurrió en su adolescencia gracias la guía de su abuelita.

“He de haber tenido unos 14 años, me acuerdo que me dijo ‘Agarra un bastidor’ y me comenzó a enseñar a bordar. En ese momento me pareció un poco aburrido, como que el bordar flores no me llamaba”, rememora la creativa en entrevista con MILENIO.
Pawa encontró en el bordado “una forma de decir todo lo que me atraviesa y hacer comunidad”.│Ariel Ojeda

Pero como un uróboros - por su naturaleza cíclica -, esta actividad volvió a su vida cuando, “como buena defeña”, empezó a sufrir ataques de pánico y de ansiedad. “El psiquiatra me recomendó hacer algo que me relajara, que me abstrajera un poquito de ciertos trenes de pensamiento, y regresé al bordado”, comenta.

La artista se acercó por primera vez al bordado gracias a su abuela, quien le enseñó a plasmar flores.│Ariel Ojeda

En esta ‘segunda etapa’, lo primero que bordó fue una playera para su hijo – por cierto: no sabe dónde quedó la prenda, solo conserva una foto – y desde entonces ya no se quitó el dedal.

“Las redes sociales nos hacen estar buscando resultados porque queremos que las cosas salgan al ritmo en el que scrolleas, entonces, tienes poco tiempo para ubicar el proceso. En ese aspecto, creo fui muy afortunada porque me comencé a enfocar en el proceso: no me gustaba lo que bordaba y entonces no tenía la presión de mostrarlo. (…) A veces los terminaba y los apilaba, hasta que comencé a mostrarlos y me di cuenta que muchas personas se identificaban con eso, a muchas personas les preocupaba o atravesaba eso que a mí también”, señala Pawa, que incrementó su saber tomando cursos con expertas del bordado como Silvia Peligro.
Al inicio rechazó el bordado, pero el hilo y bastidor regresaron a su vida con el tiempo.│Ariel Ojeda

Da sus talleres en Machina, espacio ubicado en la colonia Juárez | Ariel Ojeda

El punto de inflexión en el que la creadora entendió que esta actividad, primero vista como hobby, podía cobrar valor económico, ocurrió mientras estaba “bordando un pastel” y una persona le preguntó si vendía este trabajo.

“En eso salió mi mamá de ‘Sí los vende’ y yo así de ‘¿Se pueden vender?’. A partir de ahí comencé a tomar comisiones, la verdad muy mal pagadas porque en ese momento no tenía las herramientas para entender que el bordado no es canasta básica, y que se puede y debe pagar bien”, recuerda.
Para especializar su técnica, Pawa acudió a talleres de exponentes como Silvia Peligro.│Ariel Ojeda
Decidió impulsar su carrera en el bordado tras perder el miedo a compartirlo en redes sociales y recibir respuestas positivas.│Ariel Ojeda

Pawa dice que “la mayoría del tiempo me da mucho gusto que las personas se identifiquen”, pero a veces “me da un poco de pena porque hay cosas que son muy personales que tal vez las personas no entiendan porque no explico el contexto”.

Por ejemplo, el bordado con la leyenda ‘Es bonito el poliamor, pero avisen’ surgió porque le "pusieron el cuerno", y a la mayoría de la gente le da risa.

“A veces me siento un poco expuesta”, reconoce la artista, “pero a la vez creo que es importante ver esas cosas representadas. Pensamos que todo tiene que ser épico... Mi llanto es importante, mi alegría es importante, porque la suma de esas alegrías y llantos es lo que crea la colectividad, lo que nos atraviesa como gente individual es importante”.
La modelo de 35 años considera que es fundamental crear diseños propios y únicos para visibilizar los sentimientos.│Ariel Ojeda
Hace énfasis en la importancia de no minimizar los sentimientos y usar el bordado como un medio de expresión.│Ariel Ojeda

Destaca que el camino creativo de Beatriz ha tenido sus 'piedras en el zapato': los prejuicios, por ejemplo, que el bordado no es arte.

Ella encauza esto a un reto: cuando da talleres, busca que sus alumnos salgan conscientes de que “la señora que les está vendiendo la servilleta en el camellón está regalando su trabajo, y que merece ser bien pagado; que eso que está haciendo merece que no se lo regateen, sino que se lo paguen bien”.

Cuando tienes esto en las manos, estás teniendo tiempo, tiempo mío, es algo que no vuelve. Ese es el reto: el hecho de que puedan entender que lo que hago es serio, es artístico. Que haga cosas juguetonas no les resta seriedad”.
Pawa imparte los talleres de bordado en Machina, ubicado en la calle Versalles 15, Colonia Juárez.│Ariel Ojeda
En algunos de sus trabajos busca cuestionar muchas cosas sobre el feminismo que le generan conflicto.│Ariel Ojeda

Al tener una aguja entre los dedos, Pawa, además de saberse capaz de externar y potenciar cualquier emoción, piensa que “hay alguien que en otro país que también lo está haciendo y con eso está luchando contra la pobreza porque va a vender su bordado, está consiguiendo un modo de vida, se está expresando”.

“Me he ocupado de buscar todo lo que tiene que ver (con el bordado) porque me apasiona, y quisiera que la otra persona pudiera sentir esa alegría y esa pasión que a mí me da”, comenta sobre la ‘antropología del bordado’ que ha desarrollado.
A través de los años, los bordados han adquirido un sentido importante en los movimientos feministas.│Ariel Ojeda
Las mujeres tejen redes entre sí mismas para hacer frente a la violencia y feminicidios que existen en México.│Ariel Ojeda
"Sé que esto no lo puede notar la cámara, pero conforme voy hablando de lo que hago siento cómo se le hincha el corazón; digo ‘Qué maravilloso es’ y me siento muy afortunada. Quisiera que la gente se sintiera así de afortunada, incluso si no bordan, con lo que hacen: si son abogados, arquitectos, ilustradores, que se llevaran eso y pudieran resignificar y dignificar todo lo que hacen", revela la artista, que imparte talleres en Machina, espacio ubicado en la calle Versalles número 15, colonia Juárez.
El eje del bordado de Pawa es el feminismo, impulsar a las mujeres a expresarse libremente.│Ariel Ojeda

“Sorora, no babosa” O “Gorda no es insulto” son algunos de los mensajes que esta artista incluye en sus bordados.│Ariel Ojeda

Por último - pero lo más importante -, Beatriz Pawa explica por qué el feminismo es el eje de lo que hace

“Una de las cosas que siempre hablo es de las mujeres, de mí como mujer, y también el bordado me ha servido para cuestionar muchas cosas sobre el feminismo; tengo uno, ‘Sorora, no babosa’, porque lo pensaba y era de ‘Ya somos sororas, ahora que la sororidad no nos sirva para hacernos de la vista gorda con actitudes machistas o misóginas de otras mujeres’. Siento que el eje de mi bordado es principalmente feminista, es una de las cosas principales”.

hc

  • Yair Hernández
  • juan.hernandez@milenio.com
  • Es periodista especializado en temas de cultura y entretenimiento. Actualmente trabaja como reportero para Milenio.
  • Ariel Ojeda
  • Ariel Ojeda es fotoperiodista y videógrafo. Ha trabajado en medios nacionales e internacionales. Actualmente hace coberturas especiales en Milenio

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