La escritora Didí Gutiérrez (Ciudad de México, 1983) comenzó a escribir una bitácora sobre lo que sucedía alrededor de su padre, a quien le diagnosticaron cáncer, pero entraron a robar a su casa y se llevaron su computadora con lo que había escrito.
Aun así, la periodista decidió desarrollar su primera novela, La alegría de padre (Alfaguara), en la que Abigaíl, a sus 18 años, se entera de que puede perderlo todo, incluido a su papá.
- Te recomendamos UANL lanza una colección de poesía que vale oro Cultura
¿Cuándo decidiste escribir la novela?
En el momento en que le diagnosticaron cáncer a mi padre. El libro surgió a partir de tres necesidades: la personal, pues no era una intención realmente hacerlo novela sino una especie de bitácora, de diario, donde yo iba escribiendo cuando acompañaba a mi papá a sus sesiones al hospital.
"Obviamente regresaba destrozada de ver a mi padre así, aunque él lo soportó todo de manera estoica. Y, lo único que podía hacer era escribir, siempre he intentado comprender lo que me está ocurriendo y al mundo a través de la escritura y fue una manera de atravesar un proceso".
¿Cómo recuperaste tus apuntes tras el robo en tu casa?
Me quedé sin nada y decidí reiniciar. Entonces resolví escribir una novela con mi experiencia personal y así pude desapegar un poco el proceso tan íntimo y doloroso por el que yo había atravesado.
"Me di cuenta de que la historia tenía valor literario, en el sentido en que es una novela de ficción, de ninguna manera de autoficción sino que tiene personajes y una serie de escenas que para nada eran reales pero se quedaron las emociones y el proceso de la enfermedad de mi padre. Lo que planteé es la posibilidad de la pérdida".
¿Es el miedo a la muerte del padre?
A la hora de escribir hubo un momento en que me cuestioné si yo debía matar o no a mi padre en la novela porque mi padre real no había muerto, se había salvado finalmente del cáncer. Pero creo que esa paranoia sí se quedó en el libro, la incertidumbre que como autora sigo viviendo hasta la fecha. El germen fue completamente autobiográfico y lo que siguió después es que se quedó la necesidad de que no se vaya.
¿Es una historia de amor entre padre e hija?
Yo creo que la relación padre e hijo se ha abordado bastante, hay un montón de escritores que han hablado de ello. En el caso de las escritoras encontré novelas sobre la maternidad disidente y demás, pero en el caso de hija y padre hay pocas realmente. Donde encontré sobre el tema fue en la literatura infantil, pero pareciera que pasando esa etapa la cosa se pone muy compleja. La relación de un padre con una hija es diferente.
¿La figura del padre es complicada?
En nuestras sociedades latinoamericanas, pues no conozco a profundidad las europeas o asiáticas. Es una figura polémica, dices “padre” y la mayoría de las veces está ausente, es violento, autoritario. Yo me propuse para la novela, a la mejor de manera muy ingenua, inocente o atrevida, hacer una novela sobre un padre bueno.
¿Las cosas han cambiado en este tipo de relación?
Me he dado cuenta de que ahora es más común que la relación de los hijos con los padres sea bastante más estrecha y comprometida. Pero la novela está casi plagada de silencios. No es que Abigaíl y su padre se estén diciendo palabras de amor a cada momento, sin embargo hay un gran cariño y amor porque les ha tocado sortear juntos la vida, y al mismo tiempo es un homenaje a la cotidianidad, a los pequeños momentos de la vida.
"También es una novela de formación donde la chica, cuando el padre desaparece, va a descubrir su propia personalidad, madurar, crecer y encontrar su lugar en el mundo".
¿Pasaste del dolor a una historia feliz?
A veces dicen que la felicidad no detona los libros, piezas de arte y demás. Creo que todos comenzamos a escribir desde una herida, un dolor, un temor; pero en el proceso el valor del tiempo es importantísimo porque me pude dar cuenta de que al paso de los años la vida sigue y está llena de detalles humorísticos, bellos y sorprendentes. Es mi primera novela y además es una novela feliz.
- Te recomendamos Daniel Mordzinski: “Detesto que me llamen el fotógrafo de los escritores” Cultura
BSMM