Picasso: el mito del artista excepcional

Hoy se cumplen 50 años de la muerte del artista español, Eugenio Carmona Mato, de la Universidad de Málaga y vocal del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, habla sobre el genio que sigue sorprendiendo.

Pablo Picasso hojeando un libro. Tras él, una lata de Ripolín sobre una mesa realizada por Joseph-Marius Tiola. .Edward Quinn Archive. Edward Quinn
Ciudad de México /

Muchas personas en el mundo tienen interés de investigar los momentos más significativos de Pablo Picasso; no hay universidad en el orbe, centro de documentación, ni museo, que no desee indagar y profundizar en su fantástica y enigmática vida y obra; es uno de los más célebres pintores de la historia del arte occidental.

En el marco de los 50 años de su fallecimiento con la Celebración Picasso 1973-2023, organizada por una comisión especial integrada por representantes de instituciones de renombre de Europa y Estados Unidos, se programaron 42 exposiciones y eventos para abordar desde un análisis historiográfico la obra de Picasso, poniendo énfasis en la influencia del artista de su época y de su continua referencia para el arte de nuestro tiempo.

Sin excepción, la prensa publicó hace cinco décadas que el autor del Guernica, su máxima obra y emblema de los colectivos de los derechos humanos, había fallecido el domingo 8 de abril de 1973, a las 11:40 horas, en su residencia de Notre Dame de Vie, en Mougins, cerca de Niza, en Francia. Las primeras planas despedían al hombre, al prodigioso pintor más reconocido del siglo XX: “Ha muerto Picasso”; “Falleció un genio: Pablo Picasso malagueño inmortal”; “Adiós a Picasso”.

MILENIO contactó al investigador español Eugenio Carmona Mato, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga y vocal del Real Patronato y de la Comisión Permanente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, conocedor del desarrollo creativo del artista, cuyo nombre completo, según la partida de bautismo de la Iglesia de Santiago de Málaga, era Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Crispiniano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso.

El año pasado Carmona tomó posesión como académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, tras dictar la conferencia Masculino Picasso femenino, que abordó, entre otros temas, la homosexualidad del genio.

Como experto, habla de Picasso como un artista producto de su época, que nació en el seno de una sociedad patriarcal en una Europa neocolonial y, aunque rebelde, no pudo superar esas circunstancias que arrastró con enormes contradicciones.

Picasso siempre estaba trabajando; de acuerdo con un cálculo del catálogo razonado de la obra cubista del artista, se puede asegurar que pinta en siete años, de 1907 a 1914, un cuadro y cuarto al día, sin tener en cuenta sábados y domingos ni días de fiestas: “Yo no conozco a otro artista que haga más de una obra al día. En función de la enorme producción que dejó, se tendrían que bajar los precios de sus obras, no obstante, nunca ha sido así con Picasso, más bien es al revés: el mercado controla muy bien los precios de su obra”.

¿Se ha dicho todo de Picasso?

Pudiera parecer que todo estuviera dicho sobre Pablo Picasso, pero hay que tener en cuenta que tuvo una larga vida y que vivió vidas diferentes. El Picasso bohemio de principios del siglo XX no era lo mismo que el anciano, lleno de vitalidad y de creatividad, ni que el hombre alegre de los años 50 y 60, o el Picasso que se comprometió con un nuevo sentido del arte al crear el collage en los años de 1910; ni el mismo que en 1937 pintó el Guernica y se comprometió políticamente.
Picasso trascendió el tiempo. Muy pocos artistas del movimiento moderno sobrevivieron al ritmo que inventaron, y desaparecieron de la historia del arte moderno. Él va tomando el relevo de sí mismo, con los ‘ismos’ se va cruzando con generaciones más jóvenes, va perviviendo y, ante esta diversidad cronológica siempre pudo establecer nuevos puntos de vista.
Con el collage, redefinió el sentido de la artisticidad, también lo hizo con la escultura objeto. Pero, ¿cómo es posible inventar el cubismo y al mismo tiempo ser un referente primordial del surrealismo? cuando son dos cosas que parecen antagónicas, pues claro es que él demanda siempre una revisión porque su vida fue muy larga y porque su trayectoria artística fue extraordinariamente diversa.

¿Qué aspectos no se han difundido tanto?

De unos años para acá se está reconsiderando lo que podríamos llamar la relación de Picasso con su lengua materna, esto se ve en sus escritos de los años 30 que están llenos de esas referencias, habitualmente de los historiadores franceses o anglosajones no saben identificar las pistas que da Picasso sobre su lengua materna y su cultura vernácula, no saben en qué consiste; por tanto no pueden interpretar las claves que depositó en su obra, mismas que tienen que ver con su cultura originaria y su lengua vernácula. El Guernica está presidido por la relación entre un toro y un caballo, la tauromaquia podría ocurrir al borde del Mar Mediterráneo malagueño, y las referencias al padre de Picasso siempre están en su obra.
El otro aspecto que no se ha difundido tanto, es el que estoy estudiando sobre su relación con la alteridad. Cuando Pablo Picasso llega a París y funda la modernidad, entra en una relación decisiva en su vida y su obra con dos creadores homosexuales judíos, Max Jacob y Leonide Massine, que influyeron mucho en la interculturalidad y la hibridación que es fundamental en la noción que Picasso tiene de la vida y del arte moderno.

Picasso construyó su propio mito, ¿qué lo motivó?

Picasso sitúa su vida y su obra en un territorio mítico, en el sentido que le da Roland Barthes al término mitología. En un poema, Picasso dice que es hijo de Zeus, casi de un toro blanco con la frente coronada de jazmines; mitificó su propia relación con la existencia, con la intención de sentirse libre en el terreno creativo, sin permanecer atado a una poética, a un ‘ismo’. Es un sujeto que vive consciente de que es múltiple, plantea la existencia mítica en el sentido de que lo real y lo irreal se confabulan, según él, en la memoria y el presente, sobrepasando los límites de lo convencional y dando lugar al mito.

¿Cómo definiría a Picasso?

Por mucho que se diga que él mismo intentó mitologizarse y hacer su vida diferente, Picasso era demasiado humano. Fue un niño prodigio con un virtuosismo enorme, nació en el seno de una sociedad patriarcal en una Europa neocolonial, no podía superar estas circunstancias y las arrastró con enormes contradicciones; no obstante, tuvo pensamientos libertarios, creía en el amor libre. Picasso es Picasso porque fue el ángel y el diablo al mismo tiempo; creó un sentido de artificialidad con el collage, capaz de tener presente la memoria del museo y evocar la historia del arte en sus obras.

hc

  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

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