Los conquistadores españoles trajeron a América la pólvora, usada principalmente en cañones y pistolas en el siglo XVI, que a la postre fueron retomados por las culturas prehispánicas quienes usaban el fuego para ceremonias rituales, refirió Juventino Luna Rodríguez, director de Desarrollo de la Pirotecnia del Ayuntamiento de Tultepec.
Explicó que en la época de la Colonia se constituyeron los primeros talleres de pirotecnia en las orillas de la ciudad para evitar accidentes, donde además abundaba el salitre con cantidades ricas de nitrato de potasio, que era la materia prima para estas artesanías.
El funcionario señaló que es difícil determinar quién fue el primer artesano en Tultepec, puesto que cada una de las familias de productores aseguran que fue su antepasado quien inicio el oficio en este lugar, lo que es muy cierto es que 65 por ciento de la población total se dedica directa o indirectamente a esta actividad.
1930 fue un año crucial
De acuerdo al trabajo de Erick Rodríguez Rivera, maestro en Planeación y Políticas Metropolitanas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), a partir de 1930 el incremento de la demanda del producto y la precaria situación económica de la mayor parte de la población por la problemática del campo, impulsaron esta actividad.
“La fabricación de fuegos artificiales se presentó como una actividad económica alternativa para la población que se dedicaba al campo, la cual encontró en esta actividad la oportunidad de trabajar por cuenta propia y mejorar sus ingresos”.
La producción pirotécnica era controlada en su totalidad por cada taller familiar, desde el manejo de la mezcla de la pólvora, hasta la invención, el diseño, la elaboración y venta de los productos.
El trabajo era y sigue siendo predominantemente artesanal, porque aún en la actualidad en Tultepec cada artificio se elabora a mano, luego se envía a otras personas que se encargan de empapelar, poner las mechas y empaquetarlos para su venta final.
Por ello la mayoría de los habitantes originarios del municipio están involucrados directa o indirectamente en la elaboración y puesta del espectáculo pirotécnico, o en la fabricación de castillos y juguetería.
¿Qué es La Saucera?
Hasta 1960 en Tultepec los pirotécnicos fabricaban sus artificios en sus casas, pero ante la falta de seguridad decidieron comprar terrenos en el ejido de San Antonio Xahuento, que en ese entonces estaba alejado de los núcleos poblacionales, y es así como nace La Saucera, donde actualmente se ubican aproximadamente 300 talleres, que deben cumplir con los permisos que otorga la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Mercado de San Pablito
Ante la necesidad de formalizar la venta de la juguetería pirotécnica, en el año 2004 se abrió el Mercado de San Pablito y apenas tenía un año de funcionar, cuando sufrieron una explosión que consumió los 300 locales de venta, que dejó 50 personas con lesiones leves y 70 automóviles afectados.
Con el apoyo de los gobiernos estatal y municipal, los pirotécnicos reabrieron su mercado en noviembre de ese mismo año en un predio de casi 7 hectáreas, en las que se reconstruyeron los 300 módulos de venta, repartidos separados entre sí por 11.80 metros.
Sin embargo, en septiembre de 2006 ocurrió una segunda explosión en San Pablito, que destruyó una parte de los locales y dejó pocos lesionados.
La tercera conflagración y la más funesta ocurrió el 20 de diciembre de 2016, que dejó 42 muertos y 72 lesionados, pero como ellos dicen, “los accidentes nos destruyen y nosotros nos reconstruimos”, en agosto de 2019 por nuevamente abrió sus puertas el Mercado de San Pablito en Tultepec, aunque con severas restricciones por parte de la Sedena, la cual entregó autorizaciones a 204 locales de 300 que antes había.
"Diario tenemos miedo"
“Nuestros bisabuelos nos heredaron el amor por la pirotecnia, a no temer a la pólvora y enfrentar los riesgos; por eso cuando un pirotécnico muere, en ese momento se nos acaba la vida, pero volvemos a empezar”, dijo Abril Décaro, integrante de una familia de artesanos.
“Diario tenemos miedo, sabemos que estamos al borde de un accidente, pero la pirotecnia es parte de nuestra vida, es nuestro sustento, de ahí comemos, de ahí vestimos a nuestros hijos y también nos da grandes satisfacciones, como ver la alegría que imprime con sus luces y explosiones en las fiestas patrias y navidades”, comentó el artesano, quien, a los 20 años por enseñanza de sus tíos, aprendió a fabricar artificios explosivos como forma de vida.
KVS