¿Placer culposo? Me gusta ‘Tiempo de vals’ de Chayanne: Carmen López-Portillo Romano

Entrevista

La hija del ex presidente, rectora del Claustro de Sor Juana y pintora de “cuadros de fractura”, dice que fue capaz de aprovechar la gracia que le fue dada y ese es el mérito.

“Procuro reírme, mi papá decía que la risa devuelve la dignidad”. (Octavio Hoyos)
Ciudad de México /

Carmen López-Portillo Romano, mejor conocida como Yiyi, una onomatopeya del silencio, irónicamente tiene tantas historias que contar como palabras encuentre para decirlas. ¿Quién es la mujer que porta el apellido de un hombre que gobernó este país durante un sexenio? El resultado de una construcción intelectual y personal que la ha colocado en la rectoría del Claustro de Sor Juana. Entre los patios abiertos y laberintos ocultos, obras de arte y reliquias, va sonriente con la sencillez del que nada tiene que probar porque confiesa que ha vivido y enfrenta el hecho de existir con una gran capacidad de felicidad: supo transformar sus privilegios en virtudes y los contrastes en formas de cultura.

¿Quién es Carmen López Portillo Romano?

Es como una incógnita, una pregunta permanente, algo que es fácil de decir, pero en el momento que comienzo a dar definiciones me escapo de ellas. Octavio Paz escribe que somos un vislumbre, y cuando el vislumbre eres tú mismo, en el juego de los espejos dejas de estar. Soy quien soy cuando está el otro presente, me mira y dirige la palabra. Soy siendo.

¿Cómo surge el apodo de Yiyi?

Tengo un hermano mayor… Cuando nací, mis papás le regalaron un tambor de hojalata con el que hacía mucho ruido. Mi mamá le insistía al niño Pepito que se callara y ponía su dedo índice sobre los labios haciendo el gesto común de guardar silencio mientras yo aparentaba estar dormida. Él, en vez de comprender que debía callarse, confundido, pensó que le decían que: “Shhh Shhh” era quien dormía, entonces me veía y decía: “Shhh Shhh”, de esto Yiyi. Es la historia de un silencio. ¿Cómo defines el silencio? Nada.

¿Cuánta suerte consideras que tienes y por qué?

Soy una mujer bendecida por la vida. Hay muchas cosas que inciden en lo que somos, diría que son dos dimensiones: la gracia y el mérito. Lo primero es tener las posibilidades, el azar que te permite los encuentros que cambian tu vida. El Claustro se atravesó en el camino, a mi tía Margarita le debo estar aquí, es un regalo que de pronto me cayó encima. ¿Cómo no voy a ser afortunada? He amado y he sido amada. He cumplido mi vocación. Me considero alguien razonablemente inteligente. He sido capaz de aprovechar la gracia que me fue dada, de aquí el mérito.

¿Qué suceso histórico buscas reivindicar en tu vida?

El sexenio de mi padre. Hay una carga en su juicio que quisiera tener el tiempo para explicar y me gustaría que la gente tuviera disposición de escuchar. La capacidad de escuchar es una educación referida a la voluntad que el otro tiene de ponerse en tu espacio y en tu tiempo. El poder y el ámbito del poder son muy complejos: se juntan egos, intereses y obscuridades. Por ejemplo, el último Informe de gobierno donde él se conmueve hasta las lágrimas por no poder sacar a la gente de la postración. La palabra “viril” viene de virtud, y cuando un hombre es capaz de conmoverse tanto ante la impotencia de no haber llegado a construir una sociedad más justa, me parece una señal de fortaleza. El instante de la explicación del gesto como humildad, no como debilidad.

¿Cuál fue tu trabajo previo a la rectoría del Claustro?

Trabajé durante el sexenio en Programación y Presupuesto, di clases y soy madre, que es más una responsabilidad, aunque trabajosa. El más grande honor es la conciencia que tengo de mis dos hijos, saber que dependen de la educación que yo les di.

¿En qué aspectos te identificas con Sor Juana?

En la defensa de la libertad, la búsqueda de la verdad, el amor hacia la palabra y al prójimo. En la capacidad de rebeldía que también me identifica con quienes he amado mucho.

¿Cómo describes tus cuadros a aquellos que desconocen esta faceta?

La técnica que descubrí son cuadros de fractura, somos seres fisurados. Pinto un retrato del cual saco el temple y previo a terminarlo coloco una seda para luego arrancarla. En una época pintar fue una forma de expresar el dolor que sentía ante la situación trágica de las niñas de Juárez, cuando me enteré de sus muertes buscaba en los periódicos fotografías para pintarlas como una forma de recuperarles el alma, pero solo logré hacer dos. Sentía demasiado dolor e impotencia. Los feminicidios siguen y no pasa nada. Me pregunto: ¿qué estamos haciendo de nuestro país? Los demás cuadros son de la gente que amo.

¿Cuál ha sido el momento más vergonzoso que pasaste en el ámbito público?

Justamente hace poco íbamos a festejar los diez años de Zéfiro, el restaurante escolar del Claustro, y me caí. Cuando me suceden cosas así, vergonzosas, procuro reírme, porque mi papá decía que la risa te devuelve la dignidad.

¿Tienes algún placer culposo?

Soy muy cursi. Me gusta “Tiempo de vals” de Chayanne.

Si hicieran una bioserie de tu vida, ¿cómo la llamarías y qué actriz elegirías para que te interpretara?

Me gustaría llamarla ¿Y…? Como incógnita. Elegiría a Claudia Cardinale: si se vale soñar, soñemos.

¿Qué libro no terminó de leer?

Guerra y paz, de León Tolstói.


  • Erandi Cerbón Gómez
  • femme.de.lettres@hotmail.com
  • Erandi Cerbón Gómez (Ciudad de México, 1991) hizo estudios de filosofía en la UNAM y escribe sobre libros en MILENIO desde 2014. Publica los jueves cada 15 días su columna Igitur.

LAS MÁS VISTAS