Los últimos meses no han sido fáciles para Plácido Domingo. El tenor, nacido en Madrid, despertó el 13 de agosto de 2019 con la noticia, publicada por la agencia Associated Press, de que ocho cantantes y una bailarina lo denunciaban por acoso sexual, asegurando que les exigía tener encuentros sexuales y, si se negaban, las castigaba laboralmente.
El también director de orquesta llegó a los ocho años de edad a la Ciudad de México, donde vivió hasta que en 1962, con 21 años, comenzó a triunfar en la Ópera de Tel Aviv, la nacional de Israel, donde se quedó dos años y medio para impulsar una carrera que ya no tendría pausa hasta su retiro forzado por las acusaciones, que lo obligaron a cancelar conciertos en Filadelfia, San Francisco y Dallas, en el Teatro de la Zarzuela, el Teatro Real y el Festival de Úbeda, pues se fueron sumando las acusaciones hasta llegar a 27.
Esta mañana, Plácido Domingo informó en sus redes sociales que la prueba para diagnosticar coronavirus en su cuerpo fue positiva y se encuentra en cuarentena: "Siento que es mi obligación moral anunciar que he dado positivo al Covid-19”. En el mismo mensaje, explica que síntomas de tos y fiebre lo llevaron a realizarse la prueba. Tras saber el resultado, se aisló junto con su familia, haciendo varias recomendaciones en su Facebook y Twitter para evitar la propagación.
El pasado 25 de febrero, Plácido Domingo pidió perdón públicamente a las mujeres que lo acusaron, por "el dolor" que les causó, aceptando también "toda la responsabilidad" por las acciones denunciadas en los meses anteriores y que tuvieron como escenario, en su mayoría, a la Ópera Nacional de Los Ángeles y la de Washington, donde tuvo puestos directivos (dimitiendo de la primera tras las acusaciones).
La noticia de que El Granado (como su familia le dice por cantar desde pequeño la canción “Granada”, del compositor mexicano Agustín Lara) formaba parte del #MeToo no resultó excesivamente novedoso para el mundo del espectáculo pues, como él mismo lo aseguró, los patrones bajo los cuales se movían desde hace décadas los hombres con puestos de poder normalizaron estas circunstancias, pero sí resultó asombroso para quienes lo ubican como una persona solidaria.
En México se le recuerda por su apoyo después del terremoto de 1985, cuando viajó a la capital para buscar entre los escombros del edificio Nuevo León en Tlatelolco a la familia de sus tíos, y después se quedó para seguir ayudando de diversas maneras. El año posterior dio una serie de conciertos a beneficio de los damnificados y tras la devastación del huracán Paulina, en Guerrero, donó casas a familias de bajos recursos. Por ello, a finales de 2009 fue declarado “Huésped distinguido” de la Ciudad de México y recibió la Orden Mexicana del Águila Azteca, máximo reconocimiento por parte del gobierno federal a ciudadanos extranjeros.
Hoy, desde el encierro y con un diagnóstico confirmado, una de las figuras más importantes de la ópera en el siglo XX, señala:
“Juntos podemos combatir este virus y detener la actual crisis mundial, para así poder volver a nuestra vida diaria normal lo más pronto posible.”
El futuro era incierto, de por sí, para Plácido Domingo. Ahora le queda atender a las indicaciones para, como asegura, volver a una cotidianidad que, en su caso, se quedó en suspenso.
VMB