'Playa Bagdad', una exploración de lo que pasa cuando se rompe el vínculo fraternal

“Marcelo me habló la tarde del domingo para contarme que había perdido a nuestros padres en Matamoros”, así arranca la novela Playa Bagdad (Alfaguara) del escritor Antonio Ramos Revillas (Monterrey, 1977) quien en entrevista con MILENIO, reveló los misterios alrededor de esta historia sobre dos hermanos, dos carnales en el “otro norte” de México y una desaparición.

—¿Por qué te interesa el tema de la familia?

Desde hace tiempo me quedó claro que el tema me interesa y lo he estado desarrollando en muchos de mis libros y también un poco porque cuando cuento novelas juveniles o para niños es el entorno más cercano a la ficción de los niños.

—Es una novela de misterios en todos los sentidos: familiar, de territorios, de sentimientos. ¿Así fue?

Cuando empecé a narrar la novela me di cuenta que los hermanos eran un punto central, pero también de territorio, porque evidentemente también hay una exploración con Matamoros, la playa, Puerto Bagdad… en el cual los personajes tienen sus historias, pero también quería poder hablar de ese “otro norte” que suele estar desdibujado porque siempre impera el tema de la violencia, las ciudades perdidas o los bares periféricos de estas ciudades norteñas donde hay mucha violencia y narcotráfico, pero no es solamente eso, también hay dunas, el mar, la playas y una comunidad y desde el inicio hay una desparición y comienza el misterio.

—¿Qué querías contar de Marcelo y Miguel?

Los hermanos son con los que en realidad nos formamos, son los primeros modelos. Aprendemos con el hermano, te dice cómo conquistó su primera novia, pasar las materias y si te guía, la vida también se te hace como un poco más fácil, pero cuando tienes hermanos en los que no se confía o no hay un modelo a seguir, creo que también eso construye personalidades más frágiles y eso lo quise explorar. En el caso de estos dos hermanos, el más pequeño, en algún momento, tiene más ascendencia sobre el mayor, porque lo ve como una figura pero al mismo tiempo sabe de todos sus fracasos y desde ese momento se valora más que él y por eso quise contar lo que le sucede a estos hermanos que tienen también una complicidad de venganza también.

—¿En las familias siempre hay secretos?

Sabes qué es lo más fuerte, lo que no es secreto, es decir, lo que nuestros hermanos saben de nosotros y que en cualquier momento nos delata y eso me interesaba, cómo ante ese núcleo familiar primigenio no podemos mentir.

—¿Y la exploración en los territorios junto a la narcoviolencia?

Yo amo el norte, estos espacios y estas ciudades, pero pues vivimos con miedo y tenía que ponerlo en la novela. Cuando hablamos de la violencia, los personajes siempre son sicarios, narcotraficantes, pero a mí me interesa más contar cómo vivimos esa violencia. Siempre que voy a McAllen o a Laredo, salgo con la certeza de que no sé si voy a volver, viajo alerta siempre, no me pasa cuando voy a Saltillo o a Torreón, pero me parecía interesante retratar ese miedo de que en cualquier momento todo puede salir mal, pero también quería retratar que Matamoros es más que eso.

La novela cuenta la historia de cómo Marcelo y Miguel están unidos por una complicidad que solo surge al compartir los primeros años de vida: los terrores infantiles, los despertares amorosos o los días de enfermedad. Lo que los separa, en cambio, es la búsqueda de una identidad propia, independiente del otro. En quiénes nos convertimos cuando nos alejamos de la mirada fraterna

—Y Puerto Bagdad, ¿por qué aparece?

Uso el mito de estas ciudades desaparecidas que tiene su historia en nuestro norte y cuando estaba escribiendo la novela entendí que Puerto Bagdad significa algo más, porque ya no existe, no queda nada; imagínate una ciudad de 50 mil habitantes que era puerto principal de México durante finales del siglo XIX. Para principios del XX ya no quedaba nada: ¿qué fue de toda esa gente, de todas estas historias? Y ¿qué hace el hermano del protagonista de la novela ahì?

—¿Estabas dedicado a la literatura infantil y juvenil?

Sí, pero no había dejado de lado esta otra narrativa, no tengo muchos libros así, para adultos Los últimos hijos, El Cantante de muertos y ahora Playa Bagdad, pero me gustan mucho y yo creo que voy a poner una pausa en los libros de niños y jóvenes y voy a estar una temporada en esto.

—¿Cómo le haces para tener tiempo para escribir siendo el director de la editorial de la UANL?

Todo mundo me pregunta eso (risas) que cómo le hago para escribir y les contestó: 'Veo menos series de televisión'.

PCL