• El primer fuego creado por el hombre: hace 400 mil años

  • Paleontología. Un estudio reciente afirma que la primera vez que el hombre (neandertal) creó y utilizó el fuego en lo que ahora es Inglaterra, y no hace 50 mil años como se pensaba.
Carl Zimmer
Nueva York, Estados Unidos /

Hace unos 400 mil años, en lo que hoy es el este de Inglaterra, un grupo de neandertales utilizó pedernal y pirita para encender fogatas junto a un abrevadero. Y no solo en una ocasión, sino una y otra vez, a lo largo de varias generaciones.

Esa es la conclusión de un estudio publicado el miércoles en la revista Nature. Anteriormente, la evidencia más antigua conocida de que los humanos prendieran fuego databa de hace solo 50 mil años. El nuevo hallazgo indica que este paso clave en la historia humana se produjo mucho antes.

“Mucha gente tenía la corazonada de que prendían fuego en ese tiempo —comentó Nick Ashton, arqueólogo del Museo Británico y autor del estudio—. Pero ahora podemos decir de manera plausible: ‘Sí, así fue’”.

Desde Charles Darwin, los biólogos han considerado el dominio del fuego como un sello distintivo en la evolución de nuestra especie. Es posible que los primeros humanos inicialmente se valieran del fuego para cocinar sus alimentos. Ese avance les permitió mejorar su dieta, pues dicho proceso elimina las toxinas y facilita la absorción de los nutrientes. También es posible que las fogatas los calentaran por la noche y mantuvieran a raya a los depredadores.

Más tarde, encontraron nuevos usos para el fuego. Cocinaban la corteza de los árboles para hacer pegamento, que utilizaban para anclar las puntas de las lanzas de piedra a los astiles de madera. Y hace unos 10 mil años, los humanos empezaron a prender fogatas para fundir cobre y otros metales, lo que abrió paso a la civilización.

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Por muy importante que haya sido el fuego para nuestra especie, rastrear el inicio de su historia ha resultado ser un inmenso desafío. La lluvia puede llevarse la ceniza y el carbón, y así borrar la evidencia de una fogata. Incluso cuando los científicos descubren el inusual rastro de una hoguera antigua, puede ser difícil determinar si fue creada por el humano o encendida por un rayo.

La evidencia más antigua de que los antepasados de los humanos utilizaron el fuego, que se remonta a entre un millón y 1.5 millones de años atrás, procede de una cueva de Sudáfrica. Los ancestros humanos dejaron tras de sí decenas de miles de fragmentos de huesos de los animales que descuartizaban para comer. De esos fragmentos, 270 muestran signos de haber sido quemados en una fogata.

Sin embargo, indicios como estos no ofrecen pruebas claras de que aquellos humanos antiguos supieran generar fuego. Puede que simplemente se tropezaran de vez en cuando con un incendio forestal y se las ingeniaran para aprovecharlo. Es posible que aprendieran a encender un palo con dicho incendio, y luego llevaran la brasa a su cueva para cocinar una comida.

Pero ese método tenía sus límites, señaló Ashton: “Dependes de los impactos de rayos locales. Es muy impredecible, y no puedes valerte de ello”.

Un paso crucial tuvo lugar cuando los primeros humanos descubrieron cómo encender fuego a voluntad, ya fuera utilizando piedras para crear chispas o frotando un trozo de madera hasta que la fricción provocara una llama. “Una vez que eres capaz de prender fuego, todos esos problemas se evaporan”, dijo Ashton.

Ashton y sus colegas observaron por primera vez rastros de fogatas antiguas en 2013, cuando excavaban en un yacimiento arqueológico llamado Barnham, en el este de Inglaterra. Durante décadas, los investigadores habían encontrado allí herramientas antiguas y otros rastros de los primeros humanos. En 2013, Ashton y sus colegas hallaron algo nuevo: trozos de pedernal, o sílex, rotos de manera extraña.

Solo un calor intenso podría haber destrozado las duras rocas. Pero Ashton y sus colegas no pudieron determinar si el fuego que rompió los sílex de Barnham había sido creado por los humanos o por un rayo.

Un hacha de mano destrozada por el calor, hallada junto a la fogata de 400 mil años de antigüedad. (Jordan Mansfield/The New York Times)

Se encendió la llama

Durante años, los investigadores volvieron a Barnham con la esperanza de abordar esa cuestión, sin mayor éxito. Finalmente, un día de verano de 2021, Ashton tuvo una idea. Mientras se disponía a dormir la siesta bajo un roble, recordó cómo, un par de años antes, había observado una intrigante veta de arcilla roja. La siesta podía esperar.

“Pensé: voy a echar un vistazo”, dijo Ashton.

Encontró la mancha roja y enseguida se dio cuenta de que era una franja de medio metro de ancho de tierra antigua quemada. ¿La habían quemado los humanos o había sido un rayo? Ashton y sus colegas pusieron a prueba las dos posibilidades.

Durante los cuatro años siguientes, analizaron la química del sedimento, al tiempo que realizaban más excavaciones a su alrededor. Con el tiempo determinaron que, hace unos 400 mil años, el lugar había sido un abrevadero, que los neandertales probablemente visitaban en busca de caza.

Un incendio forestal habría dejado evidencias lejos del lugar, pero los investigadores no encontraron ninguna. Es más, la misma parcela se había quemado repetidamente a lo largo de décadas. Y las fogatas en ese sitio alcanzaban temperaturas intensas y ardían durante horas. Los investigadores estaban cada vez más seguros de que generaciones de neandertales habían prendido fuego de forma repetida e intencional en Barnham.

Una última pista importante salió a la luz con el descubrimiento de trozos de pirita junto a pedernal destrozado por el calor. Los antropólogos han documentado muchos grupos de cazadores-recolectores de todo el mundo que prenden fuego golpeando pirita contra sílex.

Lo más notable, aseguró Ashton, era que las rocas de kilómetros a la redonda de Barnham no contienen pirita. Especuló que los neandertales que encendían fogatas debieron traer trozos de ella a Barnham. La fuente conocida más cercana del mineral está a unos 65 kilómetros al este.

Un primer fragmento de pirita de hierro hallado en 2017. (Jordan Mansfield/Pathways to Ancient Britain Project vía The New York Times)

La pirita era “la cereza del pastel —afirmó Ségolène Vandevelde, arqueóloga de la Universidad de Quebec en Chicoutimi, quien no participó en el nuevo estudio—. En general, es un argumento realmente convincente”.

Queda una pregunta: ¿Hasta qué punto estaba extendido prender fuego hace 400 mil años?

Quizá no mucho, confirmó Michael Chazan, antropólogo de la Universidad de Toronto que no participó en la investigación. Es posible que otros neandertales de Europa y el Cercano Oriente siguieran tomando las brasas de los incendios naturales. Solo en un lugar como Barnham tuvieron la oportunidad adecuada para aprender a hacer fuego.

“Este experimento parece tener un alcance local —dijo Chazan—. Sigue siendo razonable que muchos grupos neandertales no tuvieran acceso a materiales que pudieran utilizarse para encender fuego”.

Ashton es más optimista. Especuló que prender fuego podría haberse generalizado hace cientos de miles de años, no solo entre los neandertales, sino también entre los denisovanos de Asia y los humanos modernos de África. Cualquiera que se encontrara con otros que dominaran el fuego habría querido imitarlos.

“Cuando de repente algo despega, creo que se extiende muy rápidamente”, dijo Ashton.

De momento, Barnham sigue siendo el único lugar donde se conoce evidencia de que se encendiera fuego hace cientos de miles de años. Pero eso no prueba que la práctica fuera inusual en aquella época, dijo Ashton. Al fin y al cabo, hicieron falta años de trabajo de campo en Barnham para descubrir las reveladoras evidencias. Esfuerzos similares podrían revelar otros en distintos lugares del mundo.

“Una lección que me ha enseñado la arqueología es que cuanto más te esfuerzas, más recompensa obtienes”, compartió Ashton.
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