Me fue imposible acudir a la presentación del proyecto de cultura de Claudia Sheinbaum y, por tanto, carezco de elementos para emitir un juicio más allá de lo que he leído en redes y prensa. Preocupa el énfasis que se pone en organizar mil festivales al año (¿tres al día?) y en crear centenares de centros comunitarios y Faros sin que se nos diga cómo van a operar (a pesar del urgente aumento de ciento por ciento al presupuesto, que está muy bien y en el cual coinciden Alejandra Barrales y Mikel Arriola); el énfasis en los libros y en abaratarlos (¿cómo, si los insumos son en dólares?), etcétera. Más infraestructura (que sin duda falta) no se puede plantear sin un plan maestro para que no genere una burocracia que, al final, se enquistará y se volverá impagable a largo plazo, por lo que nos veremos nuevamente gastando 9 de cada 10 pesos de la cultura en operación y no en creación de bienes culturales. En otros puntos coincidimos en los reclamos y necesidades. En fin, Sheinbaum tiene mi simpatía, pero no sé si su equipo (visible) en la materia me convenza.
El pasado miércoles asistí a un estimulante encuentro con Barrales, en el que presentó su plan de cultura y escuchó a miembros de la comunidad artística. Ante el panorama de que ocho de cada 10 capitalinos no han visitado un recinto cultural, o seis de cada 10 no han leído un libro en el último año, las tareas que tendrá el Gobierno de CdMx serán muy grandes. Ella pretende que sea un motor de la economía mediante un proyecto que catapulte a la ciudad como capital cultural. Plantea crear, entre otras cosas, un monedero para incentivar los consumos en la materia y retirar los impuestos al teatro. También una Universidad de las Artes y espacios culturales en terrenos del actual aeropuerto, así como 11 nuevos Faros (volvemos a las preguntas sobre la burocracia). Plantea que se concentre el presupuesto de cultura y se les retire a las delegaciones (hoy alcaldías). Esta idea, aunque polémica, busca contrarrestar las viejas prácticas por las que delegados usaban para lo que fuera tales dineros. Si no se logra, por lo menos tendría que haber una fiscalización y etiquetado de los recursos para transparentarlos.
Se le planteó a la candidata el tema de las propuestas civiles (independientes, autogestivas) de cultura que no son iniciativa privada. Se le planteó que producen más de 60 por ciento de los bienes culturales de CdMx y que se les acosa desde las delegaciones y no se les brinda apoyo cuando sus dedos llegan donde los brazos institucionales no lo hacen.