Elementos como la sal, el cempasúchil y la comida no deben faltar para recibir a las almas, quienes van llegando a como fallecieron
En México el colocar ofrendas ha sido una tradición milenaria, debido a que tiene origen en la creencia indígena, donde los difuntos regresaban al mundo de los vivos durante el “Día de Muertos”para convivir con sus familiares.
Al llegar La Conquista, los religiosos españoles combinaron esta costumbre que era llevada por culturas como la mexica, mixteca, totonaca y de otros pueblos y, la adaptaron al calendario cristiano, el cual coincidía con el ciclo agrícola del maíz.
Elementos que complementan la historia del Día de Muertos
Esta tradición se ha ido modificando con el paso de los siglos; sin embargo, hay elementos que no deben de faltar en su colocación como: el agua, líquido que se ofrece a las ánimas para que calmen su sed; la sal es símbolo de purificación. En tanto, las velas y veladoras significan “la luz” y sirven para guiar a las almas tanto para llegar a la ofrenda como para alumbrar su regreso.
El copal e incienso purifican las energías de lugar. La flor de cempasúchil normalmente guía a las almas a los altares, el pan simboliza el “cuerpo de Cristo” y la comida preferida del difunto.
También se puede añadir la foto del ser querido o una imagen de las ánimas del purgatorio, por si el alma está en este lugar pueda salir de allí. El papel picado significa la alegría de estas fechas; la cruz se coloca en la parte superior del altar; las calaveritas de azúcar hacen alusión a la muerte y el licor simboliza los grandes acontecimientos que hubo en su vida.
De acuerdo con la creencia popular este 28 de octubre llegan quienes murieron en accidentes o de manera trágica; el 29 los que fallecieron ahogados, el 30 y 31 arriban las almas del “limbo” y se refiere a las almas de quienes no fueron bautizados. El 1 de noviembre la de los niños y finalmente el 2 los adultos.
Con información de: Miriam Coronel.
mg