El tenor mexicano Ramón Vargas ofreció un concierto memorable la noche de este jueves 4 de julio, en Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, como parte de la celebración de los 90 años del emblemático recinto cultural. Como una de las voces más reconocidas a nivel mundial, regresó tres veces al escenario, pues el público, eufórico, demandaba con aplausos su presencia en el escenario.
En lo que sería su último encore, que en realidad fue su penúltimo, antes de abandonar el escenario, al que tuvo que volver ante el huracán de aplausos del público, Ramón Vargas se hincó y tocó el piso, como un gesto de agradecimiento por haber sido este recinto en donde inició su exitosa carrera profesional, y en el cual también, en 2004, celebraría sus primeras dos décadas de trayectoria artística.
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El tenor, acompañado en el escenario por el pianista cubano-mexicano Ángel Rodríguez, cantó un repertorio que incluyó arias operísticas, zarzuela y música mexicana.
Durante el concierto, hizo gala de su extraordinaria voz, actuación y entrega, cantando temas de Giuseppe Verdi, Gioachino Rossini, Gaetano Donizetti y Gioachino Rossini.
Tras su interpretación de Una furtiva lagrima (L’elisir d’amore) (1832), demostró la razón por la que es uno de los cantantes líricos más aplaudidos en los foros operísticos.
Hizo una pausa para decirle a los asistentes que estaba muy contento “de poder estar juntos esta noche, celebrando este monumento emblemático para México y para todos los mexicanos, en compañía del maestro Ángel Rodríguez y del Coro de Bellas Artes, que hemos trabajado por muchos años. Les tengo un cariño muy especial”.
Los aplausos los interrumpieron y cuando cesaron, expresó que “quería encontrar un adjetivo para este concierto, creo que lo puedo llamar íntimo, porque estamos aquí contando historias y buscando compartir emociones, creo que la cosa más bella que tiene mi profesión es la capacidad y esta posibilidad de poder compartir las emociones. Ahora vamos a continuar con el repertorio de México porque lo estamos celebrando, he elegido a algunos compositores que ustedes conocen y merecen por toda la importancia cultural y que hoy los presentemos aquí. Muchísimas gracias”.
Fue así como el público escuchó y aplaudió sus interpretaciones de “Amor de mis amores”, de Agustín Lara; “Alma mía”, de María Grever; “Que seas feliz”, de Consuelo Velázquez, y un popurrí de Armando Manzanero, con las canciones “Somos novios” y “Esta tarde vi llover”.
Como una gran sorpresa, Ramón Vargas hizo un dueto con María Katzarava, a quien presentó “como la mejor soprano que ha dado México y una de las mejores voces del mundo”, que fue largamente ovacionada por el público tras ofrecer una actuación llena de pasión y de entrega, en compañía del Coro del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección de Jorge Alejandro Suárez.
Ramón Vargas, quien recientemente anunció que está escribiendo sus memorias, celebró también sus 40 años de trayectoria artística, logrando con su maestría interpretativa cautivar a la audiencia, que se llevó el mejor recuerdo de la noche.
Considerado como un embajador de la ópera mexicana a nivel internacional, Ramón Vargas ganó el concurso Enrico Caruso de Milán en 1986, realizó estudios vocales en el Wiener Staatsoper Opera Studio, bajo la guía de Leo Müller y debutó en Europa en el Luzerner Theater en 1988, como Edgardo en Lucia di Lammermoor de Gaetano Donizetti.
PCL