No son todos los que son, pero son todos los que están —desde la perspectiva del curador venezolano Carlos Palacios— haciendo Pintura reactiva. Esta colectiva, que se exhibe en el Museo de Arte Carrillo Gil, propone un paisaje pictórico mexicano que se extiende más allá del lienzo, que se escapa del “cuadro”. Lo que observamos es el trabajo de 33 artistas que están problematizando la pintura, su hacer, su construcción, sus límites, atendiendo al presente en temática y conceptualización.
Si bien existen otros artistas que desde hace tiempo han indagado en el cruce formal de géneros plásticos “estrictos”, experimentando soportes, formatos, técnicas, disciplinas… esta exposición resulta un muestrario para que quienes aseguran que la pintura no tiene fecha de caducidad ni edad (Bertha Kolteniuk, 1958; Cecilia Vázquez, 1967; Agustín González, 1978; y Christian Camacho, 1985, por mencionar algunos) ni origen (Melanie Smith, nacida en Poole, Inglaterra; la estadunidense Chelsea Culprit o el alemán Endy Hupperich), cada uno de los seleccionados expresa una investigación no solo personal sino que refleja tanto la impronta local como el eco global, abriendo así el diálogo y subrayando que la pintura es —desde siempre— experimentación, conflicto, problematización, adaptación de las tecnologías, provocación...
Las obras expuestas nos meten al rizoma que hoy se extiende veloz alrededor de un mundo desbordado de información. Lo que vemos, más que la continuación de la Pintura Activa de Luis Cardoza y Aragón, es un encuadre a una de las formas de hacer y de pensar la pintura del siglo XXI. Una de las tantas líneas de la sobada posmodernidad.
La exposición se recorre fluidamente y a partir de la segunda pieza el espectador entra de lleno a la pintura reactiva que propone el curador. La primera, el cuadro de Ulises Ponce de León, funciona como un puente con un hacer pintura más narrativo. La fuerza de este cuadro jala evidenciando el interés del autor en la pintura como pintura, mientras que el resto de los artistas hace de la pintura una estrategia.
La museografía exalta el sentido estético de las piezas. La sala luce muy bien, tanto que se corre el riesgo de quedarse en la superficie, olvidar el valor conceptual para conformarse con el ornamento, y así pasar por alto la mirada texturizada de Tomás Díaz Cedeño o el dibujo de Álvaro Verduzco. Las cualidades de algunos de los que están nos hacen pensar en el estado pleno y sano de la pintura, dentro y fuera de las instituciones.
Reacción en cadena
Artes visuales
Las obras expuestas en Pintura Reactiva nos meten al rizoma que hoy se extiende veloz alrededor de un mundo desbordado de información
Ciudad de México /
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