Cuando hace 26 años se descubrió el suntuoso entierro de quien fuera esposa de Pakal el Grande –el gobernante más importante de la ciudad maya de Palenque–, se creyó que la máscara de la llamada Reina Roja era de jade, pero recientemente integrantes del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), en su sede del Instituto de Física (IF) de la UNAM, determinaron que fue hecha de malaquita, y que sus orejeras y ojos son de jadeíta y obsidiana.
Los universitarios pudieron identificar su composición gracias a varias campañas de estudio no invasivo de la ofrenda funeraria (tres de ellas in situ y un análisis en el laboratorio solamente de la máscara funeraria), mediante técnicas denominadas espectroscopías Infrarroja y Raman para identificación de minerales, y de fluorescencia de rayos X para caracterización elemental.
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Una segunda etapa de indagación en la máscara principal de la ofrenda se llevó a cabo con la emisión de rayos X inducida por partículas (PIXE) para un análisis elemental adicional. De esta manera, los expertos encabezados por José Luis Ruvalcaba Sil, coordinador del LANCIC, determinaron la composición de la pieza, que “sorprendentemente es de malaquita en su mayor parte y contiene jadeíta blanca en la esclerótica de los ojos”.
Además de la máscara principal, se caracterizó la composición de los demás elementos del ajuar. La mayoría de las teselas de la máscara acompañante son de cuarzo verde, mientras que las piedras verdes presentes en los pendientes, la diadema, el pectoral y el collar contienen fundamentalmente jadeíta, onfacita y albita, o una mezcla de ellos. Las cuentas verdes del tocado son exclusivamente de onfacita. Las cuentas de color amarillo anaranjado en la diadema, el collar y el pectoral fueron identificadas como cuarzo.
Los resultados de la investigación, que comenzó en el 2010 en colaboración con los arqueólogos Arnoldo González y Martha Cuevas, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, fueron dados a conocer hace unos meses en la revista internacional Spectrochimica Acta A, e implican una selección especial y el uso de materias primas únicas para el entierro de la Reina Roja, diferentes a las utilizadas para otros gobernantes de Palenque y demás sitios mayas contemporáneos.
Luego de estas campañas de estudio, se obtuvo un resultado muy interesante “porque la piedra verde era más importante para los mesoamericanos que el oro; era uno de sus materiales más reverenciados y escasos”, explicó Edgar Casanova González, también miembro del LANCIC.
Estudio del patrimonio
Pintura rupestre en cuevas o farallones, o mural en zonas arqueológicas, pero también sobre tabla o lienzo; objetos de lítica prehispánica; esculturas de diferentes épocas; metales; manuscritos; textiles; códices y cualquier objeto que forme parte del patrimonio cultural de México, es estudiado desde el punto de vista material con técnicas de análisis no destructivas por parte de expertos del LANCIC.
Este espacio de conocimiento tiene el objetivo de establecer metodologías de diagnóstico y caracterización de esas piezas, para saber de qué están hechas, cuáles son los procesos de degradación a que están sometidas, determinar su deterioro y planear la mejor forma de conservarlas y restaurarlas para que las generaciones futuras sigan contando con esa riqueza cultural.
Edgar Casanova explicó que en el LANCIC-IF se emplean técnicas espectroscópicas, en su mayoría portátiles con las cuales se obtiene la mayor información posible de cada pieza de estudio, sin tomar muestras o provocar algún daño.
En esos trabajos se colabora con especialistas de los institutos nacionales de Antropología e Historia y de Bellas Artes y Literatura, así como de museos y otras universidades.
Se trata de un trabajo muy colaborativo entre las cinco sedes del laboratorio –tres de ellas en la UNAM, en los institutos de Química y de Investigaciones Estéticas, además del IF, junto con el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares y el Centro de Investigación en Corrosión de la Universidad Autónoma de Campeche.
Casanova informó que el grupo del IF se especializa en realizar los estudios in situ. “La gran mayoría de los equipos que tenemos son de técnicas de imagen o espectrómetros portátiles. Es decir, combinamos técnicas que utilizan luz visible, ultravioleta, infrarroja, rayos X o imagen 3D, con espectroscopías de distintos tipos, para obtener información de la composición atómica y molecular de un objeto. En algunos otros casos se necesita utilizar microscopía óptica o electrónica en el laboratorio”.
El experto refirió que en las espectroscopías se utiliza luz que interactúa con el objeto de estudio para medir su respuesta a la incidencia de esa luz; es decir, se estudia la interacción entre la radiación electromagnética y la materia. Así, al utilizar espectroscopías atómicas es posible saber qué elementos químicos están presentes, porque cada uno emite señales características que se pueden detectar.
“A veces, con saber la composición elemental, podemos inferir qué sustancia está presente; pero en ocasiones eso no es suficiente. Entonces hacen falta espectroscopías que den más información, como la infrarroja y la Raman, en las cuales uno manda un haz de luz que provoca que las moléculas del objeto de estudio vibren; la luz que se dispersa por esa vibración también es característica de los enlaces y los grupos funcionales que tiene cada molécula, y eso nos permite deducir su identidad”.
El infrarrojo, por ejemplo, es muy práctico para identificar minerales presentes en los objetos de piedra verde. Agregó que otro tipo de espectroscopía, denominada de reflectancia con fibra óptica, puede ser muy útil para identificar pigmentos y colorantes orgánicos. En este caso, obtener un espectro en una región toma menos de un segundo, aunque su procesamiento y análisis requieren de mucho más tiempo y de la comparación con bases de espectros.
El científico continuó su explicación y dijo que en la espectroscopía Raman tomar un espectro lleva de 10 a 30 segundos; en Infrarrojo, de 30 a 60, y en fluorescencia de rayos X puede demorar entre 30 segundos y varios minutos, de acuerdo con el material que se estudia. “Podemos obtener una tremenda cantidad de información en una semana de trabajo de campo, que luego se debe procesar y entender para conocer de qué están hecho el patrimonio tangible”.
Conocer la composición, y en algunos casos la estructura de los objetos, responde a preguntas que pueden ser de historia, arqueología, historia del arte, restauración y conservación, subrayó.
Actualmente, Casanova González trabaja en la identificación de un grupo muy grande de pigmentos que utilizaba Diego Rivera, “pintor muy estudiado desde el punto de vista de la historia del arte y de lo que significó para el movimiento muralista de la primera mitad del siglo XX en México, pero no tanto desde el punto de vista de los materiales que usaba”.
El proyecto comenzó en 2016, cuando el LANCIC fue invitado a estudiar la obra del artista “Sueño de una tarde dominical en la alameda central” en colaboración con Mercedes Sierra; como parte del trabajo “tuvimos acceso a la bodega del Museo Casa Estudio Diego Rivera y ahí había más de 300 colores que utilizaba. Se tomaron muestras y se están caracterizando; cuando termine la investigación conoceremos cuál era la paleta del famoso pintor”.
yhc