Desde la entrega del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan se pensaría que la relación entre literatura y rock había quedado más que establecida; en México, ya hace algunos años surgió una colección editorial que va en otro camino: no son los artistas quienes producen literatura, sino es literatura que se crea a partir de las canciones o de los personajes.
“Nosotros habíamos intuido la relación que existe de antaño entre el rock y la literatura, sobre todo antes de que muchas figuras de la música se muestren como escritores; en aquel momento, la Revista Marvin tenía un especial enfoque en figuras icónicas del rock que despertaran culto entre sus seguidores, con lo que se creó la colección ‘Rock para leer’”, explica Juan Carlos Hidalgo, el coordinador de la serie.
Libros en los que el artista forma parte del contenido, no necesariamente es el creador, aun cuando se le da la oportunidad de participar en este ejercicio creativo. Por ello, en la escritura de las historias hay relatos de músicos de la escena nacional y latinoamericana que ya habían dado señales literarias, además de un grupo de periodistas que, más allá de su labor profesional, han incursionado en la novela y el cuento.
“Siempre invitamos a autores que tienen una carrera mucho más perfilada, pero también tiramos de la base de colaboradores de la revista y de otros jóvenes que se acercan al proyecto, un poco para romper con la estrategia mercadotécnica donde es un tema o el músico, incluso, la agrupación, el eje del volumen”.
La intención, cuenta Juan Carlos Hidalgo, es que las obras alcancen a conservar esa capacidad de riesgo, desparpajo y vitalidad que, de alguna manera, han conformado al rock desde sus orígenes, si bien en los últimos años pareciera perderse, siendo fundamental en ese proceso la participación de jóvenes ilustradores.
El inicio de “Rock para leer” fue con Morrisey y los atormentados, Blur. Amor y paranoia en los 90; Cerati. Siempre seremos prófugos; Café Tacuba a través de las persianas; David Bowie. Amor moderno para aliens; The Cure. Canciones de cuna para desintegrarse.
TRAS LA FELIGRESÍA
Marvin es el nombre de una revista que, con el paso de los años, se dio a la tarea de organizar un festival en el que se combina la música, el arte y el cine, y entre todo ello están los libros que se han dado a la tarea de publicar, siendo el más reciente el dedicado a The Cure, donde se reúnen cuentos de 23 escritores y 24 ilustraciones.
Durante el proceso editorial, cuenta Juan Carlos Hidalgo, todos coincidieron en que la banda fundada en Crawley, Inglaterra, les cambió la vida, de ahí la idea de rendirle homenaje en los días de su presencia en México, luego de varios años de ausencia.
“Había rumores de que la banda venía, entonces cómo no rendirle un homenaje a partir de este acercamiento literario, desde diferentes estilos y perfiles que van de la literatura fantástica al anecdotario más personal, porque cada autor toma la decisión o bien de recurrir a un título, a un álbum o a una anécdota de Robert Smith. Cada autor tomó las decisiones pertinentes en términos de creación”.
Entre los escritores participantes en el volumen dedicado a The Cure se encuentran Israel Miranda, Aydeé Bravo, Sergio Amira, Ricardo Cartas, Norma Yamilé Cuéllar, Toño Quintanar y Guadalupe Gómez Rosas, entre otros; mientras, por la parte de la ilustración se cuenta a artistas como Andrés Zavala, Mariana Roldán, Moy Schiaffino, Karla Garcés, Salvador Verano, Carolina González y Jhon Marceline.
“En muchos de los textos, por no decir todos, se nota que hay un antes y un después de haber escuchado a The Cure, es como un cruce de caminos, por lo que representan ellos y su actitud ante la vida, como las letras del grupo, en donde hay elementos introspectivos, poéticos. Finalmente suelen ser los atormentados del rock”.
Y ADEMÁS
PROYECTOS EN EL TINTERO
Aun cuando todas las publicaciones que no tienen un sustento de las grandes editoriales enfrentan diversos desafíos, para Juan Carlos Hidalgo hay muchas posibilidades de impulsar la colección desde Marvin, en parte por la respuesta de los lectores, pero también por la necesidad de sacar proyectos en el tintero.
“Nos hace falta un libro que revise a mujeres artistas, escrito básicamente por mujeres. También hace falta un volumen sobre las bandas de garaje, porque forman parte de una nueva manera de entender a la música, si bien hay otras figuras a quienes podemos tributar a través de los libros. Pienso en Pixies, que también despierta feligresía de parte de distintos públicos”.