Leonardo da Vinci ya pensaba en grandes máquinas para la construcción, en artefactos fantásticos para volar y en una “ciudad ideal”, una obra tecnológica y científica desarrollada hace siglos y a la que ahora viaja una exposición en Roma que conmemora los 500 años de la muerte del genio renacentista.
Leonardo da Vinci. La scienza prima della scienza (La ciencia antes de la ciencia) se exhibe en la Scuderie del Palacio del Quirinale de Roma y recorre el trabajo del artista florentino en el frente tecnológico y científico para mostrarlo en el dinámico contexto artístico que caracterizó el Renacimiento.
La muestra, que abre sus puertas al público desde hoy y hasta el 30 de junio, presenta más de 200 obras de Leonardo que incluyen dibujos, artefactos originales, prototipos históricos y manuscritos, incluido el único libro con sus notas de puño y letra.
Diez dibujos originales del artista guían al visitante en un camino que discurre por diez salas que exploran los grandes temas que afrontó Da Vinci, como el redescubrimiento del mundo clásico, el desarrollo de máquinas para grandes obras de construcción, el estudio de las vías fluviales, el arte de la guerra o los artefactos para que el hombre lograra volar.
Encuentro con la ingeniería
La exposición empieza en Florencia, donde se topa por primera vez con la ingeniería. Desde la catedral, Leonardo observa de cerca las grúas, diseñadas cuatro décadas antes por Brunelleschi para construir la cúpula, y queda maravillado, como confirman los dibujos extremadamente precisos que el artista realizó en años posteriores.
La siguiente parada es el mundo clásico, protagonista de una sala en la que destaca una reproducción del Panteón para ejemplificar la comparación constante entre las proporciones de los edificios romanos y las del cuerpo humano que hacían Da Vinci y algunos de sus contemporáneos.
La muestra indaga en su concepto de “ciudad ideal”, que a diferencia del Milán circular de entonces, él imagina con un sistema de caminos ortogonales de dos niveles con una tecnología hidráulica increíble para la época.
En su diseño priman los principios de eficiencia pragmática y racionalidad opuestos a la belleza metafísica del proyecto de ciudad que predominaba en esos mismos años.
También su biblioteca tiene un reconocimiento especial, con la exposición del tratado de Francesco di Giorgio, el único volumen que pertenece con certeza al maestro y que está enriquecido con anotaciones de su puño y letra.
Una sala está dedicada a las máquinas de guerra y presidida por una ballesta gigante que representa su imaginación en el diseño de sistemas de guerra tan grandiosos como irrealizables.
Su deseo de hacer volar al hombre es una de las secciones de la muestra con mayor interés. Da Vinci tradujo la anatomía de las aves a las formas mecánicas y pensó en una gran nave espacial voladora con alas curvadas o en un planeador con los extremos de las alas móviles.
Creación del mito
La muestra reflexiona sobre el mito de Leonardo como genio universal, inventor visionario y un fenómeno que sigue vivo, pero que ha estado vinculado a la realidad histórica del momento. Ejemplo de ello es la muestra celebrada en la Italia fascista de 1939, donde Da Vinci se convirtió en un símbolo para celebrar la autarquía y la primacía de los italianos, exhibiendo con orgullo los éxitos científicos y tecnológicos de un país que no necesitaba la ayuda de potencias extranjeras.