En el marco del 112 Aniversario del Inicio de la Revolución Mexicana, resulta importante considerar aquellos factores que influyeron y permitieron la victoria de la democracia. Desde la propaganda anti reeleccionista y las imprentas, el descontento social, hasta la documentación de la participación de las mujeres, en este capítulo de la historia nacional destaca el sistema ferroviario, pues al inicio del movimiento armado éste se encontraba en las mejores condiciones respecto a su estructura.
En México, la historia del ferrocarril inicia en 1837, sin embargo, en 1850 se inauguró el primer tramo férreo, por lo que fue parte fundamental de diversos acontecimientos importantes en nuestra historia.
Vías, puentes, estaciones y el material rodante se convirtieron en el objetivo de los grupos rebeldes: maderistas, constitucionalistas, villistas y zapatistas, así como del ejército.
En entrevista para MILENIO Puebla, Román Moreno Soto, coordinador del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias, explicó que al inicio de la lucha armada el 20 de noviembre de 1910, el ferrocarril era el principal medio de transporte, ya que comunicaba al centro del país con la frontera norte, el Golfo de México y el Pacífico.
En ese momento, los ferrocarriles se encontraron en una situación complicada, entre la espada y la pared, en la dialéctica de la destrucción-reconstrucción. La empresa Ferrocarriles Nacionales de México se convirtió en botín de guerra de los ejércitos contendientes: constitucionalistas, incluyendo a la División del Norte; convencionistas y el Ejército Libertador del Sur.
“La División del Norte, encabezada por Pancho Villa y al otro extremo por El Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, hacen uso del ferrocarril para distintos fines”, indicó.
El coordinador explicó que los rebeldes del país se percataron de inmediato que el ejército federal movilizaba a sus tropas por el ferrocarril; por lo tanto, al destruir la infraestructura ferroviaria, vías, puentes, etcétera, “inmovilizaban al enemigo y así ellos podían desplegar sus fuerzas y mantener el control territorial de sus regiones”.
En los primeros días del levantamiento maderista, añadió, grupos rebeldes de La Laguna incendiaron puentes situados entre las estaciones de La Loma y La Trinidad, pertenecientes al Ferrocarril Internacional.
Román Moreno Soto mencionó que en los primeros meses de guerra, los rebeldes se dedicaban a asaltar y detener los trenes, ya fueran de carga o de pasajeros, con el fin de cerciorarse de que en ellos no viajaban soldados del ejército federal, sobre todo en las vías que convergían a Ciudad Juárez, punto nodal del Ferrocarril Central Mexicano y el Ferrocarril del Noroeste.
“Los federales lo usaban para movilizar a su tropa y tratar de repeler los ataques de los ejércitos populares. Lo que hacían los otros era tratar de evitar que se desplazaran esas tropas y ese armamento, eran estrategias de voladuras”, comentó.
Asimismo, compartió que en aquel entonces Francisco Villa se convirtió en un estratega y en una persona que utilizó de forma recurrente el ferrocarril para movilizar también a sus tropas.
En cambio, los zapatistas hacían voladuras, incluso la ciudad de Puebla fue testigo de estas: “Cuando los zapatistas llegan a tomar la ciudad, queman la estación férrea de aquel entonces, que era del Mexicano del Sur para evitar que lleguen las tropas”.
Agregó que si el sistema férreo no hubiera tenido el papel importante que actualmente ocupa en esta parte de la historia de México, los hechos de la revolución mexicana serían diferentes a como actualmente los conocemos.
“Se empleó para movilizar a los heridos, ahí se dio el auge de la cruz blanca, así como la participación de las mujeres en la guerra; se habilitaron ferrocarriles como hospitales ambulantes, he incluso a las Adelitas se les vio cocinar y hacer su vida cotidiana en diferentes puntos de las vías férreas”, señaló.
Actualmente, se puede conocer más acerca de la historia del tren en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, pues desde 1988 este museo se encarga de relatar toda la historia de las máquinas maravillosas del siglo XIX y XX; además, se conservan en buen estado para su presentación y exhibición.
AFM