Rinden homenaje a jesuitas asesinados en 2022

Jorge Arturo Vargas y Luis de Tavira presentan 'Matteo Ricci' en el Teatro de las Artes del Cenart.

Se buscaron espacios de confrontación y reflexión con la historia de Matteo Ricci. (Foto: Sergio Carreón)
Ciudad de México /

El asesinato de dos sacerdotes jesuitas y de un guía de turistas en la Sierra Tarahumara obligó a los directores de escena Luis de Tavira y Jorge Arturo Vargas a “actualizar la historia” en su montaje de Matteo Ricci, tercera parte de la trilogía sobre sendas figuras trascendentales de la Compañía de Jesús, una orden religiosa que “siempre ha estado comprometida con lo social y del lado de la gente”.

En entrevista, Vargas cuenta que la obra de tres horas de duración, que se estrenó el sábado 29 de abril en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes, comenzó a prepararse antes de la pandemia, por lo que se suspendieron los trabajos.

Cuando estos se retomaron, el lunes 20 de junio de 2022, ocurrió el asesinato de los jesuitas Javier Campos Morales (el padre Gallo) y Joaquín Mora Salazar, junto con el guía Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, perpetrados por el narcotraficante local Noriel Portillo Gil, El Chueco, en el templo de Cerocahui, comunidad de la Sierra Tarahumara, en Chihuahua.

“Este crimen atroz contra dos jesuitas y el guía puso en crisis el montaje porque tuvo resonancias directas dado que eran jesuitas. Decidimos no omitirlo sino ver de qué manera ese hecho podía irrumpir en el trabajo escénico y encontrar espacios de confrontación y de reflexión con el hecho histórico que abordamos con Matteo Ricci. Eso refleja la complejidad que enfrentamos durante el proceso de montaje en un intento de que la pieza no se quede solo en un trabajo acucioso y de dimensión histórica, sino para mostrar cómo la realidad hace que la historia se actualice”, expone el creador escénico.

El personaje histórico

Vargas recordó que Matteo Ricci (1552-1610) fue un misionero jesuita, astrónomo, cartógrafo, científico y religioso, quien, como los sacerdotes asesinados en Cerocahui, tomó la decisión de inculturizarse, de volverse (en su caso) chino, aprender el idioma, hablarlo y escribirlo, para entender al Otro desde el Otro.

“En el caso de los jesuitas en la Tarahumara, llevaban 50 años en la región e, igual que Ricci, su afirmación de vida era vivir y morir en la Tarahumara. Esa vocación de diálogo intercultural unifica a Ricci con Campos Morales y Mora Salazar, y crea un puente entre aquella épica del siglo XVI y esta actualidad que nos pone de frente al contexto de violencia en el que vivimos”, añade Vargas respecto a los jesuitas asesinados, a quienes se les honra en la obra con videos de sus tumbas y de sus funerales.

Hace unas semanas, en entrevista para MILENIO y Laberinto, De Tavira había hablado sobre el trabajo al alimón con Vargas sobre Ricci cuando hablaba del montaje de Furor.

“Estoy haciendo un espectáculo sobre un misionero jesuita en China, Matteo Ricci, que es el padre de la sinología y el primero que planteó la posibilidad de la amistad de las culturas, entendiendo su misión de una manera muy distinta a como tradicionalmente se ha entendido. Y, al hacerlo, no puedo no pensar en los jesuitas asesinados en la Tarahumara, que seguían ese carisma de Ricci, de hacerse todo a todos, de hacerse chinos (el italiano), aquellos de hacerse rarámuris”, dijo el dramaturgo y director.

El resultado es una obra con 10 actores en escena, que interpretan a más de 100 personajes en un despliegue escénico con diseño de escenografía, iluminación y video de Philippe Amand, que incluye el uso de nuevas tecnologías, máscaras y autómatas creados por José Pineda; marionetas de Susana López Pérez, Grisel Gómez Murueta e Irving Sanser; música en vivo interpretada por Jesús Cuevas; vestuario de Carlo Demichelis y Jeildy Bosch; diseño sonoro de Joaquín López Chapman, y exposición de documentos históricos y periodísticos que incluye los reportajes publicados por MILENIO con la cobertura del reportero José Antonio Belmont en torno al asesinato de los jesuitas en Cerocahui.

Con máscaras

Con dramaturgia de De Tavira, Vargas, José Ramón Enríquez y José María de Tavira, Matteo Ricci cuenta en su elenco con Esther Orozco, Ricardo Leal, Rocío Leal, Héctor Holten, Alejandra Garduño, Patricia Yáñez, Andrés Weiss, Adrián Aguirre, Valentina Manzini y David Martínez Zambrano.

“Más allá de la figura histórica, se ha intentado crear una especie de saga de un personaje que decidió vivir y morir en China y que la pieza escénica va siguiendo paso a paso en todas las dificultades que atravesó para poder ser aceptado en una cultura cerrada e inaccesible para los europeos. Y la manera de abordar esta épica es a través del lenguaje de la máscara, que detona una serie de técnicas formales de actuación que dimensionan y expanden las acciones escénicas, pero, sobre todo, esencializa y le da rasgos al personaje como una figura claramente identificable”, explica Vargas, formado en la mímica.

Matteo Ricci, que se presentará en el escenario del Cenart de miércoles a domingo hasta el 11 de junio, también confronta dos maneras de hacer teatro entre De Tavira y Vargas, como expone este último.

“Lo que caracterizó este proceso, o lo está marcando, ha sido la apertura total a la visión de dos ideas de teatro que están dialogando constantemente. Sí puedo decir que el montaje es el resultado de una serie de acuerdos tanto formales como de contenido, sentido y concepto, que permiten una pieza poliédrica, con muchas facetas, que se puede mirar de varios modos. Un rasgo fundamental es su apertura a dejar que la realidad y la actualidad incidan en la pieza, como los hechos en Cerocahui”, dice Vargas.

“En mi caso, he dedicado los últimos 15 años a la investigación del teatro documental, a la investigación que ha renunciado a ciertas formas de representación teatral y busca en una especie de no actuación, una presencia del actor en escena que lo hace comparecer y su interlocutor es directamente el espectador; esto frente a un trabajo que el maestro De Tavira ha desarrollado durante cinco décadas, que es el abordaje de la teatral que resignifica y potencia estas formas de ficción y de representación desde un trabajo muy serio y muy profundo de la conexión entre el sentido profundo de las cosas, el decir de los actores y las formas que adquiere en escena”, añade el codirector de Matteo Ricci.

Acota que, aunque en apariencia son lados opuestos del teatro, lo importante es el ejercicio de haber creado el contexto donde ambas miradas sobre lo teatral coexisten, se dejan contaminar y dialogan.

Fin de la trilogía

Matteo Ricci es la última pieza de la trilogía producida por Enrique González Torres, en mancuerna con De Tavira, sobre grandes figuras de la Compañía de Jesús, que empezó en 2011 con La expulsión, sobre el historiador y filósofo novohispano Francisco Javier Clavijero (1731-1787), y en 2018 con El corazón de la materia, sobre el paleontólogo y filósofo francés Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955).

Vargas, formado en Francia en la École de Mime Corporel Dramatique y director de la compañía Teatro Línea de Sombra y creador de piezas como Galería de moribundos, La oscura raíz, El síndrome de Ulises, La mujer de antes, El censor, Blod, y La forma que se despliega, entre muchos otros montajes, recuerda el sentido social de la Compañía de Jesús, fundada en 1534 por Ignacio de Loyola en España, que la expulsó de los territorios de la monarquía el 2 de abril de 1767 y la proscribió. Una representación de su trabajo social se puede ver en la película de 1986 The Mission, dirigida por Roland Joffé, con Robert De Niro y Jeremy Irons, en la que se muestra su defensa de los indígenas en América.

“Los jesuitas, partiendo de esta pieza en la que (Alessandro) Valignano, el mentor de Matteo Ricci, le hace ver que para poder integrarse a la cultura china habría que volverse chino, no solo imitar la cultura, sino desplazarse del lugar, salirse de donde se está. Eran extremadamente peligrosos como contrarios a las estrategias católicas de la época. La Compañía de Jesús siempre se ha interesado en el conocimiento, en construir un perfil de jesuita culto, enterado del mundo, y con pensamiento religioso.

“Siempre ha estado muy cerca de las causas sociales, no desde el púlpito ni solo en espacios académicos, sino en el campo, donde suceden las cosas, y al lado de la gente. Matteo Ricci muestra estas dos facetas de la orden: un hombre que fue una figura ejemplar por su interés de desentrañar los enigmas del conocimiento de la época y, por otro lado, profundamente comprometido con lo social, con la gente, como es la misión de los jesuitas en Cerocahui”, explica Vargas sobre la orden que llegó a México el 9 de septiembre de 1572 y que, entre otras cosas, fundó la Universidad Iberoamericana.


PCL

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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