Rodolfo Naró tenía unos 15 años de edad cuando empezó a escribir poesía. Apenas superaba los 25 cuando apareció su primer libro de poemas, Los días inútiles, donde se concentraba una década de creación. El género siempre ha sido fundamental en su escritura, más allá de que también dedique algunos momentos a la narrativa.
“En sentido estricto sigo escribiendo poesía. En sentido figurado, en mis novelas hay muchos recursos poéticos. Me considero principalmente poeta: empecé a escribir poesía a los 15 años de edad y fue hasta después de llegar a los 30 que me dediqué a la narrativa, una evolución natural para contar más cosas, que ya la poesía no me permitía hacerlo a través de los versos”.
- Te recomendamos Yael Weiss, en el borde de la conservación y la autodestrucción Laberinto
Después de ese primer poemario, se publicó Lo que dejó tu adiós (1995-2005), cuya actualización se da con la aparición de Elegir el fuego (Planeta, 2022), con el que Rodolfo Naró (Tequila, Jalisco, 1967) concreta tres décadas de escritura poética, bajo la certeza de que “el escritor siempre está en un mismo libro, pero desde distintas facetas, que dependen de la evolución, no sólo de nuestro crecimiento vital, sino de las lecturas y los padecimientos”.
“Sigo escribiendo sobre los mismos temas, pero desde otra profundidad. Son las mismas formas, pero el fondo es distinto: el amor, el desamor, la muerte, el misterio de la mujer, muy presente no sólo en mi poesía, sino también en mis novelas, y Dios, porque es inevitable confrontar el pensamiento humano con los designios divinos”.
Autor de novelas como El orden infinito, Cállate niña y Un corazón para Eva, Rodolfo Naró se define como un poeta que escribe primero para sí mismo, sobre lo que va padeciendo y las dudas que le surgen conforme pasan los años: dudas y cuestionamientos y si hay, cuando menos una media docena de lectores que se identifiquen con lo que escribe, “para mí ese poema o ese libro ya cumplió su cometido”.
“Soy más poeta que narrador y pongo más la carne en el asador con la poesía que con otro género: elegí el fuego desde que me decidí por ser poeta; a través de la poesía me di cuenta que tenía mayor facilidad para encontrar respuestas”.
Rodolfo Naró eligió el fuego de la poesía, a sabiendas de que tendría que sacrificar muchas cosas para ser poeta y escribir estos libros, como lo cuenta en el tercer apartado del libro, “Diccionario de emociones”: soy un caso de poeta que primero vive antes de comenzar a escribir.“Ahora, a la poesía la veo de una manera mucho menos arrojada y menos pueril como en Los días inútiles, cuando era un muchacho que idealizaba la muerte, que idealizaba lo religioso y, ahora, en Elegir el fuego lo veo todo con ojos de carne y hueso. En aquel tiempo escribía con el arrojo de los 20 años, con ganas de morir o matar, y ahora lo hago mucho más mesurado, tratando de poner las cosas en su justa medida”, a decir del poeta.
PCL