Ante las primeras noticias del covid-19, Rosa Montero fue de las personas que decidieron resguardarse. No había razón para seguir en la calle, si como escritora solía disfrutar de un departamento que muy pocos conocen, a donde suele llegar para dedicarse a la escritura y ver a unos cuantos cercanos.
El encierro le permitió revisar un manuscrito en el que había trabajado durante, al menos, tres años, pero también hacer una reflexión sobre el tiempo que vivimos, la necesidad de aprender algo o, cuando menos, pensarlo: “ojalá aprendiéramos algo de la pandemia, pero seguramente será menos de lo que deberíamos”, dice la escritora española.
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Ante el éxito y el fracaso
En tiempos de pandemia, la literatura pareciera afianzar su lugar como espacio de imaginación, de lo posible y de lo probable. Casos, hay muchos: Rosa Montero recuerda que el sacar de nuevo manuscrito guardado se encontró con demasiados referentes con nuestro presente.
Dice que durante algún viaje en tren, se encontró con un paisaje urbano “donde había una casa horrenda que se asomaba a las vías y tenían un letrero de ‘En venta’”. Era el 29 de abril de 2017. Desde ese momento se dio a la tarea de escribir una historia que, más allá de reflejar “la fealdad humana”, mostrara el fracaso en sus diferentes formas y la lucha, algunas veces inconsciente, por sobrevivir.
“Y cosa rarísima: esa historia tiene un montón de coincidencias con el tiempo que estamos viviendo: el personaje se confina y, además, se pasa todo el tiempo usando toallitas desinfectantes”.
La novela que escribió a partir de entonces es La buena suerte (Alfaguara, 2020), donde narra la historia de un hombre que decide bajarse en Pozo Negro, un territorio de ficción literaria, para comprar una casa y transformar todo lo que había sido su pasado, un tanto exitoso, cuenta Rosa Montero en entrevista con MILENIO.
“Puedo decir, sin destripar mucho la cosa, que ese hombre ha sido herido por el rayo de la destrucción, de alguna manera la vida se le ha venido abajo del todo: ha vivido un apocalipsis personal y necesita rehacerse, levantarse después de estar tirado en el suelo y volver a construir una vida, un futuro”.
Personajes frente al fracaso
Más allá de que la escritura de La buena suerte la terminó en enero del presente año, cuando apenas se empezaban a tener noticias de la pandemia, Rosa Montero reconoce que hay elementos que se encuentran presentes en su ficción literaria y que, ahora, le permiten reflexionar sobra la importancia de saber estar en el mundo, “algo que nos está haciendo falta a todos: superar ese trauma, ese apocalipsis, volver a creer en nosotros y a inventar una vida lo suficientemente decente y digna de ser vivida.
“Mi personaje lo logra y la vida que recupera es mejor que la que tenía antes. Creo que, aun cuando nos queda mucho sufrimiento por vivir, porque queda mucho de la pandemia y del virus, y luego la resaca económica que va a ser como una posguerra, estoy convencida de que lo lograremos.
“A medida de que envejezco, más admirada estoy de la capacidad de supervivencia del ser humano, de la capacidad de resistencia y de reinvención del ser humano. Me gustaría decirle a la gente que confíen en las fuerzas que tenemos, de las que no somos conscientes: fuerzas de resistencia, de regeneración y de reinvención”.
El territorio que se inventó para la novela, El Pozo Negro, tiene sus propias características: no es un asentamiento rural, sino más bien urbano, que desde el cierre de la mina que le proporcionó el auge ha venido decayendo total y absolutamente. “Para mí es el símbolo de la fealdad urbana”, asegura Rosa Montero.
“Representa un poco el espejo de la agonía de los personajes: están en esa frontera con el abismo, y lo más importantes es ver cómo salen de ahí, cómo consiguen iluminar el abismo y seguir con su vida: todo lo consiguen gracias a un personaje que no tenía tanta presencia en un principio, como Raluca, pero que con el transcurrir de las páginas se refleja su importancia”.
Montero suele combinar su tiempo entre la escritura literaria y la periodística, donde se dieron sus primeros pasos.
“Los medios de comunicación en una sociedad democrática son un espejo, pero como todo espejo deja cosas fuera: muestra lo que abarca dentro del marco. Esas partes ciegas siempre me han interesado mucho; mi trabajo periodístico también ha estado atento a ese susurro que no llega al conocimiento público. Muchos de mis personajes son marginales, heterodoxos”, destaca Rosa Montero, una de las grandes escritoras en lengua española.
Frases...
- “Ojalá aprendiéramos algo de la pandemia, pero seguramente será menos de lo que deberíamos”.
- “Los medios de comunicación en una sociedad democrática son un espejo, pero como todo espejo deja cosas fuera”.
amt