Rossana Filomarino reúne a 21 bailarines que se posan en el suelo mientras escuchan a la maestra darles indicaciones para prepararse, hacer ejercicios de estiramiento, respiración y adentrarse en el ensayo de Sol de viento, obra con la que la Compañía Nacional de Danza (CND) da inicio la Temporada 2023 en Palacio de Bellas Artes.
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Esta es la primera colaboración entre Filomarino y la agrupación dancística. Para la coreógrafa es importante que se retome y se escenifique esta pieza, después de casi 30 años de ser creada (1995).
Sol de viento “es un ritual en el que una comunidad diferente, que tiene su propia cosmovisión, a través de un ritual que ellos hacen, invoca a los dioses, sus dioses, y los dioses crean a los hombres. Entonces vemos en escena cómo nacen los dioses, crean el mundo y después crean a los hombres (mujeres y hombres) y hacen la danza de fertilidad”, explica al terminar el ensayo la ganadora del Premio Nacional de Artes y Literatura 2018.
Esta doble narrativa Dios-Hombre-Hombre-Dios, que dura una hora y 15 minutos, será representada en el Palacio de Bellas Artes en tres funciones: jueves 30 de marzo, a las 20:00 horas; y sábado 1 y domingo 2 de abril, a las 17:00 horas.
Sobre la obra, asegura: “Está hecha para contribuir de una manera artística, y no periodística, a la aceptación del que es diferente pero que debe de tener los mismos derechos, el mismo derecho a la libertad, a la igualdad, aunque su cosmovisión, su cultura, su manera de vivir la vida sea diferente a la occidental. Entonces, es un proceso que en México hay mucho por hacer todavía, por eso la obra es vigente, por eso quise reponerla; estamos al día con lo que se está haciendo como política general cultural”.
Aprender del pasado
El repertorio de Rossana Filomarino (Italia, 1945) lo conforman más de 70 coreografías estrenadas y representadas en México y en el extranjero, por eso, asegura, era importante retomar y darle vida a esta puesta dancística, aunque también confiesa:
“Me encantaría que hubiera otras colaboraciones (con la CND) porque tengo muchas obras guardadas”.
La artista reflexiona por qué su creación sigue vigente, y la respuesta es aparentemente sencilla:
“Porque habla del hombre, y pues el hombre siempre está ahí con sus problemas (ríe al terminar la frase). Me he dado cuenta de una cosa: que las obras envejecen, pero como yo hago ese tipo de trabajo que no es un lenguaje de moda, no envejecen, la obra es actual”.
¿Se ha transformado su creación a través del tiempo?
La obra es la misma en cuanto a estructura, pero yo no soy la misma coreógrafa y los bailarines son de otra generación: ¡son 30 años después! La vida cambia. Entonces, tenemos que hacer un buen trabajo, de mi parte también, buscar la manera de acercarme, de despertar esos intereses usando lenguajes contemporáneos.
La obra exige mucho del intérprete, y ello se refleja en el escenario no solo a través de sus movimientos, sino también de sus expresiones faciales.
“Se tienen que despojar de su ‘yo’, de su individualidad y meterse en la colectividad, tratando de que todos alcancen el mismo fin. Los movimientos de los bailarines tienen que nacer de sus propios impulsos, de su propio conocimiento, de su manera de ver la vida y de soñarla”.
Para Filomarino, más allá de una técnica impecable, lo que Sol de viento exige es su capacidad para olvidar que se es un bailarín y conectar con el cuerpo a través de la emoción, de la situación: “Si no está la creencia, se cae en lo ridículo o lo aburrido”.
Los 21 bailarines contarán con el apoyo, música original y diseño sonoro de Rodrigo Castillo, así como con la escenografía de Gabriel Pascal. _
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“Las nuevas generaciones son absolutamente ignorantes”
Sobre sus demás obras, la bailarina Rossana Filomarino considera importante reponerlas, “porque las nuevas generaciones son absolutamente ignorantes de lo que ha pasado en la danza, no saben, y los libros son obsoletos para la cultura juvenil. Libros sí hay, pero además no está la curiosidad. Como yo ya me siento muy grande, pensaba y creo que esta obra tiene una estructura muy sólida, entonces quería que se volviera a ver para que las nuevas generaciones vieran otra manera de hacer danza que tiene contenido, que tiene una estructura y un lenguaje”.